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27 de Septiembre 2018

Seattle
Lauren

-¿Pero que mierda haces Jauregui?
Normani me empujó a un lado.
Retrocedí hasta sentir la otra pared.
Miré a Camila correr por todo el pasillo. Quise volver con Megan pero detuvo.
-Debes calmarte antes de entrar con tu hija.
Me dejé caer a piso y escondí mi cabeza entre mis rodillas.
Aquí venía la culpabilidad.
Mis manos temblaron y forcé a mi mente calmarse. Ella no le había hecho daño.

-¿Que fue todo eso? Pensé que la ibas a asfixiar o algo así. Normani dijo antes de dejarme sola.
Me había trasformado en alguien diferente, necesitaba no sé, sentir segura a mi hija, sentir que todavía yo iba a ser la única. Por dios. Camila la había tocado, le había cantado una canción para calmarla y Megan estaba tranquila. Miraba a Camila con esa luz en sus ojos. Ella se encariñaba fácil. No podía permitir que la quisiera, no si ella no sabía lo que le había hecho. No podía.
Cuando me puse de pie de nuevo, miré como Dinah venía a donde yo. Pero siguió por el pasillo. Antes de irse por completo se giró.

-Eres una idiota Lauren, ella es mi amiga y no merece lo que haces, escucharla cambiaría por completo lo que piensas que es.
Iba a responder pero sentía que no valía la pena.
Respiré profundo y entré a donde Megan.

Me saludó con una sonrisa.

-¿Donde esta la doctora Cabello? ¿Le preguntaste el nombre de la canción? Ella canta muy bonito.
Cerré los ojos después de escuchar. Ya. Ya había pasado Megan no iba a dejar de mencionarla en un buen tiempo.

-Ella no va a venir, esta ocupada viendo a otros pacientes.
Asintió un poco triste.

-¿Puedes llevarme a casa ya?

-No cariño, tienes que quedarte hasta que digan los doctores. Asintió de nuevo y no intentó hablar conmigo más. Estaba cansadita.
-Me contarás lo que paso entonces.

-Nada mamá, me he caído en el jardín. Su historia era muy diferente a la que su maestra me había contado. En primer lugar tenía tres llamadas perdidas de mamá y una de un número de emergencias.
Había salido corriendo al auto cuando leí el mensaje. Megan estaba en el hospital. Mi corazón se había detenido por completo. Sentía morirme y deseé con todas mis fuerzas que ella estuviera bien. No soportaría perderla ella era mi vida entera.
Había entrado a la habitación sin percatarme de quién estaba ahí. Abrace a Megan devolviéndome a la vida. Un brazo roto, ella respiraba bien y... miré aquel cuerpo con bata a mi lado. Cuando me encontré la mirada de Camila. Las emociones me ganaron.

¿Que mierda hacía ahí?
Megan la miraba con adoración, Megan sabía su nombre. Camila la conocía ahora. Sabía la hermosa niña que tenía. El miedo y la furia me ganaron. Así que cuando la ví huir no pude contenerme. La seguí necesitaba gritar y obligarla a soltar a mi hija. Por que sabía que ahora estaban unidas. Lo miré en sus ojos. Él anhelo de pertenecer. De reclamar algo que había dejado.
Megan se había quedado dormida ya. Y me quedé horas mirándola. Tocando su cabello, su nariz, sus manos y respirando el dulce aroma a chicle dulce que desprendía.

Lloré hasta que no pude tomar aire y cuando miré por la pequeña ventana del hospital ya era de noche. Me quedé dormida con mi cabeza sobre la cama de Megan.

Camila

El doctor Mendes me miró dormitar en el banco.

-Doctora Cabello.
Yo respondí asustada. El se rió.

-Necesito que de revisión al área pediatrica de urgencias, cheque sus signos y asegúrese del tratamiento. Asentí cansada. Había pasado el resto de la tarde con los pacientes crónicos. Dinah tecleaba algo sobre el computador, se encogió de hombros cuando le pedí ayuda. Ella estaba molesta conmigo por dejar que Lauren me afectara tanto. Y además por no querer hablar sobre el tema con ella. Solo esperaba que Lauren y Megan ya se hayan ido a casa. No quería toparme con la mayor en mi vida.

Llegué a urgencias nerviosa y le avise a la enfermera que estaría checando algunos pacientes.
Golpes leves en el cráneo, reacción a medicamentos, deshidratación moderada y finalmente traumatología. En una de esas habitaciones había estado o estaba mi pequeña. Entre a la sala uno y tras asegurarme de que estaba bien. Entre a la segunda puerta. Megan dormía plácidamente y una Lauren adormilada me miró en la puerta. Mi mirada se tenso y mejor salí.
Iba a abrir la otra puerta cuando la escuché.

-Camila. Me quedé de piedra y no fui capaz de girarme.

-Esta bien, solo iba por revisión debo entregar un reporte de signos.
Seguía ahí. Casi sentía su respiración detrás de mi.
Con un dolor grande en el pecho decidí mejor mirar al siguiente paciente.
Al salir Lauren me topó de frente.

-No haré nada Lauren, puedes estar tranquila, ya me quedó claro.
No quería mirarla.
Ella soltó un suspiro.

-Quería...

-Basta. Dije segura e intenté pasar a su lado. Pero me hizo retroceder. Algo similar a lo de horas antes. Me preparé para sus palabras y bajé la mirada. El corto pasillo de pediatría estaba apagado así que nadie podía ver lo que iba a suceder.
Cerré los ojos y esperé. Lo de antes regresó a mi mente y sin poder contenerme una lágrima cayó por mi mejilla. A veces odiaba ser tan sensible. Ella me gritaba por que yo parecía débil.

-Quería pedirte disculpas por lo de hace rato. Dijo antes de tocar levemente mi mejilla y quitar la pequeña lágrima. Solté todo el aire de mis pulmones. Abrí mis ojos y me topé con los suyos.
No podía estar siendo sincera así que intenté salir.
-Estaba demasiado alterada por Megan y...no supe que hacer, pero te agradezco por cuidarla, y voy a dejar que te despidas de ella, quiero que me asegures que jamás vas a intentar acercarte de nuevo.
La empujé levemente y salí de ahí.
Sabía que ella no se iba a quedar de brazos cruzados. Necesitaba un poco de aire así que utilicé la puerta de emergencias para salir en la siguiente planta.

Cuando te fuiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora