Los minutos transcurren y se convierten e horas, las cuales no quiero que sigan, sin embargo lo hacen.
Charlotte se pone de pié y creo que es momento del discurso emotivo, mismo que Marcus me dijo entre eructos el día que lo lleve al hospital luego de resbalarse con su vomito.
—¿Me escuchan?— golpe el micrófono y este chilla— una disculpa, ya veo que si, en fin. No quiero iniciar esto como un típico discurso así que iré al punto, Bree, Tyler, muchas felicidades, por que por fin lograron estar juntos e inseparables, y gracias, por que las quejas de Bree se acabaran— y las mías para Marcus también— de verdad que esta chica te ama, no existe otro tema, que no sea Tyler esto, Tyler el otro, pero bueno, yo estoy igual. Mejor amiga, compañera de borracheras, que espero y no acaben, quiero decirte que te quiero, que estoy muy orgullosa de que tu sueño se haga realidad y estés finalmente casada con el amor de tu vida, aquel que nos tenía como locas buscándole, aquel por el que estuviste deprimida, borracha, alegre, sexy y miles de cosas más. Y a ti Tyler, quiero decirte que la cuides mucho, se que la amas, pero amala cada vez más, tienes a una amiga, compañera, comediante etcétera, a tu lado, si, tienes sus defectos, pero sin ellos no sería Bree, mi mejor amiga, aquella que nunca dejaré a un lado, a la misma a la que jamás le he negado ni negaré, mi amor y ayuda, pues no sólo yo estuve con ella en los momentos difíciles, sino, que ella de igual forma, estuvo ahí en las malas, sacándome de mi agujero de la depresión. La verdad es que nunca pensé que una amistad que inició por un chicle en mi cabello, pegado por la mismísima señorita Danver, terminaría en una interminable amistad, yo diría más una hermandad, reitero, te quiero mucho Bree, les deseo lo mejor a ambos, siempre estaré para ustedes, y ¡salud!.
Brindamos y le doy la razón. Bree no sólo es el amor de mi vida, sino, también es mi compañera, aquella niña pequeña que no me desagrada cuidar o jugar en sus ratos de hiperactividad, si, tengo una mujer grandiosa a mi lado.
—Antes de que se me olvide— todos la observamos tomar el micrófono— la hora de lanzar el ramo ¡llego!.
Luego de un divertido baile a Bree y de quitarle la liga con la boca todo para verla sonrojarse y reír, la hora de que Klay, sienta la satisfacción que yo sentí cuando la escuche decir sí, cosa que espero y Charlotte diga.
—¿Listas?— me pongo frente a Bree para presenciar la plena alegría chillando en sus ojos— ¿seguras que están listas?.
Todas gritan que si, sin saber que ese ramo ya tiene dueña.
—¡Uno!, ¡dos! y... ¡tres!.
Bree se gira para darle el ramo a Charlotte quien esta atónita e todo el sentido de la palabra.
—¿Bree qué es esto?— me incorporo a Bree y observar a Klay aparecer y arrodillarse.
—Descubrelo por ti misma.
—Charlotte, no quiero estar un día más de mi vida sin despertar a tu lado y saber que eres mi esposa, así que, hoy, arrodillado frente a ti y a todos a nuestro alrededor, tengo el gusto de preguntarte lleno de nervios, ¿quieres ser mi esposa?.
Recuerdos de cuando inicie a planearlo todo para pedirle matrimonio a Bree vienen a mi mete y me encanta, simplemente hasta los nervios con ese motivo, fueron disfrutados.
—Acepto— sonrió plenamente, reitero, todo hombre que ha amado merece sentir esa satisfacción.
—¡MI MEJOR AMIGA SE VA A CASAR!— grita Bree y rió.
—¿Tu sabías de esto simio?
—En mi defensa tu brujo me obligo.
Luego de fotos y abrazos la pista por fin esta siendo despejada. La hora de bailar con MI ESPOSA, ha llegado.
—¿Por qué no nos sentamos también?— cuestiona Bree sin observarme y froto mi pulgar en su mano sostenida de la mía.
—Porque ellos no bailaran con la mujer más hermosa de este mundo.
Me observa y pierdo por un momento mis sentidos.
Le hao una seña al Dj para que ponga la canción y Bree escucha atenta a The one de Kodaline sonar. Ella dijo que la canción quedaba en mis manos, y me fue difícil encontrar una canción que expresara un poco pues apenas una hecha por mi expresaría aquello que siento por ella. Pero luego de mucha búsqueda encontré una ideal, una merecedora de este momento, y lo mejor, es que es su favorita, aquella que nunca se cansaba de escuchar a lo bao,pensando que no lo notaba.
Paso de la mano con Bree a la pista, nos ponemos frente a frente y dejamos a las miradas de dos enamorados hacer su trabajo, hablando por si solas.
Desliza su mano por mi hombro y yo la mía por su pequeña cintura pegándola a mí. Unimos nuestras manos libres y si despegar la mirada iniciamos a bailar. Creando así, uno de los mejores espacios y trayendo a nosotros nuevas sensaciones, pues nada se va comparar con el sentir el mundo desaparecer mientras bailas con tu esposa, el amor de tu vida, en tu boda.Ambos perdidos en la música, nuestras miradas y las sensaciones nos unimos un poco más mientras ella posa sus dos brazos sobre mis hombros y yo la abrazo de la cintura sintiendo la plenitud de su calor emanado a mi cuerpo.
Sin poder evitarlo inició a susurrar en su oído la canción, aquella parte que más me gusta de esta.
—Tu haces que todo mi mundo se sienta tan bien, cuando esta mal, por eso se, que eres la indicada— decido salir de la letra un poco y dejarme llevar por el momento— Siempre voy a estar ahí para hacer de tu mundo algo mejor y recordarte que no todo es trabajo y preocupaciones.
—¿Toda una vida?.— pregunta observándome a los ojos, con los suyos aguanosos. Ocasionando que me pierda en ellos.
—Toda una vida— la beso y aprovecho para darle una vuelta en su propio eje y ver su vestido expandirse, se ve inexplicable en el, en todo lo que se ponga en realidad.
La melodía termina y por una parte no me siento mal, pues este no es el ultimo baile que tendremos, ni tampoco la ultima ocasión que bailaremos esta canción.
—Te amo Tyler.— musita mientras me observa parados en medio de la pista.
—Y yo a ti Bree, sólo a ti...
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Todo por recuperarte *|||ADJ#3|||*
Teen FictionDe la trilogía "AMOR DE JUEGO" (para entender este libro es necesario leer primero "Todo por un touchdown". Dos personas, un mismo amor nacido en la juventud, una misma historia, pero con dos versiones. El momento en el que Tyler O'Conell cuente su...