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¿Cómo rayos llegué a mi recámara? Apenas soy consciente de lo que pasó anoche y no creo que haya tenido una noche loca con Pablo. Sin embargo, soñé que me besaba en los labios y que dormía abrazado a mí.

Pero solo fue un simple sueño.

Llevo la misma ropa de anoche, veo el reloj que está en la cómoda y noto que son las nueve de la mañana. Afortunadamente, el vuelo es a las dos de la tarde, pero eso no significa que puedo estar vagando. Además de que no he empacado.

Luego de haberme duchado, salgo hacia la cocina para prepararme algo para desayunar. Casi muero del susto cuando el cuerpo de Pablo tendido en el sofá. Me acerco a él y rozo con mis dedos su cabello (siempre he querido hacerlo). Miro sus labios y ese deseo de besarlo se hace más fuerte.

—Estos sí son buenos días —dice con una sonrisa. Me separo bruscamente—, no me voy a enojar, al contrario, me gusta.

—¿Qué haces aquí? —respondo ignorando su sonrisa.

—No quería irme dejando el departamento sin seguro, así que me he comportado como un caballero y te he dejado en la cama; me quedé dormido aquí.

—Lo siento, de seguro ibas incómodo —se encoje de hombros— voy a prepararte algo de desayunar.

—Me dijiste anoche que vas a viajar por trabajo, así que no te preocupes, me voy para que te prepares.

—Me gustaría prepararte algo, además yo también muero de hambre, no creas que te vas a acaparar todo —sonrío traviesa.

—Vamos a hacer esto: te invito a desayunar. La cena corrió por tu cuenta por lo que me toca el desayuno —trato de interrumpirlo— y no acepto un "no" por respuesta. Mientras empieza a empacar.

—Pablo...

—Vamos, esto no es nada comparado a lo que hiciste por mí en el pasado —sonríe y no puedo resistirme a esa bella sonrisa— por cierto, estás muy guapa esta mañana.

Maldita sea, me estoy enamorando más y eso no me gusta. Me alejo rápidamente de allí y me concentro en empacar mis cosas. Aun así, la estúpida de Valentina no podía dejar de mirarlo cada cinco minutos, mientras esperaba al repartidor.

Nos quedaremos cuatro días en Italia así que no son muchas cosas que llevaré.

—Valentina —llama Pablo y grito del susto. Tengo la ropa interior regada por mi cama. Se queda mirando la cama y me sonrojo— yo, lo siento. Debí tocar.

Se fue antes de que pudiera decir algo. Guardo rápidamente mi ropa y salgo a la sala. Sin embargo, Pablo ya había servido todo e incluso, había comenzado a comer. El silencio se hace incómodo a medida que pasan los minutos.

—Eh... siento que hayas visto eso —eleva su mirada.

—Al contrario, yo no debí entrar así —titubea— supongo que tienes muchas cosas que hacer; mejor me voy.

—¿Qué? Pero... no es como si me hubieras visto desnuda —se levanta y camina hacia la puerta.

—Tienes razón, sin embargo... no me hagas decir algo estúpido. Descansa un poco antes de ir al aeropuerto, te sentará bien.

Me besa la mejilla antes de irse y me deja atónita cuando cierra la puerta ¿De qué rayos estaba hablando? El Pablo que acaba de pasar la noche conmigo era tan irreal, a veces siento que estuve soñando.

De todas maneras, lo debo ver más como un amigo. Hay amores que se deben quedar en imposibles, no quiero lastimarme por algo que ya sabía que me pasaría.

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora