Lo triste que fue darte de mi alma, lo que tú echaste a perder
Pablo
Minutos antes
Hace muchos días que no hablaba con Mariola, al menos de una manera pacífica. Entiendo que nos hemos atrasado mucho en los compromisos que tengo para afinar los detalles del lanzamiento de Prometo, pero todo se está derrumbando a mi alrededor.
Voy a llamar a Lili o a Katia, tal vez a las dos. Necesito desfogarme con un poco de atracciones para mayores de edad. Quiero olvidar por un momento mis problemas.
La música es una gran terapia, pero a estas alturas ya no me es suficiente. Un día, regresaba a casa después de haber viajado con unos amigos (a quienes no veía hace mucho) y me encontré con un paquete para mí, consistía en un disco, era un DVD. Era un vídeo de mi novia cogiendo con otro, una especie de porno barato.
Mis ojos no daban crédito a lo que había visto. Yo la amaba, incluso pensaba en pedirle que se casara conmigo ¿Por qué me hizo esto?
No encontré respuesta, llore como nunca, escribí tantas cosas y las transformaba en notas musicales. La boté de mi vida, pero no era suficiente. Mi alma seguía rota y sin consuelo.
Hasta que, días después, Lolo me visitó. Me invitó a ir a un bar para que habláramos con calma y sin que mi familia se enterara de detalles incómodos. Allí, un par de mujeres se acercaron a nosotros, hablamos por largo rato y se enteraron de lo que ella hizo conmigo. Dijeron que necesitaba deshacerme de su recuerdo, de sus caricias sobre mi piel y tenían razón. Esa noche terminé en los baños del bar, entre las piernas de una mujer que decía mi nombre entre gemidos.
Decidí que era mejor aprovechar mi estatus como Pablo Alborán y estar con las chicas que quería. A partir de ese momentos, el niño bonito de Málaga había muerto y hasta la fecha nadie me ha detenido, nadie me ha enamorado.
Mis amigos se han dado cuenta de lo que me he convertido y me advierten que no siga por ese camino. Una de ellos es la persona que se está debatiendo entre la vida y la muerte.
Nadia ha sido mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, mi compañera de travesuras, la cómplice de esta locura, fue de las primeras que me advirtió que esto me estaba llevando por mal camino y yo, terco, le decía que todo estaba controlado.
Mi hermana del alma se está yendo y me duele.
—Quiero resolver ya lo del contrato publicitario con Samsung, no voy a perder ni un instante más en Madrid.
—¡Esto no es algo que se toma a la ligera!
—Lo siento, Hope, pero no puedo quedarme aquí mientras Agustín está solo en el hospital mientras ve a su novia irse. Son mi familia ¡No puedo dejarlos solos! Así que hoy resolveremos esto.
La desesperación me está consumiendo, ninguno de nosotros podemos creer aún que Nadia se encuentra conectada a máquinas, luchando por vivir. Agustín está desolado.
—Está bien —resopla— pero tienes que regresar pronto, no podemos seguir retrasando compromisos.
—Lo entiendo.
Salgo de la oficina y me encuentro con Mariola quien trae mi mochila. Le sonrío tímidamente, pues ella sabe y entiende mi situación, me pide que me adelante al lobby. Camino hacia los pasillos cuando escucho unas voces, justo donde es mi camerino.
Abro la puerta y encuentro a un hombre, sollozando, abrazando a una mujer. Apenas logro reconocer a Rafa y sus sollozos no son noticias alentadoras. Toso falsamente para que ambos se separen. Sacude su cabeza en señal de negación y mi mundo se derrumba. Me acerco a mi amigo y lo abrazo.
Nadia, mi hermana, perdió la batalla. Se ha ido.
Ignoro lo que está pasando a mi alrededor, ni siquiera me fijo en la mujer que está aquí. Simplemente las lágrimas comienzan a deslizarse por mi rostro.
—¿Por qué ella? —pregunto estúpidamente— tenía un hermoso futuro, se iba a casar, yo iba a ser el padrino de sus hijos.
Rafa no responde, porque no hay respuesta.
—Tenemos que irnos, Pablo. Dios... Agustín debe estar destrozado —asiento.
Debería regresar por mi mochila, pero no me veo capaz. No tengo ganas de discutir con Esperanza. Me pongo la gorra y los lentes; salgo del camerino.
Justo cuando estoy subiendo a la furgoneta, Mariola se acerca. Me abraza por sorpresa.
—Cuando tengas fuerzas, vuelves. Le dejé a Rafa tu mochila. Lo siento mucho.
[. . .]
Málaga se siente diferente hoy, quizás sea solo una sensación mía. Pero el pensar en que mi mejor amiga ya no estará para recibirme, hace que el aire me agobie. Hoy quisiera dejar de ser Pablo Alborán, desearía que nadie me reconociera.
—Tu hermano nos está esperando —comenta Rafa— ve a casa, toma una siesta. No te ves bien.
—No puedo.
—Apenas están preparando todo para el funeral, yo te aviso para ir a buscarte. No vas a manejar en estas condiciones.
—Lamento que tengas que soportarme aún en estos momentos —digo apenado.
—Nos necesitamos, este es un momento demasiado doloroso como para dejarte solo. Además, tenemos que estar fuertes por Agustín —asiento.
Instantes después, mi hermano llegó a recibirnos. Luego de que Rafa comentó unas cosas más, se retiró; nosotros hicimos lo mismo.
—Papá se ha ido de viaje, así que no te preocupes por discusiones. Mamá tiene tu habitación lista —dice mi hermano mientras maneja— ¿Cómo te sientes?
—No quiero hablar de ello —respondo cortante.
—Lo entiendo, por ahora, pero tienes que hablarlo tarde o temprano.
Ignoro sus palabras, no tengo ganas de nada. Sólo quiero ir a casa y dormir hasta que el mundo se caiga a pedazos. La persona que más quería se ha ido.
Afortunadamente mamá me ha comprendido y decide dejarme solo después de recibirme. Terral está en la habitación, pero es muy listo pues me tiro a la cama, abatido, y él se queda a mi lado. Cierro los ojos, me abrazo a él. Es lo único que necesito.
Otra vez esos malditos recuerdos se asoman el día en que ví esos vídeos y que cuando traté de confrontarla, estaba en la cama con él. Quería matarlos a los dos y aún lo deseo, porque la vida es injusta, porque se lleva a las personas con buen corazón y que se merecen todo lo bueno mientras que los traidores, los que echaron a perder mi alma siguen aquí, revolcándose, riéndose a nuestras espaldas.
Y el destino la ha alejado de su verdadera felicidad. Lo peor, es que es probable que tenga que verlos en el funeral porque nadie más que nosotros sabe la historia. Y no sé cómo voy a contenerme para no gritarles lo hipócritas que son al ir, después de lo que nos hicieron.
¿Por qué tuviste que irte, Nadia?
¿Por qué me dejaste con mis demonios?
¿Por qué tú y yo fuimos traicionados por ellos?
¿Por qué a las buenas personas nos suceden malas cosas?
Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte
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¿Cómo decirte que te quiero?
Fanfiction¿Qué debo hacer para que te fijes en mí? Siempre pasas a mi lado, pero jamás te detienes a mirarme. Soy solo una más en la lista de personas con la que te has topado. Tienes todo y yo tengo nada. ¿Cómo puedo rivalizar con las mujeres que te pasea...