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⚠ ADVERTENCIA: DRAMA INTENSO⚠

Layla

—Dios mío... —musita Agustín—, no puedo creer lo que está pasando.

Estamos en el hospital, esperando noticias sobre nuestro amigo. En medio de nuestro estado de shock, llamamos a emergencias, rogábamos al cielo que Pablo viviera aún. La imagen de su rostro pálido, atormentado y frío me sigue doliendo. La carta de Julia sigue en mis manos; no tengo idea qué hacer con eso, ni siquiera he tenido valor para avisarle a Esperanza porque va a reaccionar mal y seguro se irá contra Valentina, cuando en realidad no sabemos lo que sucedió.

Cuando llegaron los paramédicos, lo revisaron y nos dijeron que presentaba signos vitales pero débiles y nos fuimos de inmediato al hospital, se debatía entre la vida y la muerte, desde hace dos horas que no nos dan novedades y necesito saber si él está bien, me duele que esté perdiendo la batalla, porque más que nadie... él merece una segunda oportunidad.

Podrá haber cometido errores, pero ha rectificado, yo no creo que Pablo haya sido capaz de hacerle daño a Valentina, fui testigo de cómo sufría cuando ella estaba con Agustín, cuando estaban esperando ese bebé, de cómo tomó la decisión de apartarse de su vida. Todo su mundo cambió cuando se declararon su amor: sonreía, hacía bromas, era feliz, ella le hacía bien.

Trato de mantenerme segura y tranquila, pero hay momentos en los que me derrumbo y Agustín me tranquiliza abrazándome o rozando nuestras manos. Conforme pasan los minutos, pienso en ir al departamento de Valentina y dejarle esa nota. Si Pablo necesita de alguien, es ella. Aunque de todas maneras iba a hacerlo, porque no permitiría que las cosas queden así.

Sin embargo, la desesperación aumenta a cada minuto que pasa sin tener noticias.

—Tengamos fe, cariño —musita rodeando mi cuerpo— él no dejará de luchar, no se rendirá.

—Es que me da miedo y me partiría el corazón que pasara...

Aprieta mi mano; aparta la mirada cuando el doctor a cargo está frente a nosotros. Su semblante es indescifrable y eso altera, aún más, mis nervios. Me preparo para lo peor, no sé qué más hacer.

—¿Familiares de Pablo Moreno?

—Somos sus amigos, fuimos quien lo encontramos así.

—El muchacho sufrió una intoxicación por exceso de alcohol, aunado a la falta de alimentos en su cuerpo. Está muy débil, a pesar de que ya estamos suministrando suero. Estás horas serán críticas para él —no es la respuesta que esperaba pero me alivia saber que está luchando por vivir.

—¿Quiere decir que podría morir? —pregunta Agustín, temeroso.

—Lo que quiero decir es que intervendríamos de maneras más agresivas. Se están haciendo todos los esfuerzos por mantenerlo con bien...

—Pero todo depende de su cuerpo —concluyo, él asiente.

—Exactamente —sin decir más que regresaría pronto, se marcha.

Agustín y yo nos miramos sin saber qué decir. Pero nuestros miedos se alejan un poco, sin embargo, la posibilidad de que se vaya es alta. No quiero ser yo quien dé las malas noticias a su familia, a sus compañeros de trabajo, no quiero perder al amigo que más me apoyó en mi mal de amores. Dejo que mi llanto se libere; que mi novio me sostenga mientras mi mente sugiere que vaya a verla.

Valentina debe saber esto.

Valentina

El seguro hace clic y empujo la puerta, de pronto mis ojos se humedecen porque no puedo evitar recordar los momentos que vivimos juntos. A pesar de haberme ido, unos días, a Francia, esas memorias siguen frescas en mis pensamientos, al igual que su traición y duele, maldita sea. Voy a dejar todo atrás, está decidido, pero en mis bajas horas lo recuerdo. Aún siento el sabor de sus besos en mis labios, la calidez de sus abrazos, su voz calentando y aliviando mi corazón, la pasión con que nos entregábamos... pero todo resultó ser mentira.

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora