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Y aléjate de
No digas nada

Pablo 

No sé a dónde se fue todo ese valor que tenía en el auto. Llegué sin problemas a su departamento pero al estar frente a la puerta, empecé a sentir pánico. Hace mucho tiempo que no sentía algo así. 

Sí, fui un cretino, arrogante, estúpido sin corazón con ella. Tal vez me lance una maceta cuando me vea por la manera en que nos despedimos esa última vez [sin contar el beso del antro, donde me dejó plantado] pero tengo que afrontar eso. 

Escucho unas voces justo antes de tocar el timbre. Hace que me vuelva a preguntar si estoy haciendo bien. Por mucho que la prensa quiera decir que soy seguro de mí mismo, cualquiera que me conozca sabe que, para llegar a ser un canalla, primero tienen que ganarse mi confianza y soy muy cauteloso a la hora de escoger a mis amigos. Quizás a mis fans no les parezca bien ciertas personas de la farándula sin embargo, no me importa ya lo que digan los demás. 

Gracias a eso, mi vida sigue siendo mía. 

Tal vez no fue buena idea seguir mis estúpidos impulsos. Pero ya es demasiado tarde para huir, la puerta se abre y deja ver a una mujer que no conozco de nada, pero, obviamente, ella sí, pues me mira con desprecio. Detrás de ella, está aquella mujer que se ha estado colando en mis sueños. 

—¿Qué es lo que hace usted aquí? —dice la otra mujer—. No fue suficiente el daño que le hizo a mi amiga como para venir. 

Genial, su amiga me odia. Pero siendo sinceros, tiene razón he sido un cabrón con Valentina. 

—Abril... —replica Valentina.

—¿Por qué no se va antes de que llame a la policía? Supongo que no le gustara volver a aparecer en los diarios pero ahora por ser un acosador. 

—Abril...

—Se va o llamo a la policía.

—¡Abril Medina! —sigo atónito ¿Tanto odio merezco?—, estás exagerando. Supongo que vino a traer algo que se le habrá olvidado a Mariola y muy amablemente lo trajo él ¿No es así? 

Una parte de mí diría que no tiene ni idea de qué hace allí, pero la otra responderá que estaba desesperado por volver a verla y pedirle perdón por todo; tal vez una oportunidad para volver a empezar, aunque sea como amigos. 

—Eh... sí, sí, a eso vine. 

—¿Viste, Abi? Ve tranquila, no creo que tardemos mucho —intenta responder pero se lo piensa mejor y simplemente se despide, no sin antes mirarme molesta. Suelto un largo suspiro y miro a la mujer que tengo frente a mí. 

Ha cambiado desde la última vez que nos vimos, su ropa realza su figura, tiene un aire de seguridad, que me hace sentir pequeño. Parece que los papeles se han invertido. Sin dudas, está hermosa.

Abre por completo la puerta, dejando ver un poco de su departamento. La única vez que vine apenas hablamos en este mismo lugar, no merecía siquiera entrar.

—Valentina, yo...

—No se a qué has venido, pero te agradecería que sea rápido antes de que me arrepienta de haberte defendido. 

—¡No! —pido—, yo... ¿No me invitas a pasar? Eso no creo que sea rápido. 

—No, ni siquiera hay algo que nos ate, así que no vengas con esta "amabilidad". No terminamos bien —reprende. 

—Lo sé y entiendo que no quieras verme después de las dos exhibiciones que tuviste conmigo, estando borracho o a punto. Pero lo que... quiero decirte es verdad, yo te pido perdón por ello, por los malos tratos, los malos momentos que te hice pasar. Fui un idiota y sé que no merezco siquiera estar aquí. Pero me pongo de rodillas, si quieres, para suplicarte que me disculpes y... volvamos a empezar. 

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora