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Pablo

Sabía que Raquel no iba a tardar en hacer su jugada, por el momento no le diré a mis agentes y Valentina tendrá que ocultar esto hasta que regrese; algo tengo seguro: ha caído en la trampa, ahora todo está a mi favor... o eso espero. Solo está Valentina cuando llego al departamento, tumbada en el sofá y eso despierta mis alertas. Llamo varias veces hasta que la veo despertar, me preocupa más cuando me abraza, muy fuerte.

—¿Qué pasa? —murmuro. Ella no responde hasta momentos después.

—Esteban estuvo aquí y nos advirtió que dejemos de hacer entrevistas o sufriremos las consecuencias.

—¡Maldito! En cuanto lo vea voy a romper su cara.

—No, cariño, no es necesario causar más problemas. Además, Esperanza grabó todo el encuentro, así que tenemos una manera de ganar tiempo...

—Ya no es necesario, Raquel me ha llamado. Quiere negociar y, ahora que lo dices, creo que usaré la misma estrategia. Al fin y al cabo que ese idiota ni se dio cuenta.

Tan sencillo como es tener el teléfono listo para grabar y, provocándola, ella cantará cada mentira que se ha inventado. Además de que su papá no estará nada contento con escuchar las travesuras de su adorada hija, más cuando se dé cuenta de la manera en que está utilizando a los medios para su beneficio.

Es increíble que me haya citado aquí, donde nuestra historia se escribía y soñaba con un final feliz, en el mismo lugar donde tiré aquellas pruebas de su infidelidad para después terminar con nuestra relación. Supongo que aquí es donde se reúne con su amante. Por eso conserva este lugar. Un departamento, nada despreciable, en el centro de Madrid. Tenía el teléfono preparado para empezar con la grabación. Solo queda esperar y, por supuesto, provocarla.

—Al menos has sido prudente y no has traído a tu noviecita —bufa.

—Ni tú al perro que llamas amante. De todas maneras, esto es algo que debemos resolver solos y ahora.

—En eso tienes razón. Aunque podríamos hacer otras cosas aparte de platicar... ¿Este lugar no te trae recuerdos? —pregunta sugerente.

—Por supuesto, los que quisiera olvidar. Si pretendes que vuelva a caer en tus redes estás muy equivocada. Déjame en paz, Raquel, si no quieres que inicie una demanda en tu contra.

—¿Quieres jugar al juicio? —ríe—, sabes que puedo ganarte. Tengo todo para destruirte.

—¿Por qué? Terminamos, no había otra salida, pero no dije palabra alguna de tus... deslices a tu padre. Es más, terminé la relación laboral por otras razones. No entiendo por qué haces esto.

—¿De verdad? Mi padre pasó meses echándome la culpa de perder a su mejor artista. De los millones de euros que se fueron contigo y de los jugosos contratos publicitarios que estaban en puerta. A él nada le importa más que su maldita compañía y yo, su estúpida hija, le echó a perder el negocio de su vida.

—¿Qué millones? Querían seguir con la misma pauta, mantenerme encasillado como el nuevo baladista español. Necesitaba cambiar de aires, ser yo y me duele decir esto, pero ni siquiera por ti iba a cortarme las alas.

—No sabía que podías ser tan cínico —gruñe.

—Llámalo como quieras, pero aunque te dejara o no, iba a irme. Y si esa es tu maldita razón, entonces deja de victimizarte; déjame en paz.

—Una vez te dije que nadie me deja. Ni siquiera tú, pude dejar que pasaran mujeres en tu cama. Al final, seguía en tu mente... hasta que te fijaste en Valentina. No soporto que te hayas enamorado de una poquita cosa.

—¡No te expreses así de mi novia! —exclamo, tratando de controlar mi molestia.

—Ahora la defiendes... increíble, después de revolcarse con el casi esposo de tu mejor amiga.

—¡Te dije que te calles! Además ni siquiera sabía que nos conocíamos...

—Pero tú sabes la clase de hombre que es... mira que engañar a su novia.

—¿Y cómo sabes eso? Nadie sabe sobre ello, solo Agustín, Valentina... ¡Lo hiciste tú! Provocaste aquello y eso explica las fotos que me mandaron.

Sonríe maliciosa, no puedo creer la clase de mujer con la que estuve saliendo. No tiene corazón, pero debí suponerlo, se revolcó con quien fue el novio de su gran amiga. A saber qué pudo haber sido capaz con tal de vengarse de mí. Agita su pelo, imperturbable, sin siquiera negar lo que dije. Y está siendo grabada, eso es más de lo que esperaba.

—Así fue. No pensé que aquello acabara en un accidente, de todas maneras no me interesa. Pasó lo que tenía que pasar.

—No puedo creer que seas tan fría e indiferente, causaste la muerte de una mujer y tú ni en cuenta.

—Piensa en lo que quieras, estamos aquí para que dejes de lloriquear ante los medios. Si no quieres que algo le pase a tu noviecita.

—¿Eres capaz de lastimar a alguien más? ¿No tuviste suficiente con Nadia?

—Eso pasó por sus estupideces, no me quieras culpabilizar de ello. Pero sí, ya lo fui... ¿Cómo crees que se perdió ese bebé? —se burla. Que no sea lo que estoy pensando.

—¿Tú la empujaste? ¿O la atropellaste? —pregunto con el nudo en la garganta. Ella simplemente se ríe— ¡Maldita sea, responde!

—Te dije, aquel que se acerque a ti va a perderlo todo. Digamos que le di el empujoncito que necesitaba para volver contigo.

—¿Esteban estaba en el maldito coche?

—No... solo fue cuestión de suerte. Sin embargo, disfruté de verla tirada en el suelo, en un charco de sangre.

—Te juro que esto no se va a quedar así, Raquel. No voy a parar las entrevistas, nos veremos en los tribunales.

—Si esa es tu decisión, atente a las consecuencias. Ella va a pagar tu atrevimiento.

Valentina está sobre la cama, dormitando aún con la ropa de esta tarde. Tomo el edredón y cubro su cuerpo, no sé si decirle lo que he descubierto hoy o dejar que todo esto pase para que lo asimile con calma. Reconozco que llegué tarde tratando de despejar mi mente, pensando en lo que sería mejor en este momento.

Enredo mis dedos en su cabello, mañana pediré a Esperanza que monte un equipo de seguridad para protegerla y haré una visita especial. Seguro que él no sabe la clase de hija que tiene, ni se imagina lo que ha hecho solo por una ruptura. Soy débil, en este momento podría decirle todo y ella reaccionaría de la peor manera; no quiero verla llorar.

Tomo una pequeña hoja, escribo rápidamente y lo dejo sobre la mesita. Marco su número, estoy seguro de que aún sigue despierta.

—Necesito que me reserves una habitación y que vayas allá. Hay algo que necesito contarte.

Valentina

Lo busco en la cama, pero me encuentro con la soledad y frío ¿Dónde está? ¿Por qué no está conmigo? Mis pensamientos me llevan a los días que pasé sin él, llorando por su ausencia y por mi orgullo; odio aquello. Veo una pequeña hojita, él estuvo aquí. Entonces ¿Por qué se fue? Llamo a su teléfono mientras leo la nota, pero no contesta y las palabras escritas me dejan todavía más confundida.

—¿Qué estás haciendo Pablo? —murmuro.

«Perdón por irme,pero es necesario... cuando pueda te diré todo; no olvides, mi amor, que micorazón es tuyo».

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora