33

358 30 2
                                    

Valentina

Nuestra amistad se había roto, lo dejó saber cuando se fue mientras decía palabras crueles y me escuchaba llorar. Layla se acerca a abrazarme, Agustín se reclina a la pared, desconcertado. Quiero decirles que se vayan, pero tengo miedo de lo que podría hacerme si me quedo sola.

Abril es la más hermosa de las dos, los chicos siempre se fijaban en ella cuando salíamos juntas. A pesar de todo, seguíamos en nuestro rollo, jamás dejamos que eso nos separara, hasta que le confesé mi amor por Pablo.

No me duele por él, sino por todos estos años de amistad con ella. Por la confianza que le tuve durante ese tiempo e incluso daría mi vida por ella. No puedo soportar que alguien me traicione de esta manera. Por otro lado, esto también me demuestra que el supuesto cambio jamás existió. Sigue siendo el imbécil sin escrúpulos para el que trabajaba.

—Desahógate, no te guardes nada —susurra—. Luego te llevaré a tu recámara para que duermas.

Maldigo, grito, lloro. Ante la mirada de aquellas dos personas que han sido más amigos que ella. Sin embargo, ambos tienen un aura extraña. No hablan más, sino que dejan que mi tristeza fluyan. Luego de unos minutos sollozando, me pongo en pie por mi cuenta, ignorando el daño que me pueda causar y me voy a la cama. Espero que entienden la indirecta, estaré bien, pero quiero estar sola.

Unas voces, provinientes de la sala, me hacen despertar. Volteo a ver mi teléfono, ya es tarde; se supone que deberían volver a casa. Están haciendo mucho por mí y no sé cómo agradecerles por ello.

—Es mentira, él me contó toda su historia y esa chica no entra en ello.

—¿Y tú crees eso? A ver, no me gustaría que se rompa el corazón. Como me pasó a mí.

—Te lo prometo. Es más vamos a llamarle a Mariola. Vaya, no he encendido el teléfono en varias horas. Pero puedo asegurarte que sí la ama y que desde que se enamoró no ha vuelto a tocar a otra mujer.

—Entiendo, pero sin el respaldo de otra persona, tu testimonio no es válido. Fuiste su novia.

—Eh... bueno, en realidad solo fingimos, solo nos besábamos en público.

—¿Por qué?

—Le dolía que estuviera contigo y quería que Valentina reaccionara. Además necesitaba olvidar a alguien. No me preguntes —replica antes de que Agustín dijese.

—De todas maneras, creo que por ahora hay que dejarla tranquila. No me parece que Abril lo haya dicho con malas intenciones.

Sea como sea, no podría perdonar el daño emocional que me está causando. Además no podría estar con Pablo, no después de semejante traición. Así que cierro los ojos y trato de volver a dormir.

Suena el timbre, no sé quién de los dos abre, pero logro oír unos gritos: se trata de Esperanza y la voz, desesperada, de Mariola ¿Qué hacen ellas aquí? Decido levantarme para acercarme a la puerta de la recámara y escuchar la conversación antes de decidir salir a afrontar.

—¡¿Dónde está?!

—¿Quién? —pregunta Agustín.

—Valentina y Pablo, sé que están juntos, así que me dices a dónde se fueron —grita Espe.

—A ver, tranquilízate primero porque no sé de lo que hablas. Pablo no está aquí y Valentina está...

—Estoy aquí —espeto—. Y no les permito que griten en mi casa. Tu amigo no está aquí, así que pueden marcharse ya además no entiendo porqué lo buscan aquí, él y yo no somos nada. Vayan a preguntarle a Abril.

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora