Pablo
Mis piernas tiemblan, hace mucho que no tenía la sensación de ser poca cosa… específicamente hace cuatro años. Había luchado con uñas y dientes para terminar la relación con Raquel; con la disquera propiedad de su padre. Y, a pesar de que no estoy solo, los recuerdos de la última vez que estuve en este edificio me paralizan.
«Todo sea por ti, cariño».
La noche anterior la pasé en un hotel, hablando con Mariola, preparando el material para entregar a la policía y asimilando la confesión de Raquel. Me duele estar lejos de Valentina, pero no me sentía listo para decirle que, tal vez, yo soy culpable de que haya perdido a su bebé. No tengo cara para decirle a Agustín que fui yo, quien les hizo ese daño. Después de este infierno, hablaré con ellos y entenderé si, para ella, esto mata su amor por mí.
—¿Estás listo? —pregunta Esperanza—. De todas maneras, la amenaza de la demanda lo obligará a parar esto.
—Lo sé, pero recordar que aquí casi me cortaron las alas me frena. Además es vergonzoso decirle que su hija es una asesina, manipuladora y que sea yo el culpable.
—Esto son resultados de sus acciones, tú no puedes atribuirte esa responsabilidad —puntualiza—, y Agustín y Valentina entienden eso. Esto no fue por tu culpa; no tienes 22 años, tienes 28 y eres dueño de tu destino. Así que iremos a enfrentarlo, estoy contigo.
Deberían existir más personas como ella.
Todo parece estar igual que hace cuatro años y las mismas sensaciones me invaden al estar aquí, intento controlar mis nervios en la sala de espera. Pero todo de desmorona cuando la secretaria nos avisa que podemos pasar.
El tiempo no parecía pasar en aquella oficina. Los muebles, el color de las paredes, incluso el aire cargado de tensión seguían siendo los mismos. Augusto, el padre de Raquel, estaba sentado sobre el escritorio, su mirada imperturbable me causaba cierto temor; afortunadamente tenía a Esperanza a mi lado para controlar mi temor.
—Estoy al tanto de tus escándalos recientes, Pablo, y no estoy dispuesto a hablar contigo sobre regresar al sello…
—No vine por eso, señor, vine para decirle que no se vale lo que su hija está haciendo.
—Ni se te ocurra involucrarla en esto…
—Esto no hubiera salido a flote, pero ella movió todas las influencias que usted posee para manipular la información. Tanto usted como yo sabemos que soy el autor de mis canciones.
—¡Cómo te atreves! —exclama furioso, se levanta de la silla.
—No, estoy diciendo la verdad. Y tengo pruebas… —antes de que continúe defendiendo a Raquel, reproduzco los audios de ella y su amante. Su expresión pasa de la sorpresa a la ira. No creía lo que está escuchando y, lo que es peor, que le esté echando la culpa a él por sus actos. Me da lástima.
Esperanza también está impresionada por lo que ha oído del audio de Raquel. Una cosa es que se lo haya contado y otra escucharlo de sus propias palabras. Augusto se sienta, totalmente impactado, su cara está pálida e incluso me empieza a preocupar que haya sido mala idea ir con él.
—¿Has interpuesto una demanda? —pregunta.
—Mis abogados están redactándolo —respondo seguro.
—Por ese infeliz de Esteban no puedo hacer nada, pero quiero que retires a mi hija de esto.
—¿Por qué debería de hacerlo? Ella provocó dos muertes, indirectamente, y no quiero que siga libre sin haber pagado las consecuencias.
«Cuando menos alguien debe pagar por el dolor del amor de mi vida», pienso para mis adentros.
—Lo sé…, mató a un bebé —musita mientras se pasa las manos por el rostro—. No sé qué hacer Pablo. Te prometo que aclararé los rumores, callaré a los medios e incluso culpar a la empresa por ello pero no sé necesito pensar sobre qué haré con ella.
Si bien no es la respuesta que esperaba, al menos me tranquiliza saber que este maldito tormento se ha acabado y que, en cualquier momento, Raquel se enterará de que está contra la pared. Por ahora, voy a interponer la demanda contra Esteban por difamación y amenazas contra mi novia; esperaré la respuesta de Augusto, es lo mínimo que puedo hacer por él.
Afuera de la oficina, abrazo a Esperanza mientras dejo que la tensión salga de mi cuerpo y mi mente formule una pregunta: ¿cómo voy a decirles sobre el bebé?
—¿Quieres que yo los cite? Mientras te puedes armar de valor, porque no puedes dejar demasiado tiempo por esto. Valentina me ha hablado varias veces, estoy segura de que Mariola le ha dicho algo, no es justo que la dejes así como así.
—Sí, lo entiendo. Solo necesito tiempo…
—Pues eso es lo que no tienes, así que es mejor que me digas a qué horas los reuniremos…
No voy a negarlo, tengo mucho miedo.
—Quiero empezar con Agustín; cuando Augusto me diga lo que hará con Raquel, le diré a mi novia. Le diré a Layla que quiero verlos a ambos, estoy seguro de que necesitará apoyo.
Y es así como, media hora después, estoy en el departamento de Layla esperando a que llegue Agustín. Ella, al verme nervioso, me dio una taza de té. No me quedó de otra más que contarle la verdad, quizás es más comprensiva al oír mi culpabilidad. Sé que no fui la mejor persona en ese momento, pero Layla fue de las pocas que me apoyaron cuando empecé a cambiar.
—No eres culpable… y lo sabes. Tienes que pensarlo así porque, de lo contrario, Raquel habrá ganado en su lucha por hacerte infeliz.
—Lo sé, pero debo reconocer que soy feliz por el sacrificio de una vida y, lo que es peor, fue provocado por alguien que solo deseaba mi infelicidad.
—Espera a que llegue mi novio, yo creo que lo entenderá.
A los pocos minutos, Agustín había llegado. Preocupado por la manera en que Layla lo habló, a pesar de que no le dijimos el tema por teléfono, puede intuir que es algo grave. Lo actualizamos en noticias respecto a Esteban pero cuando estoy por mencionar a Raquel, me empiezan a temblar las piernas.
—No es fácil lo que hoy a decirte, Agustín, porque estás involucrado en esto e incluso ni siquiera debería ser yo quien debe decirlo. Quiero que me perdones por lo que estás por escuchar y entenderé si dejamos de ser amigos.
—Pablo, no te anticipes a los eventos, deja que escuche el audio y luego veremos.
Dejo mi teléfono sobre la mesa. Al primer minuto de la conversación, noto cómo palidece su rostro y sus gestos endurecen. No es fácil entender que quién le arrebató la felicidad, dos veces, fue alguien que estaba obsesionada con su amigo. Peor cuando se trata de un bebé. Volteo la mirada hacia Layla quien está en silencio y veo la compasión en sus ojos.
Cuando la grabación llega a su fin, me atrevo a mirar a Agustín. Al encontrarme con sus ojos, no veo rastros de odio, pero le duele, lo sé.
—No puedo creer que exista una persona tan malvada como para hacer daño a quien sea con tal de destruirte —musita—, pero no tienes la culpa. Esa mujer no acepta las cosas y eso no está en ti.
—Debí frenarla a tiempo, tratar de terminar las cosas bien, ponerle atención a lo que estaba a mi alrededor…
—El pasado no se puede deshacer, pero el futuro no está escrito. Debes hablar con Valentina pero puedo asegurarte que, al igual que yo, lo entenderá.
—Eso espero, porque si ella me deja… no sé qué sería de mí.
Valentina
Esperanza no responde mis llamadas y Mariola solo me da largas. De Pablo nada sé, me está matando estar sin hacer nada por él. Mucho más cuando ni siquiera me avisa sobre donde se encuentra. Había decidido regresar a trabajar con Pablo pero, con todo lo que está pasando, empiezo a creer que todavía no es momento de reincorporarme.
Cansada de esperar, tomo mis cosas y le escribo una nota antes de irme de su departamento. Iré a la oficina a ver, personalmente, a Mariola. Algo me esconden y yo necesito saber qué es, por qué me lo están ocultando y por qué me evaden.
Justo cuando estoy por salir, me encuentro con Pablo en el umbral de la sala. Tiene la ropa desarreglada, el cabello enredado y el rostro cansado, como si no hubiera dormido en toda la noche. Me mira en silencio, preocupado; ninguno de los dos toma la iniciativa de empezar a conversar.
—Tengo algo que decirte, mi amor, y sé que cuando termine te perderé.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Antes que nada, quiero que sepas que te amo y que jamás desearía decirte esto pero tienes derecho a saberlo.
—Pablo, me estás asustando —respondo temerosa.
—Sé quién mató a tu bebé.
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¿Cómo decirte que te quiero?
Fanfiction¿Qué debo hacer para que te fijes en mí? Siempre pasas a mi lado, pero jamás te detienes a mirarme. Soy solo una más en la lista de personas con la que te has topado. Tienes todo y yo tengo nada. ¿Cómo puedo rivalizar con las mujeres que te pasea...