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Valentina

—¿Todo bien? —sus brazos rodean mi cuerpo. Me apoyo en su pecho y suspiro.

—Ojalá pero no. Logré hablar con Abril, vamos a verla mañana así que debo avisarle a Julia para que no insista. No quiero que sospeche.

—¿Realmente tengo que ir? Lo último que quiero es verle la cara a alguien que nos ha hecho tanto daño.

—Te entiendo, cariño, pero es necesario que lo hagamos juntos. Que ella vea que no pudo con sus intrigas e incluso note su grado de locura por seguir con este maldito teatro aun cuando su prima ya está mejor.

—De todas maneras, mañana estaré hundido en entrevistas así que un encuentro cara a cara no hará más diferencia.

Sé lo mucho que le abruma todo esto y agradezco que esté dispuesto a reunirse con esa mujer, todo lo que dijo y que nos hizo dolió como nunca a tal punto de destruirnos. Pero debemos hacerlo por el bien de todos. Voy hacia la cocina a preparar algo ligero para cenar, el día ha sido agotador y apenas hemos comido bocado alguno.

Pablo no hizo ademán de acercarse para ayudarme a preparar la cena… y lo agradezco. En otro momento estaríamos comiéndonos a besos, jugando, haciendo de todo menos cocinando; ahora estamos en un limbo del que lo único que estamos seguros es de lo que sentimos el uno del otro y no habrá tranquilidad hasta que Abril, Raquel y Esteban nos dejen en paz.

—Quiero preguntarte algo…, Julia habló sobre una carta, entiendo que tú la leíste y quizás eso hizo que volvieras, casi, conmigo. Me gustaría leerla —comenta cuando traigo los platos a la mesa.

—No casi volví, estoy contigo. Sé que fui muy dura contigo y reconozco que esa carta me abrió los ojos, pero de haber sabido antes que estabas en el hospital, hubiera ido a verte y a cuidarte porque te amo y eso no podía cambiarlo de la noche a la mañana. Aquí la tengo, después de cenar te la doy.

—Gracias…, de todas maneras, nos debemos la reconciliación que merecemos —susurra acercándose—. Estoy contando los minutos para volverte a tener en mis brazos.

Mientras hace esa declaración, las puntas de sus dedos se deslizan por mi piel. Sus labios están sobre mi cuello y siento mis piernas temblar. No puedo negar que necesito esto como el aire que respiro, pero quiero que la próxima vez que estemos juntos sea sin más miedos ni temores. De todas maneras puedo disfrutar de sus besos, aunque los dos sabemos que lo mejor es esperar.

No quería que llegara el amanecer. A pesar de que hablamos largo y tendido sobre el plan que vamos a entretejer para hacer caer a Abril y Raquel, no podía evitar sentir nervios de que las cosas no salieran bien y empeorar más la situación, pero es necesario hacer esto porque de nada sirve escondernos de los problemas.

Al menos tampoco éramos los únicos nerviosos, Mariola y Esperanza caminaban de un lado a otro mientras esperamos las llamadas por parte de la prensa. Julia, quién llegó minutos después para preparar la coartada que le diremos a su prima, casi le tiemblan las manos. Después de entrevistarse con, por lo menos, cuatro programas de radio y televisión así como diarios, nos fuimos al lugar que cité a Abril.

Decir que se sorprendió al vernos a los tres, especialmente a Pablo y a mí tomados de la mano, es poco. Está roja de la rabia, deseando arrastrarnos por toda la cafetería. Con ver esa expresión me doy por servida, pero es necesario que terminemos con esto de una vez por todas.

—Se supone que esto era entre tú y yo —gruñe—, no era necesario que trajeras espectadores.

—Son víctimas de tu obsesión así que era esencial que vinieran. Pero bueno, no perdamos el tiempo con nimiedades. Como puedes ver, Julia está aquí por lo que no quiero tus excusas baratas ni que te refugies en ella.

—No entiendo… —ignora mi comentario y se dirige a su prima—, cómo es que lo defiendes después de la canallada que te hizo ¿No crees que apoyarlo en su relación es lo más humillante que puedes hacer?

—Lo que no sé es por qué obsesionarte tanto con los culpables y no ayudarme a salir adelante. Yo jamás te pedí que hicieras esto.

—Pero es lo que se merece ese infeliz.

—¿Te das cuenta de que es lo mismo que yo pensé cuando fui a su casa a dispararme? —exclama—. Y mírame, me costó mucho tiempo recuperarme ¿Realmente es eso lo que quieres?

—Quiero que pague por lo que hizo...

—¡Es que él no hizo nada! Fui yo quien se aferró a pesar de saber que esto no era duradero, por eso te pido que dejes esto, no quiero más sufrimiento por mi culpa.

—Si lo estás diciendo para justificarlo entonces estás perdiendo el tiempo.

—No, lo hago porque te quiero y porque ya sufrí mucho buscando algo que no existió. Estoy reconstruyendo mi vida para dejar aquello en el pasado. Entiéndeme.

Abril se resiste a escucharla por un momento, hasta que la oímos sollozar. Pablo mira con pena la situación, y a pesar de que leyó la carta, no deja de sentirse culpable de que la situación haya llegado a tal extremo. Por mi parte, siento compasión por Julia pero no creo que pueda perdonar a su prima. Sin embargo, vemos cómo cambia de actitud y se acerca para abrazarla.

Tal vez… esto era lo que necesitaba.

Al ver que no somos necesarios y que, probablemente, tengan más cosas de qué hablar nos salimos de allí. Ya no habrá problemas por parte de Abril Medina, aunque estaré tranquila solo hasta que hable con Julia.

—Pues espero que tengas razón, porque con lo de Raquel tenemos más que suficiente —concluye Esperanza cuando le relato lo que pasó. Pablo tuvo que ir a Warner, junto a Mariola, para aclarar todo lo que está sucediendo.

—Esta vez confío en que sí.

De repente, un estrepitoso sonido nos asusta. Tratamos de ignorarlo pero insiste tanto que no me queda de otra más que acercarme. Las piernas me tiemblan cuando es Esteban, bastante enojado.

—Así que la putita de Alborán está aquí —se burla—. Creí que habías huido cuando viste las noticias de tu cantante de quinta.

—Pues fíjate que no, no habrá nada que me separe de él. Lo que me intriga es saber qué haces aquí.

—Eso no creo que te importe, bueno… sí. Quería comentarle a tu noviecito que deje de hacer entrevistas sino quiere arruinar el resto de su vida —comenta relajado.

—¿Vas a dar declaraciones de cómo fingiste que te golpeaba? Porque sabes perfectamente que tú lo provocaste —inquiero.

—¿Crees que alguien va a creerle? Él robó mis canciones.

—Eso no te lo crees ni tú, es más ni sabes escribir una rima.

—Es verdad, pero tenemos a la prensa de nuestro lado. Ellos seguirán con este circo porque les conviene. Así que… que pare esto o va a sufrir las consecuencias.

—¿Es una amenaza?

—Una advertencia…

¡Maldito! Sabía que ese par de ratas haría algo como esto, pero no pensé que fuese tan pronto. Aviento la puerta, miro a Esperanza quien tiene el teléfono entre sus manos y una gran sonrisa. Se acerca y me muestra el contenido. Para nuestra fortuna, el imbécil no la vio mientras cantaba todas las verdades; ahora tenemos material para ganar más tiempo y terminar de destruirlos.

Pablo

Después de dos horas tratando de convencerlos que tengo la situación en mis manos, finaliza la reunión. Estoy agotado y Mariola también, ha sido una mañana pesada aunque tenemos el voto de confianza de la disquera, también de la compañía a la que hago publicidad. Sin embargo, tenemos que resolver esto rápido porque no creo que tengan mucha paciencia.

—Por parte de Abril lo tenemos resuelto. Layla me dijo que Julia ha llamado a algunos programas para dar su declaración y nos ha dicho que su prima se ha convencido de sus palabras. No volverá a atacarte.

—Dios… —suspiro—, pero ahora queda lo del plagio.

—Tenemos el registro en la Asociación. Además tenemos pruebas de tus amigos y los abogados ya están preparando la demanda… esto lo tumbaremos rápido.

—Voy a enloquecer, amiga, te lo juro —murmuro.

El teléfono suena, es un número desconocido. Le pido a Mariola que continúe el camino hacia el carro mientras respondo la llamada.

Vamos a negociar, Pablito. Te parece si nos vemos esta noche…

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora