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Pablo

Perdonar me hace sentir mejor. Comprendí que yo he sido perdonado cuando podría no merecerlo, pero el amor y el cariño que todos sentían por mí fue lo que impulsó a que me abrieran las puertas de sus vidas. Es por ello que no puedo ser cruel con Valentina, pues el error que cometió es mínimo, comparado con lo que yo hice. Además, la adoro, maldita sea, y no puedo estar mucho tiempo sin ella, porque me volvía loco cada minuto que estaba lejos.

Pero, por ahora, aquella felicidad se ha ido al carajo con el encontronazo con Esteban y la advertencia de mi novia sobre un supuesto paparazzi. Ella tiene razón, no pienso permitir que ese par de malditos arruinen lo que estoy construyendo. Esta vez no les voy a dar el gusto. Salgo del baño, después de haberme enfriado un poco, la veo sentada en el sofá. Con una enorme sonrisa, me invita a sentarme a su lado.

—¿Quieres que vuelva a perder el control?

—Por mí fuera, sí. Necesito sentirte para creer que estás conmigo. Pero lo más importante es dar pasos adelantados contra lo que puedan hacer Esteban y Raquel.

—Exactamente. Después podremos irnos al Caribe y no regresar en tres meses —me mira en una mezcla de incredulidad y picardía—, bueno, después de la gira.

Iba a decir algo más pero el timbre suena, resignada, va a recibir a los chicos. Quienes miran a mi alrededor, como si esperaban una guerra. Ahora me arrepiento de haberlos llamado tan rápido, de no ser por esto, podríamos estar haciendo otro tipo de cosas en el sofá. Dejo de pensar en las imágenes que va creando mi mente antes de que despierte cierta parte de mi cuerpo.

Los chicos se sientan, al igual que Valentina. Al observar que está junto a mí, se quedan más sorprendidos aún. Antes de que empiecen a preguntar sobre qué ha sucedido, les explico el encuentro que tuve y lo que observó ella. A mis managers casi les da una parálisis facial y no las culpo, suelo ser muy impulsivo e idiota cuando se trata de ellos. Estoy casi seguro de que están planeando mi muerte.

—Esto es el colmo, Pablo Moreno —regaña Esperanza—. Sabes perfectamente lo que ellos quieren de ti y se los das en bandeja de plata ¡Es que estás loco!

—No, estaba cegado por la rabia. Él estaba acosando a Valentina y eso saca lo peor de mí. No podía estar de brazos cruzados al verla entre sus brazo —ella se mueve incómoda.

—Ustedes no tienen nada que ver...

—Hablemos de lo que podemos hacer —gruño. No me interesa ponerlas al tanto de mi situación, al menos no ahora—. Sugiero hacer una conferencia de prensa.

—Ya, perdiste la razón ¿Crees que eso nos beneficiará? Al contrario, vas a avivar la hoguera. No sabes las ganas que tienen de comerte vivo.

—Pero tampoco puede quedarse tan campante cuando ellos empiecen a vender la noticia —refuta Layla.

—Aun así, no nos podemos precipitar. Vamos a dejar que ataquen primero mientras formamos la estrategia para defendernos —concluye Mariola.

Suelto un ruidoso suspiro, odio sentirme tan impotente. No quiero manejar las cosas de esta manera, pero no puedo hacer nada de mi parte porque tendré hasta las redes sociales controladas y mientras ellos van a hacer lo que quieran con esos videos, yo esperaré sentado como un acusado su sentencia. La primera visión que van a tener mis fans es el video donde me tacharán de violento. No pienso permitir que las cosas se tornen así, por lo que intento persuadir a las chicas. Para mi desgracia, Valentina, Layla y Agustín están de acuerdo con la estrategia.

—Me alegra que no se estén matando —bromea Layla—, creí que esto sería una batalla campal.

—Créeme, con Esteban encima de Valentina, estaba perdiendo los estribos —gruño, ella se cruza de brazos.

¿Cómo decirte que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora