Epilogo

4.4K 188 9
                                    


Empresas

Era lo único que mi mente procesaba desde que tenia ocho años. Una edad donde las niñas juegan con muñecas, sin embargo, a mí nunca me gustaron. Toda mi vida cambio al escuchar una conversación.

Tenia casi ocho años cuando ocurrió. Solo quería ir a tomar agua, pero como dicen las paredes tienen oídos.

- Tenemos que decirle.

- aun no, por favor – sollozos de mi madre se escuchaban. Nunca me había gustado escucharla llorar, al igual que mi padre, por eso me alarme cuando escuche su llanto.

- No podemos ocultárselo más... - dijo mi padre con voz suave.

- ¡Es muy pequeña! – grito mi madre.

Desee haberme ido en ese momento, pero mi curiosidad me gano, pensé que era una de las discusiones habituales que tenían mis padres, pero nunca había visto a mi madre llorar en una de ellas o gritar demasiado fuerte, lo más lógico es que fuese un tema delicado... y lo era.

Mi abuelo por parte de mi difunto padre biológico había sido diagnosticado con cáncer terminal, uno que no tenía cura. A los meses murió, y como era de esperarse, la herencia de toda su empresa me correspondía a mí, a una niña de ocho años, por eso mi madre no quería contarme nada, pero era muy tarde, porque poco a poco yo me fui haciendo la idea, y en ese momento mi niñez se acabó, y empezó a pensar de una manera mas racional. Eso la destruyo. Pero cada día intento mejorar mas para hacerla sentir orgullosa, aunque ella dice que ya lo está; yo quería darle razones.

- Vámonos, es hora.

Suelto un suspiro intentando relajarme. No puedo demostrar nervios, eso les daría ventaja. Quiero mostrarme segura, aunque solo tenga dieciocho años.

- ¿y mama? – pregunto en un susurro, aunque ya se la respuesta.

- Sabes que a ella no le gusto esta decisión desde un principio. – dice con culpa.

- Fue mi elección, no es tu culpa.

- Vamos.

Ruedo los ojos. MI padre a veces suele ser muy terco, creo que eso se le pego de mi madre, pero yo soy peor, fue mi decisión a pesar de haber tenido muchas opciones, tome la que me pareció más correcta desde el principio, y esa era manejar dos empresas a la vez, puede parecer imposible, pero no, me fue capacitando cada día para este momento, en el cual tomaría la presidencia de todo.

- Por favor no lo hagas, no tienes que cargar con esto.

fue lo primero que escuche al bajar las escaleras. Su voz quebrantada por el llanto me hacia dudar de mi decisión, pero tenía que mantenerme

- Sabes que es lo mejor, soy la única que puede.

Pero ella solo lloro aun mas fuerte, pero tenia que mentalizarme de que esta era una reacción normal, y es que con casi treinta y seis años mi madre estaba embarazada, por tercera vez. Amber se encontraba estudiando, mi hermana tenia quince años, en los cuales sus hormonas se descontrolaban, y a la vez hacían que el cabello de mi padre se cayera más rápido, pero a pesar de ser una completa rebelde, era mi mejor amiga, nos entendíamos demasiado bien, ella era toda loca y yo toda callada y seria, nunca había cometido una locura, ni siquiera lo había intentado, y mi madre se culpaba por aquello.

Me acerco lentamente a ella y la abrazo, haciendo que llore aún más fuerte, sé que esta sensible, y yo lo estoy empeorando, pero no puedo dar un paso atrás,

- Estaré bien, ya verás. Pero deja de llorar no le hará bien al bebe – digo tocando su notable barriga de cinco meses.

- Ella tiene razón, princesa. – dice mi padre acercándose para cargarla en sus brazos. – vas a descansar, y cuando venga te traeré una gran hamburguesa. – promete con la constante ternura que utiliza solo para ella.

- ¿Con papitas?

Mi padre suelta una risita antes de contestar.

- Con muchas papitas.




GRACIAS A LOS QUE ESPERARON MUCHOOOOOOO TIEMPO, Y ES QUE HE ESTADO ESCRIBIENDO LA HISTORIA DE HELENA QUE EL AÑO ENTRANTE LA EMPEZARE A PUBLICAR, AUNQUE YA DEJE LA SINOPSIS, ESPERO QUE ME SIGAN APOYANDO.

Esta historia la escribí por simple diversión, pero jamas pensé que lograría terminarla. 

Nos leemos pronto. 

Sólo quiero... *terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora