capitulo 29

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Capítulo 29

Hoy el cielo esta despejado, solo se escucha el sonido del canto de los pájaros. Me gusta vivir aquí, es tranquilo, aunque este alejado de la ciudad, es muy tranquilo, es pocas palabras es perfecto para criar a mi bebe, a mi Helena.

Tengo la sensación que ahora en adelante todo ira bien, me esforzare para que mi hija no sufra por la muerte de su padre, cuando crezca, pero supongo que también dependerá de ella.

Wyatt no se ha separado de mí, de seguro piensa que en cualquier momento me pondré a llorar, pero no, la vida tiene que seguir, es lo mejor para todos. No es que diga que no lo extraño, no que me duela su partida, todo lo contrario, pero, aun así, quiero permanecer fuerte, por mi hija.

Mi hermano... bueno prácticamente, nada ha cambiado. Me viene a visitar a veces, ya que la universidad lo tiene estresado, supongo que estará en parciales, ya que ahora tiene grandes bolsas bajo los ojos, pero algo me dice que es por otra cosa, su relación con la tal Anna no se como va, ya que casi no le gusta hablar de aquello.

El padre de Eric hoy viene a hablar conmigo. Quiere dejarle cuando muera, todo a mi pequeña, no es que me queje, pero ¡Maldición! Ni siquiera ha nacido y ya están planeando su vida, eso es lo ultimo que quiero para ella. Deseo únicamente que tenga una vida feliz, donde sea ella misma, no lo que quieren que sea. Dejando aun lado ese punto, Wyatt estará ahí también, eso me ayudará demasiado, porque me sentiré mas confiada conmigo misma. De tal forma que hay que estar preparados para lo que diga ese señor.

- Amor, ya llego – dice Wyatt sacándome de mi ensoñación.

Me separo de la ventana que da con el jardín, aun no puedo creer que viva sola con Wyatt.

Desde la muerte de Eric, se ha mantenido más apegado a mí, incluso trabaja aquí mismo, tiene su oficina al lado de nuestro cuarto, y aunque estamos separados por una pared, sé que él está ahí, conmigo.

Francelena, ha estado muy ocupada con Danna, al parecer ya está empezando a gatear, y eso la tiene enloquecida, ya que su casa, es casi toda de porcelana, pero bueno, al menos se distrae de la ausencia de su hijo. Y así yo no me siento tan mal, bueno en parte.

Bajo las escaleras con ayuda de Wyatt, ya que, con mi estado, en cualquier momento me puede dar un fuerte mareo, y bueno... es mejor prevenir que lamentar.

Lo primero en que me fijo, son en mis hermosos muebles. Hace poco los compramos a mi gusto, como me prometió Wyatt. Lo mas incomodo fueron las miradas de todos al vernos agarrados de la mano, y obviamente al ver mi panza, lo más probable es que piensen "pobres niños, ya dañaron su futuro" ¡Por Dios! Ni que estuviéramos consumiendo droga para que digan eso, y, aun así, no se porque se meten o dicen aquello. Cuando en realidad no saben nada. Odio las personas así.

En mis lindos sillones esta sentado un señor. ¡Es igualitico a Eric! Aunque lo he visto varias veces en televisión, no es lo mismo que verlo en persona, sus ojos verdes del mismo color del que su hijo, se fijan en mí, y me miran de forma curiosa, como si tratara de resolver una ecuación. Ni que fuera tan fea, para que su hijo ebrio o se fuera fijado en mí, pero bueno, digamos que mi cuerpo ya no es el mismo, pero Wyatt me dice que me sigo viendo sexy, y yo le creo. Además, no es el único, mi hermano también dice lo mismo.

–Un gusto poder al fin conocerla, señorita Amelia – su voz es gruesa, de todo un jefe.

–Igualmente, señor – digo tendiéndole la mano, pero no la agarra, sino que se inclina y la besa.

Apuesto que mi cara debe parecer un poema, porque Wyatt está aguantándose una carcajada, maldito. Pero lo amo.

– Bien... - finjo mi mejor sonrisa – supongo que su presencia es para hablar de lo que le corresponde a su hija ¿verdad?

– Así es, me gusta tu actitud, directa al punto – dice serio.

Llego el momento de negociar.

–Como se habrá dedo cuenta, mi hijo ya no está – lo dice con tanta normalidad, que me hace pensar que no lo quería, en realidad – De esa forma, mi futura nieta, cuando yo muera, se quedara con todas mis pertenencias, ya que Eric era mi único hijo, y no puedo dejársela a las víboras en mi familia.

Abro los ojos con sorpresa.

– ¿En serio piensa dejarle todo a mi hija? – digo aun sorprendida, miro de reojo a Wyatt, quien se mantiene inmutado con la noticia, frunzo el ceño, al parecer ya se lo esperaba.

– Si, pero con unas pequeñas condiciones – dice mirándonos a los dos.

Trago saliva, estoy muy nerviosa.

– Usted como su madre, puede criarla normal, pero cuando cumpla los dieciocho años, ella estudiará en la universidad que yo elija, y la educare como una excelente negociadora, será mejor que yo. – cuando termina, le es inevitable sonreír, parece esa sonrisa de malvados, que da escalofríos.

¡Pero a la mierda! ¡Me importa un carajo su posición o su dinero!

– ¡Es mi hija! – grito antes de que Wyatt lo haga, al parecer él tampoco está de acuerdo. – Ella tendrá todo el derecho de tomar sus propias decisiones, ella decidirá si se quiere ir con usted, o no. Y si se niega la dejará en paz, si quiere, no le dé su maldita herencia, porque a ella no le faltará nada suyo.

Los ojos del padre Eric expulsan fuego hacia a mí, pero me importa un carajo, no quiero que haga eso con mi hija. ¡Ni siquiera ha nacido!

– Además, su empresa no es lo único que tendrá Helena – interrumpe Wyatt, ganándose nuestra atención – como vera, Amelia es mi mujer ahora – no puedo evitar sonrojarme – por lo tanto, a su hija también le corresponde mi empresa, pero creo que usted ya la conoce, mi nombre es Wyatt Miller – el señor abre sus ojos con sorpresa, al parecer no lo había reconocido. – y créame que a mi hija no le faltara nada, y no creo que le sirva, que la competencia gane ¿verdad? – la mirada de Wyatt es intensa, hasta a mí me dio miedito.

Sus ojos verdes se llenan de furia, pero al parecer está aceptando.

– Esta bien, acepto – respiro aliviada – Helena decidirá cuando cumpla la mayoría de edad, pero, aun así, ella se quedará con mi empresa, y con la tuya – dice lo último con desprecio – pero no me importaría si ella las uniera, eso la haría mas poderosa, y es lo que quiero – dice levantándose y arreglándose. – fue un placer hacer negocios con ustedes, con permiso – y se va.

Un silencio incomodo se forma en la sala, aun estoy reflexionando lo que acaba de pasar. Mi hija sin querer ya tiene a dos empresas en sus manos, no es lo que quería para ella, sin embargo, si ella no quiere hacerse responsable, que ceda el turno, de todos modos, aún falta demasiado para eso.

– No dejare que ese malnacido haga lo que quiera con ella, la educaremos bien – dice con convicción, y eso me saca una sonrisa.

– Lo sé, lo haremos genial – digo sentándome en su regazo, donde sus brazos me reciben- ella no será igual que él, eso jamás lo permitiremos – digo enterrando mi cara en su cuello.

– Exacto, seremos los mejores padres, ella será feliz, sin ninguna presión en su vida. – dice dando por terminado el tema. – y usted señorita tiene que ir a descansar ya, te excediste suficiente por hoy.

– Pero no es mi culpa que el me saque la rabia – digo cruzándome de brazos.

– Estaremos los dos, juntitos, viendo películas, comiendo...

– ¿No tienes que trabajar hoy? – le interrumpo ilusionada

– Hoy no, me quedare con mis dos princesas. – dice cargándome.

Sólo quiero... *terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora