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29 de noviembre

El jueves siguiente me levanté un poco tarde en comparación al horario en que solía estar despierta. Eran alrededor de las 9:30 AM.

Los días anteriores los había pasado consolando a Nico, básicamente.

Dado que me había prometido lo del picnic, la tarde siguiente a la partida de Will la ocupamos con eso. Tuvimos que pasar un rato en el bosque, acostados sobre el pasto y mirando las nubes pasar. Preparé unos cupcakes, e incluso los decoré, pero mi amigo los masticó sin muchas ganas.

Ayer seguía sin tener demasiadas ganas de vivir.

La única solución que encontré a su tristeza fue ofrecerle salir a ver las estrellas por la noche. De pequeños lo hacíamos a veces, y la tradición se mantenía actualmente. El problema principal consistía en que Nico tenía cosas más interesantes que hacer por las noches, junto a su novio.

Eran casi las dos de la madrugada cuando decidí ir a buscarlo a su cabaña. Lo encontré recostado en la cama, mirando el techo, mientras el fuego crepitaba en la pequeña estufa. Lo había llevado al techo de mi cabaña viajando por las sombras.

Las constelaciones lo calmaban muchísimo. A mí me pasaba lo mismo.

Mirar las estrellas surcar el cielo, identificando formas entre ellas y diferenciando las distintas formas de brillar... ¿Había algo mejor?

La noche había sido increíble, pero la falta de sueño me había traído consecuencias. Así, al llegar al comedor me encontraba aún medio dormida.

Quizá fuera por eso que no entendía la razón por la cual había dos personas sentadas en mi mesa antes de que yo llegara.

— ¿Los puedo ayudar en algo, chicos? —dije mientras me acercaba.

El rubio engreído de ayer me miró de arriba abajo, pasando por el sweater que me había prestado Nico por la noche, y por mis Converse desgastadas. Volvió su mirada a mis ojos antes de hablar.

—No, en realidad no. ¿Tú precisas algo?

Alzó una ceja, como si la que estaba equivocada fuera yo.

—Hmm... Sí. Me gustaría que se fueran de mi mesa.

El chico, Evan, se disculpó con la mirada, mientras que Jake se limitó a elevar los hombros.

—Nos asignaron esta mesa, perdona si te molesta —Acomodó su cabello con su mano, y luego me la tendió—. Soy Evan, ¿y tú eres...?

—Sam —pronuncié, tomando su mano y saludándolo.

El chico se giró hacia su amigo.

—Entonces ella será tu profesora de natación y de canotaje, Jake. ¿Qué no es genial? Parece ser cool.

Rodé los ojos y me senté para pedir lo que quería desayunar. Volví a levantarme para ir a hacer mis ofrendas.

— ¿A dónde vas? —Escuché decir al rubio.

Me giré hacia él. Después de todo, no parecía tan malo cuando no había chicas alrededor.

—Antes de comer, siempre quemamos un poco de nuestra comida para los dioses. Es una costumbre que tenemos aquí —Alcé una ceja—. En el Campamento Júpiter lo hacen solo por las noches, ¿no?

Asintieron, y Evan señaló sus platos vacíos.

— ¿Cómo apareció tu comida allí?

Les expliqué cómo funcionaba todo, y me acompañaron hacia el fuego que estaba encendido en una esquina. Al volver a la mesa, me senté frente a ellos.

—Así que te veré en clases de natación en unas horas, ¿eh? —le dije a Jake—. Espero estés a mi nivel.

Mostró una sonrisa tímida.

—Soy un poco bipolar a veces, lo siento. Con esto de mi padre tener dos caras, mi personalidad varía muchísimo dependiendo de quiénes me rodean. Espero me disculpes.

Alcé los hombros, mientras mi desayuno desaparecía de a poco de mi plato.

—Está bien por mí —respondí—. Siempre y cuando hagas lo que quieras en tu clase y frente a tus chicas, pero no me metas a mí de por medio. Además, tú diriges tu clase, pero las lecciones en el lago las doy yo.

Me guiñó el ojo.

—Lo tendré en cuenta —repuso—. ¿A qué hora empieza la clase de hoy?

—Como en quince minutos. Debería ir a arreglarme un poco —dije soltando un bostezo. Mi plato ya estaba vacío.

—Así estás bien, Sammy —Lo miré frunciendo el cejo, y él hizo una mueca—. ¿Está bien que te llame así? Dijiste que no te gustaba Samantha.

Evan se mantenía al borde de nuestra conversación, mientras charlaba con un chico de la mesa de al lado.

—Claro, no pasa nada. Es solo que generalmente mi hermano y mi mejor amigo son los únicos que me llaman así —Di una mirada alrededor, para darme cuenta de que cada vez más campistas partían hacia sus casas. Me levanté de mi asiento—. Iré a cambiarme; necesito mi traje de baño.

El rubio asintió, y se levantó de la mesa.

—La clase es en la playa, ¿cierto?

Asentí.

—Aún faltan unos minutos, pero tengo que organizar unas cosas antes de la clase.

Él también movió su cabeza de arriba abajo.

—Entonces nos vemos luego, Sammy.

how we grew;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora