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24 de diciembre

La fiesta había comenzado.

Nuevamente, el no-autorizado alcohol apareció de alguna parte, y varias personas estaban haciendo uso del mismo. Chicos y chicas de edades variadas iban de un lado hacia otro con vasos hechos a partir de madera de bambú, para evitar contaminar el medio ambiente.

Había una pista de baile, y la cantidad de alcohol consumida era directamente proporcional a la cantidad de gente bailando. Jake, para variar, se encontraba en el medio de la pista, bailando con todas las chicas que se le cruzaban.

— ¿Celosa?

Rodé los ojos.

—No; solo se está divirtiendo.

—Sin ti.

—Sin mí —afirmé—, pero eso no cambia nada.

—Aún no puedo creer que estés con él.

Me encogí de hombros.

—Pues créelo.

En un ataque de rebeldía, me acerqué a la barra donde supuestamente solo había bebidas para toda la familia. Le sonreí a Paolo, el chico brasilero por el que Nico y yo babeábamos.

Hola —dije en español. Dado que no sabía portugués, y de pequeña había estado rodeada del idioma más común de Latinoamérica, decidí hacer uso de mis habilidades con el chico.

Oi, Sam.

Le hice entender que quería algún tipo de bebida que tuviera alcohol, y él me pasó una especie de jugo varios minutos después. Al darle un trago fingí una sonrisa frente al hijo de Hebe, para hacer una mueca apenas terminé de girarme. La garganta me ardía un poco, y a pesar de que no contenía demasiado alcohol (según lo que había llegado a ver), el gusto destacaba muchísimo entre el ananá y el coco.

Con mi vaso en mi mano, y con la mirada desafiante fija en un par de ojos casi negros, bebí todo lo que restaba de mi bebida de un solo trago, sin hacer ningún gesto más que una sonrisa al terminar. Dejé mi vaso en la barra, le pedí a Paolo que me hiciera otro para cuando volviera y me dirigí al medio de la pista.

Llegué a Jake y lo encontré con una chica de la cabaña de Afrodita. Los miré unos segundos con los ojos entrecerrados, y luego fingí simpatía para acercarme. Le toqué el hombro a la chica, y la alejé con suavidad.

—Yo me encargo a partir de ahora, cielo.

A ella no le gustó mucho mi propuesta, pero no era como si pudiera hacer mucho. Se dio la vuelta frunciendo el ceño, y yo escuché la risa de mi novio antes de girarme.

—Eres genial, Sammy, ¿lo sabías?

Asentí mientras pasaba mis brazos por alrededor de su cuello, y comenzaba a moverme siguiendo la música.

Bailamos por un rato largo. Saltamos con electrónica, nuestros cuerpos se pegaron al escuchar una canción perdida de salsa, y me moví como nunca cuando unas canciones en español sonaron.

No es como si supiera mucho de mi madre, pero sabía que hasta que me dejó anónimamente en el campamento, ella se había esforzado en enseñarme español e inglés. A través de los años había olvidado solo un poco, pero al aparecer Leo recuperé la fluidez.

Hasta hoy en día escuchaba música en español. Claro que varios de mis cantantes favoritos pertenecían al mundo anglosajón, pero cuando, una vez por semana, nos permitían escuchar la radio en el campamento, me ponía al día con las canciones latinas que estaban de moda.

how we grew;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora