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23 de diciembre

—Te estuve buscando, Sammy.

Me giré para ver a Jake entrar a mi cabaña, y caminé rápido hasta él. Al llegar, planté un beso desesperado en sus labios, que el hijo de Jano siguió enseguida.

Nuestras bocas se movían en un ritmo que no era constante. Nos besábamos más por necesidad que por el disfrute que un beso trae. Mis manos se encontraban perdidas en su cabello rubio platinado, y las suyas curioseaban por mi espalda baja. Mi pecho chocaba contra el de Jake. La única razón por la cual nos separamos fue que ambos necesitábamos tomar aire.

—Dioses, Sam —dijo, con la respiración entrecortada. Su cabello estaba más desordenado que usualmente, pero una sonrisa decoraba su rostro—. ¿Noche difícil?

Suspiré, devolviéndole la sonrisa.

—Dormí con Nico.

Él abrió los ojos sorprendido.

—Me alegro mucho por ti —Se mordió el labio—. Yo creo que también estoy haciendo un progreso.

Envolví mis brazos a su alrededor, colocando mi cabeza en su pecho.

—Jake —murmuré—, ¿puedo contarle nuestro secreto a Leo? Es mi mejor amigo aparte de Nico, y se enojó muchísimo ayer.

Se mantuvo unos segundos en silencio, pero terminó por asentir.

—Si estás segura de que no le dirá a nadie, entonces sí —dijo por lo bajo—. Yo también le conté a alguien.

Nos separamos del abrazo. Lo miré agradecida.

—Eres un buen amigo, Jake. Muchas gracias por todo —El rubio me guiñó el ojo—. Iré a hablar con Leo, ¿sí? Necesito intentar arreglar todo.

—Ve, linda. Nos veremos en unas horas.

Encontré al hijo de Hefesto en la cabaña que le correspondía. Parecía recién haber vuelto del desayuno. Apenas me vio, interrumpió lo que iba a decir.

—Vamos, acompáñame al búnquer y me explicas la situación en el camino.

No pude más que asentir y seguir sus pasos. Cuando llegamos al bosque comencé a hablar.

—Tengo algo que confesar, Leo —empecé—. Puede parecer loco, ¿entiendes? —Él me miró serio, y me instó a continuar—. Me gusta Nico.

El chico permaneció unos segundos inmóvil, y luego soltó una carcajada. Yo lo miré frunciendo el ceño.

—Hasta que te das cuenta, Sammy —dijo divertido—. Es bastante obvio —Lo miré preocupada, y él negó con la cabeza—. Lo es para mí, los demás no saben nada, te lo prometo.

Suspiré.

—El problema está en que no solo me gusta. Lo quiero. Muchísimo —Leo me dedicó una sonrisa apenada de lado—. Y él está con Will, y no puedo hacer nada.

Seguimos caminando lentamente a través del bosque.

—Entonces por esa razón es que estás fingiendo una relación con Jake, ¿no?

— ¿Cómo sabes eso?

El hijo de Hefesto se encogió de hombros.

—Te conozco, Sam. No puedes comparar la forma en la que miras a Nico con la forma en la que miras a Jake.

Tragué saliva.

—Lo siento por lo de ayer. Nico está siendo un estúpido de a ratos.

Soltó una risita por lo bajo.

— ¿Que lo sientes? No me hagas reír, chica —Me señaló con su dedo índice—. Estás muy feliz de que él esté muy celoso.

Una sonrisa se escabulló por mi boca.

—Quiero que Neeks vuelva a prestarme atención, Leo. Antes éramos él y yo, con Haz de por medio a veces. Ahora, Will está de por medio, y me está por quitar de la escena.

Él negó divertido.

—Lucha por lo que quieres, Sammy, que yo te apoyo —Comenzó a mirarme un poco más serio—. Pero no lastimes a nadie en el proceso, por favor.

Una vez llegamos a su lugar de trabajo, el hijo de Hefesto abrió la puerta y me invitó a pasar. Moví la cabeza de un lado a otro.

—Lo siento, tengo que preparar unas cosas para mañana; tendremos una fiesta por la Navidad. Además —Me encogí de hombros—, aún no he desayunado.

Mi mejor amigo me dedicó una sonrisa.

—Nos vemos luego entonces, Sam.

how we grew;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora