hiked

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Hiked

15 de enero

—La vista es genial.

Asentí en dirección a James. Quité mis ojos de su perfil y me giré para observar la ciudad desde unas montañas cercanas.

Ya era tarde; pasaba de las 8 de la noche, y Leo, James y yo habíamos decidido salir a tener una pequeña aventura. Por ese motivo, me había colocado unas leggings y una campera ligera para poder subir hasta donde nos encontrábamos.

El sol se había ocultado varias horas atrás, y ahora la Luna era la única que iluminaba la Tierra. Las luces de la ciudad se expandían en todo el horizonte visible. No había puntos ciegos: las calles de cualquier megaciudad estadounidense por la noche podían llegar a estar más iluminadas que durante el día. La luz artificial no me fascinaba, pero sí me sentía segura sabiendo lo que tenía frente a mí.

Y sin embargo, nos encontrábamos en plena oscuridad.

La colina en la que estábamos sentados era bastante turística, y por todos lados había bancos para descansar. Pero solo había un camino iluminado para poder subir y bajar, por lo que solo una zona estaba habilitada a estas horas. Nosotros habíamos decidido alejarnos de toda la gente que venía a disfrutar de la vista, separándonos unos cuantos metros. Nos encontrábamos rodeados por las sombras. Las luces destacaban mucho más cuando no formabas parte de los objetos iluminados.

Tal era el caso de las estrellas.

No me llevó mucho tiempo cansarme de las luces estáticas de edificios de apartamentos altísimos. Las calles también estaban decoradas con sus propios focos de luz amarillenta a cada lado del camino. Ni siquiera el hecho de que las luces de los autos serpentearan por las calles evitó que perdiera el interés.

Me recosté hacia atrás sobre el banco de cemento que tenía debajo y enfoqué mis ojos en el cielo.

Ya reconocía varias constelaciones gracias al taller de supervivencia al que había estado asistiendo. Me sorprendí a mí misma recorriendo el cielo con mi mirada, uniendo estrellas para formar figuras que alguien había descubierto miles de años atrás.

— ¿Te gustan las estrellas, Sam? —preguntó James, acostándose a mi lado.

—Me fascinan —respondí—. Usualmente dedico al menos una noche a la semana a observar el cielo. Solía hacerlo con mi mejor amigo.

— ¿Y qué pasó? —Lo miré con el ceño fruncido, sin entender su pregunta—. Quiero decir, ¿por qué ya no lo hacen?

Ni siquiera me había dado cuenta de que, sin dar nombre alguno, había mencionado a Nico.

Me encogí de hombros.

—Se enamoró.

— ¿De ti?

Solté una carcajada.

— ¿Crees que dije que no lo hago con mi mejor amigo porque ahora es mi novio? —le pregunté al chico dos años menor que yo. Negué con la cabeza divertida, pero no pude evitar suspirar antes de contestar—. Ojalá.

Leo se volteó hacia nosotros y decidió recostarse también.

—Sam está enamorada de ese chico, James. Desde siempre.

— ¿Y nunca se lo dijiste?

—No es tan fácil —dije—. No es como si fuera a dejar a su novio porque yo se lo pidiera. Además, ¿acaso no me has escuchado bien? Tiene novio; es gay. Incluso tú tienes más chances que yo.

Él hizo una mueca de asco.

—No intentes emparejarme con nadie, aún no llegué a esa etapa de mi vida.

Leo rió al otro lado de James.

—Claro, ¿y por eso pasas todo el día mirando a esa Thea de tu colegio?

Escuché cómo, entre susurros, el menor reprendía al mayor.

—Lo que quería decir, de todas formas —siguió James, una vez se volteó hacia mí nuevamente—, es que no tienes menos chances solo porque es gay. Apuesto a que le llevó varios años darse cuenta de eso, ¿no? —Asentí—. Entonces, perfectamente puede ser bisexual.

Abrí mis ojos grandes, escandalizada por unos segundos. Después me di cuenta de que el chico solo intentaba animarme, y de que tenía un buen punto.

—Sigue sin ser tan fácil como lo pintas, Jamie. A mí me gustan los chicos, pero no tú, por ejemplo, o Leo.

—Aunque estuvo enamorada de mí hace unos años —dijo Leo por lo bajo, pero lo suficientemente alto como para que yo escuchara. Le dediqué una mirada de odio, y volví mis ojos a los de James.

—No porque me gusten los chicos me gustan todos —expliqué.

Él cerró sus ojos y llevó sus manos hasta detrás de su cabeza.

—Los chicos mayores lo complican todo. Si él te aguantó tantos años como tú dices, entonces te quiere mucho. Si hay chances de que también le gusten las chicas, entonces no deberías perder la esperanza —Se encogió de hombros—. Solo tienes que coquetearle un poco, y lo confundirás enseguida.

Fruncí el ceño, no muy segura de que el plan del chico de catorce fuera demasiado seguro. No le haría caso. Pero me limité a asentir y volver mi mirada el cielo.

Al menos las estrellas seguían estando ahí aunque Nico no estuviera.

how we grew;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora