how we grew;; di angelo [ES]

yawned

Yawned

5 de febrero

Me desperté con una sonrisa, mientras escuchaba la lluvia caer afuera. Aún estaba oscuro, por lo que supuse que era de madrugada.

El reloj de Nico marcaba las tres y media de la mañana.

Bostecé mientras me levantaba y caminaba hasta la ventana. Corrí un poco la cortina y observé el panorama.

La zona de cabañas se extendía casi en su totalidad frente a mí. El campamento se veía iluminado cada algunos segundos debido a los relámpagos de la tormenta que se había formado.

El paisaje me tenía enamorada. Mi padre era el dios de las tormentas, y quizá me encantara el caos natural que ellas provocaban. Significaban desastres, sí, pero limpiaban la tierra para poder empezar de nuevo.

—Te ves bien con esa camiseta.

Me volteé hacia Nico, tirando de mi camiseta hacia abajo. No cubría lo suficiente, y yo no traía la suficiente ropa.

—Podrías haberme dado una de las tuyas.

Se encogió de hombros sentado en la cama y se levantó para caminar hacia mí. Traía solo sus bóxers puestos.

—Esa te queda bien.

Extendió sus manos hacia mí y las tomé. La confianza que había adquirido se notaba muchísimo. Tiré de él hacia mi lado.

—Es como si no tuviera nada puesto.

—Exacto —dijo, mientras se ponía junto a mí y miraba hacia afuera.

Yo seguí su mirada. Desde allí apenas se veía mi cabaña.

— ¿Crees que Quirón no sabe que vienes aquí seguido?

Me encogí de hombros sin mirarlo.

—Estoy segura de que lo sabe. No creo que sepa el motivo exacto.

Pasamos varios segundos más en silencio, mirando a la nada.

A lo lejos, un rayo cayó, iluminando el cielo y sonando bastante fuerte. Al sentir el sonido estando desprevenida, me estremecí. Nico colocó una de sus manos en mi cintura.

—Tranquila —susurró en mi oído. Sentí su mirada sobre mí, pero mantuve mi vista al frente —. ¿Crees que me miras como ves esa tormenta? Estás hipnotizada.

Me volteé hacia él.

—Quizá la esté mirando como miro a mis girasoles.

Puso los ojos en blanco.

— ¿Nunca vas a perdonarme por eso? —Moví la cabeza a mis lados. Se encogió de hombros—. Me gusta que me mires así.

Mordí mi labio, intentando no dejar escapar una sonrisa y fallando. Mi amigo me abrazó y lo sentí sonreír contra mi cuello.