erased

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Erased

21 de febrero

El día en el que Hestia me vino a visitar no había sido tan malo.

Leo había aparecido con el desayuno listo. Había logrado hacerme hablar, me había obligado a tomar una ducha y a cambiarme, y me había llevado a dar un paseo por el campamento, cubierto de nieve.

Al parecer, lograr animarme no era tan difícil si te encontrabas físicamente a mi lado.

Por la tarde hablé con Percy, Austin y Jake, mientras Leo preparaba un hombre de nieve a mi lado. El hijo de Hefesto me había ayudado a derretir un poco del hielo que cubría el piso, permitiendo así Iris-llamar a mis amigos.

Percy se había puesto quizá demasiado contento. Se le notaban ojeras, pero su sonrisa había vuelto a ser la misma de hace unas semanas. Parecía ser que mi salud le afectaba más de lo que le gustaba hacerme creer. Annie había formado parte de la llamada también, afirmando que le alegraba saber que mi situación había mejorado, y que estaba dispuesta a salir adelante.

No podía decir que volvía a ser la de siempre. Apenas reía o sonreía, pero poco a poco mejoraría.

Nico había formado parte de mi vida por los últimos siete años. No sería fácil borrarlo así como así. Sumado a la gran importancia de su presencia en mi vida, hacía meses que no estaba semanas enteras lejos de él, sin comunicación alguna. Últimamente nos veíamos casi todos los días, y pasábamos largos ratos charlando, o disfrutando de la compañía del otro.

Leo me invitó al búnquer donde estaba trabajando. Ayudé con su proyecto durante varios días, saliendo simplemente para tomar paseos, o para ir hasta el comedor. El estar distraída asegurándome de no incendiar nada con el soplete, o de no inundar el lugar había ayudado a mejorar mi estado de ánimo. El ambiente era acogedor. Las chicas me prestaban sus uniformes y los pijamas extras que tenían, y me incluían en sus charlas nocturnas. Para ser alguien que no se había relacionado tanto con muchos chicos de Hefesto, tuve la oportunidad de conocer personas maravillosas.

Pero luego de unos días, la máquina para purificar agua de lluvia en la que estábamos trabajando estuvo lista, y no tuve más remedio que volver a mi cabaña.

Todo estaba igual que cuando me había ido. En total, ocho camas, organizadas en cuatro literas, dos a cada lado del lugar. Al fondo, una puerta de color celeste desgastado destacaba entre las paredes de madera oscura. A través de ella se llegaba al baño, donde mi jacuzzi ocupaba la mitad del espacio. En una esquina, un baúl y un armario contenían mis pertenencias y las de mis medio-hermanos. A sus pies, encontré una caja en el suelo.

Puse los ojos en blanco al pensar en que Leo debía de haber hecho un desastre cuando vino a buscarme algo de ropa. Ignoré la caja hasta que mis pies chocaron con ella. Me agaché e intenté tomarla.

Me di cuenta, tal vez demasiado tarde, de que estaba boca abajo. Todo lo que la caja contenía se cayó al piso. Fotos, caracoles y conchas marinas, un cuaderno, y muchas otras cosas se estrellaron a mis pies. Metí todo rápidamente dentro, y llevé la caja hasta el baño.

Ya sabía lo que contenía. También sabía que mirar todo aquello mientras me daba una ducha caliente en mi jacuzzi me ayudaría a tomarlo con más calma.

Deposité la caja en la mesada y me dirigí a la pequeña piscina. La máquina purificadora no era completamente necesaria: en tan solo unos segundos, mis poderes me permitían limpiar el agua que había allí dentro. Pero potabilizar agua para el campamento entero me consumiría, por lo que el proyecto que habíamos llevado a cabo estaba justificado. El utilizar mis poderes en estos casos me permitía ahorrar agua.

how we grew;; di angelo [ES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora