Parte VI

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Narra Alba:

Es extraño como alguien que ayer no conocías hoy podía ser tu confidente. Las amistades vienen y van, eso lo comprendí hace un tiempo. Creía que siempre sería amiga de mis compañeras de colegio, y también creí que nunca me separaría de mis amigos del instituto, sin embargo, en la vida hay gente que va desapareciendo y otra va entrando.

Quede con Julia en la habitación, después de la conversación con Natalia, le dí un pequeño espacio a Julia, pero todo estaba más claro en mi cabeza. La paz que me aporto, me dejo pensar con claridad.

- Venga pasa, no te quedes en la puerta, al fin y al cabo, compartimos habitación.

La mirada esquiva de Julia a mis palabras me mando el claro mensaje de que no iba a ser fácil.

- Escúchame por favor, somos amigas.

Me acerqué a ella y sostuve sus manos.

- Te prometo que lo último que me gustaría sería hacerte daño. Eres una mujer increíble, pero eso ya lo sabes. No se si esto que sientes por mí es repentino o llevas un tiempo pensándolo.

- Alba, ni fue repentino, ni me arrepiento en absoluto.

- Con más razón, se que en cualquier otra circunstancia tu y yo encajaríamos genial como pareja, pero es que para mi eres una amiga. Una muy buena amiga. Y entiendo que quizás necesites tu tiempo porque esto que estoy diciendo igual te hace daño, pero no querría perderte.

- Siento que mi arrebato nos llevara a esta situación. Pero Alba, yo llevo loca por ti casi desde que nos conocimos, acepté ser tu amiga porque creí que era la única manera de estar a tu lado. Nunca me sentí celosa con tu anterior relación porque sabía que tarde o temprano acabaría, fue paciente, respete tus tiempos, de hecho, hasta que el otro día no te vi en la piscina con Natalia, ni si quiera pensé que ya estuvieras receptiva.

Me morí al ver como la mirabas, como os mirabais....

- Julia, entre Natalia y yo no hay nada....

- Déjame terminar. Pensé que era mi momento y justo cuando nos dimos ese beso, me di cuenta, mi momento no era nunca. Y con esto no te estoy diciendo que no me encantes porque los sentimientos no se pueden cambiar de un día para otro, pero se me va a pasar, y cuando eso ocurra me gustaría que pudieras perdonarme y quizás volver a ser amigas.

Vi como se escapaba una lagrima por sus ojos, y no pude evitarlo, la abracé. Sabía que sus sentimientos eran sinceros y que seriamos una pareja genial, pero en fondo de mi no era lo que quería.

- Eso sí, mientras me desintoxico de ti quizás debamos dejar esto de los abracitos y las caricias...ya sabes a lo que me refiero...

Rio, y yo suspiré aliviada y sonreí con ella. Haría lo imposible para recuperar su amistad, pero el tiempo lo tiempo lo marcaría ella.

- Míralo por el lado bueno, has perdido una acosadora, pero quizás con el tiempo ganes una amiga...

No quise responderle sabía que la manera que Julia tenía para gestionar sus propios miedos era bromear sobre ello. Le correspondí con una sonrisa y me alegré de haber aclarado las cosas.

Volvíamos a estar todos juntos en la casa más grande, Miki propuso jugar al escondite. Ya se que es un juego de críos, pero ya sabéis eso de no dejar morir nunca a la niña que llevas dentro.

Por unanimidad, decidimos que empezaría María ya que conocía mejor toda la casa y no iba a ser a un juego eterno.

María comenzó a contar, 1,2,3,14,23....era una persona muy peculiar.
Casi todos estaban ya escondidos, pero yo no conocía la casa muy bien, entre en una habitación con dos camas y estaba todo oscuro, de repente note como alguien rodeaba mi cintura y tiraba de mí.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora