Narra Natalia:
Me había despertado inquieta, algunas de las pesadillas de antes habían vuelto, la diferencia es que ahora no usaba el alcohol para acallarlas. Un oportuno ibuprofeno me ayudaba más que cualquier otra cosa.
Mi mente era un caos, artístico y personal. La noche anterior había estado hasta tarde terminando de ensayar la canción con Beret, María tenía razón, siempre había tenido muy buen ojo para descubrir talentos. Su canción, sin embargo, aunque me parecía muy buena, no era quizás la música que en este momento de mi vida más me apetecía cantar. Me sentía identificada con cada acorde de esa canción que iba dedicada al miedo.
Sabía por experiencia propia que la vida muchas veces no daba segundas oportunidades, sin embargo, a mi me la dio. Conseguí salir del pozo en el que estaba, me alejé de todo lo que me había hecho mal y conseguí remontar mi vuelo. El reencuentro con Alba, aunque sorpresivo, para mi era muy esperado. Quería ser la mejor versión de mi antes de volvernos a encontrar y así fue. Para mí Alba siempre fue como querer el sol. Era inteligente, luchadora, constante y con una belleza que trascendía lo físico y yo simplemente era una persona intentando tocarla sin quemarme. Ella era la luz de un amanecer y yo era el cielo naranja como antesala del anochecer. Siempre pensé que estaba en deuda con ella, porque me mostró que las cosas también se podían hacer bien con amor y dedicación, me enseño el valor de los silencios y el apoyo incondicional. Yo simplemente no supe quererla. Supongo que la vida es así de puta, ahora que yo creía estar convencida de saber como hacerlo, era ella la que no estaba preparada.
Estaba inmersa en mis intensos pensamientos, cuando mi teléfono sonó. Reconozco que me puso nerviosa ver el nombre de Alba en la pantalla.
- Hola.
No quería sonar seca, pero no sabía que más decir.
- Hola, Natalia. Se que esto quizás es un poco inapropiado dada nuestra situación, pero mi pequeña tiene muchas ganas de verte y de seguir con las clases de ukelele y yo no se que excusa más ponerle.
- Joder Alba, pues no le pongas excusas. Siempre voy a tener un hueco para ella.
Quise decir que también para ti, pero es lo que tiene haberme llevado tantos golpes contra la pared, que una calcula mejor sus palabras y el impacto.
- ¿Podrías venir a la casa o no, tal vez podríamos ir a la tuya?
Me dijo poco convencida.
- Por mi genial, si quieres puedo llamar a María y le digo que se pase a por la niña.
Alba se mantuvo un instante en silencio.
- Yo la llamaré, ¿te va bien en media hora?
- Si genial.
- Pues en eso quedamos.
Le iba a decir que ella también podía venir, pero no quería escuchar lo que ya sabía.
- Hasta luego.
Pasarón justo 30 minutos cuando la pequeña salto a mis brazos.
- Ala enana estás mas grande.
- Tú estas igual, pero a mi me gustas ya así.
- Podrías saludar también a la mensajera que trae el paquete, ofrecerle algo fresquito, vamos ser amables.
- Anda ven aquí.
Le di dos besos a María y le dije que estaba en su casa, que podía coger lo que quisiera.
Mientras me puse al día con la pequeña, en un momento María me llamo a la cocina.
- Me siento como un punto de recogida cuando alguien se divorcia. Tengo cosas que hacer, te parece si paso a por la niña en una hora.
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Que nunca gane el miedo
FanfictionA veces pasan trenes por tu vida, los dejas marchar, y nunca vuelven. Otras veces, sin embargo, el pasado vuelve a sacudirte y colocar todo en su sitio. Somos un conjunto, un universo propio compuesto de las decisiones que tomamos, las personas...