Parte XLIV

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Narra Natalia:

Me encantaría saber que coño había pasado. Tras el momento con Alba salí a presentar el premio. Tuve la suerte de podérselo dar a Rosalía. Quise no mirar hacía donde estaba Alba, pero no lo pude evitar. Tras la entrega del premio vi como se marchaba.

De verdad, me estaba volviendo loca, odiaba esa sensación de perder el control, pero no podía sacarme de la cabeza su beso. Justo cuando decido que voy a aceptar lo irremediable, que, aunque me cueste, voy a aprender a vivir sin amar a Alba Reche, o que por lo menos lo iba a intentar, llega ella y me besa. Una tremenda locura.

Tras la gala pude hablar un poco con María, habíamos quedado en ir a una fiesta después, si la gala era impresionante, las fiestas de después lo mejor. Me reuní con algunas compañeras, bailamos, reímos, algunas bebieron, yo volví a reír. En un momento de la noche note que alguien me agarraba el culo fuerte y con ganas. Me volví para liarla, pero la cara de payasa de María me saco una sonrisa.

- Perra, me estaba dando la vuelta para darte cuatro voces.

- No mientas, que he visto tu cara de gustillo.

Me dijo María riéndose de mí. La abrace fuerte, tenía ganas.

- ¿Y Sabela?

- Se ha ido con Alba, no le gustan mucho estas cosas ya sabes...vamos yo me he quedado por trabajo.

- Ya si si, por trabajo.

Ambas sabíamos que era una fiestera de cuidado, pero tenía que moderarse y elegir a que fiestas ir.

- Dios, la gente aquí esta muy loca, te puedes creer que te he visto bailando hace un momento y juraría que Rosalía te miraba de arriba abajo dispuesta a comerte.

- Es un sol.

- Pues a mi no me importaría que me calentara ese sol.

- Eres una bestia.

- Soy como soy, quien me quiera que me quiera con to.

Dijo mientras daba una vuelta con su copa en alto.

- Oye, ¿Alba te ha dicho algo?

- Mira, estas rodeada de gente que te adora, la siguiente canción que va a sonar debe ser alguna de reggaetón antiguo porque la he pedido y quiero que perrees conmigo fuerte.

Tiro de mi mano hacía la pista, sabía que María no quería decirme lo que había ocurrido, la conocía demasiado. Pero tenía razón, hoy íbamos a romper la pista.

Perdí la cuenta de cuantas canciones bailamos y de cuantas copas llevaba María. En un momento dado de la noche, noté como mi amiga perdía los papeles, así que la cogí para salir de la fiesta.

- Ey amiga, creo que ya hemos tenido fiesta suficiente por hoy.

- Jooo Natalia enróllate tía, venga, dale, más gasolina.

En ese justo momento empezó a bailar alrededor de mí. Era lo que necesitaba para saber que hoy la iba a llevar a su casa. Pedí un taxi y busqué sus llaves en el bolso, pero no tenía.

Con toda la vergüenza del mundo llame a Sabela a las 5 de la madrugada para que nos abriera la puerta.

- Vaya....ha bebido un poco ¿no?

Dijo Sabela mientras sujetaba a María por la cintura.

- A ver...no mucho, igual le ha sentando mal.

- Natalia cariño, es mi mujer, se cuanto ha bebido, tu no te preocupes...¿tu has bebido?

- No nada.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora