Parte XXXII

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Narra Natalia:

El fin de semana había resultado ser de lo más tranquilo, había salido a tomar algo, pero la mayor parte del tiempo la invertí en componer. Hacía tiempo que no tenía tanta inspiración, supongo que los cambios de aires habían hecho mucho.

Había salido con Vicky y sus amigas a tomar algo y la verdad es que, aunque pensé que sería incomodo, no lo fue en absoluto. No voy a negar que cuando vi aparecer a Vicky con un traje de chaqueta rojo sobre mi cabeza voló la imagen de ella subida sobre mis caderas, pero había hecho lo correcto.

Era lunes y mi plan consistía en algo desayunar, algo de deporte y encerrarme a componer. Justo cuando estaba por entrar al estudio iba a poner mi móvil en silencio y vi que me llamaba un numero desconocido. No suelo coger ese tipo de llamadas, aunque realmente mi número privado lo tenían muy pocas personas.

La llamada era de la galería de Alba al parecer se pasarían a las 11 a traerme las obras. Me sorprendió que no fuera la propia Alba la que me llamara ya que ella y yo habíamos llegado a un acuerdo.

Me dio el tiempo justo para ducharme y recoger un poco cuando tocaron al timbre.

Abrí y efectivamente Alba si que venía.

- Hola, como acordábamos vengo a entregar y hacer una buena disposición artística de las obras.

Estiro tu mano. Que jodida manía había cogido. No lo entendía. Supongo que su parte profesional era tremendamente seria.

- Hola, podéis pasar.

- Vaya, el piso es precioso.

- Gracias, ¿quieres que te lo enseñe?

- No, no es necesario, será suficiente con que me digas donde habías pensando colocar las obras.

- Alba, ¿me vas a hablar en ese tono todo el tiempo?

- Si, estoy aquí por trabajo. Si quieres un día enseñarme tu casa o invitarme a un café no tienes más que llamarme.

Vaya, de repente hacía su entrada en escena la Alba de siempre, clara y honesta. Aunque no pude evitar que esa última frase me sonara un poco a reproche.

Tras dar una vuelta solo por las estancias en las que había pensado poner las obras, Alba indico a las personas que habían subido las obras justo donde las quería y a que altura.

- Se me hace tarde, tengo que pasar a recoger a Natalia del cole y ya debería estar en una reunión.

- ¿Quieres que pase a recogerla yo?

Quizás esa pregunta estaba fuera de lugar, al fin y al cabo, había reaparecido hace poco en su vida.

- No hace falta, gracias. Llamare a Sabela o a Alejandra, seguro que alguna de las dos puede.

- Salió a la terraza a realizar algunas llamadas y cuando volvió su cara era de desanimo total.

- Nada, tendré que cancelar esa reunión, ninguna de las dos puede.

Me resulto curioso que ninguna pudiera, bueno sabía que Sabela tenía sus turnos de trabajo, pero Alejandra que tenía un trabajo más libre.

- ¿Sigues disponible? En realidad, si te has ofrecido solo por quedar bien, no tienes compromiso ninguno. Pero Natalia se lleva bien contigo y me harías un gran favor.

- Nunca he sido la persona que hace las cosas por quedar bien, es más, muy a menudo quedo mal.

Ambas sonreímos.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora