Epílogo

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Narra Natalia:

- Te juro que la voy a matar, me rompe el corazón con esto, es que de verdad...

Dije mientras no podía evitar soltar una lágrima.

- Todo estará bien, últimamente tú también estás muy sensible.

Me dijo Miriam mientras me abrazaba.

- Joder, es que decirme esto, así por teléfono.

- Natalia, estas en Argentina a más de 10.000 kilómetros. No es tan fácil.

- ¿Pero...tu ya lo sabías no?

Miriam sonrió nerviosa, no sabía donde meterse.

- Ana me lo dijo, pero no era yo quien tenía que hablarlo contigo.

- De verdad, estoy harta de que todo el mundo me trate como un puto juguete roto, parece que nadie puede contarme nada. 

- No es eso Natalia, ni mucho menos, es solo que estas lejos de casa, con todo lo que eso supone, y encima tienes que cerrar la gira, nos queda un concierto más y tras eso, volvemos.

- Pero es que....

- Se acabó, pero es que nada. Compórtate como la artista que eres, termina los ensayos, mañana te subirás a ese escenario y lo darás todo y después ya veremos como solucionamos tus problemas.

- Señora sí Señora.

- Pues venga, tirando, que ya esta el cuerpo de baile en el escenario.

Le sonreí, era toda una mandona, pero no podía estar más orgullosa de ella y de mi decisión. Cuando se planteo la gira de mi nuevo disco, es cierto que de toda la escenografía se iba a ocupar Vicky, pero ella estaba en otro proyecto y me recomendó contar de forma provisional con Miriam. Entonces fue cuando me di cuenta de que Miriam, no solo era la persona indicada para este puesto, sino también para ocupar mi corazón, mi corazón de artista claro. ¿Os imagináis? Miriam y yo liadas, que locura. Alba me mataría y Ana también. Aunque los medios de vez en cuando insistían en sacar algunas fotos con Miriam, dando por terminada mi relación con Alba, la verdad es que todo era mentira.

Miriam no solo se estaba convirtiendo en una de las mejores escenógrafas y coreógrafas, sino que con su presencia me ayuda a sobrellevar los momentos de bajón cuando echaba de menos a Alba y a la niña.

Ellas dos se habían convertido en mi faro, mi hogar, la razón para siempre querer estar de vuelta y nunca querer irme.

Siempre que podían me acompañaban a mis compromisos laborales, sobre todo cuando eran cerca de Barcelona. Pero esta pequeña gira era muy lejos y Alba tenía compromisos laborales.

Durante un tiempo me canse de quejarme y decir que las cosas eran difíciles y gente de mi alrededor con mucho criterio me advirtió de que las cosas eran tan fáciles o difíciles como quisiéramos hacerlas. Y efectivamente era así. Recuerdo perfectamente lo fuerte que Alba sujetaba mi mano cuando pasamos juntas por la alfombra del evento de la cadena dial. Iba preciosa, pero lo más me gustaba era como sujetaba mi mano. Incluso paramos delante de algunos medios y Alba estaba totalmente desenvuelta, sus palabras eran de una seguridad absoluta. Aunque estuviera nerviosa, no titubeo ni un segundo. Y eso me hizo sentir la mujer más afortunada del mundo. Con ella, sosteniendo mi mano, sería capaz de cualquier cosa.

Como bolleras principiantes, a las tres semanas de todo esto, le pedí a Alba que ella y la niña se mudaran a mi casa. No estaba convencida del todo, pero cuando vio la habitación que había preparado para la pequeña, sus dudas se disolvieron. Aun así, decidió mantener su casa, y yo estaba totalmente de acuerdo con ello. La rutina que se instalo esos días me hizo creer que realmente lo nuestro debió ser siempre así. Los desayunos juntas, la necesaria instalación de un pequeño cerrojo en la habitación y los momentos con ellas dos, era lo que yo quería para mi vida.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora