Parte XLVI

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Narra Natalia:

María había pasado la tarde conmigo como si fuera un perro guardián. Me había acompañado a peluquería y maquillaje. Me ayudo a elegir la ropa y ensaye con ella el pequeño agradecimiento que iba a dar, incluso creyó conveniente vigilarme mientras afinaba la guitarra.

- Marí, ¿me vas a decir ya que coño te pasa o vas a seguir persiguiéndome todo el tiempo?

- Tía, que humos, estamos pasando el día juntas, como coleguis.

- Una mierda, no te he visto ni beberte una cerveza, muy en plan colegui no estas.

- A ver, no me he bebido aun nada porque esta noche te voy a acompañar al evento ese y quiero estar presentable, además ya sabes que también va Sabela, tengo que comportarme.

- No te creo, pero como no me vas a decir la verdad paso de ti.

María sonrió victoriosa, pero no me convenció en absoluto, no sé qué tramaba, pero era muy poco discreta.

Cuando ambas estuvimos listas nos subimos en el coche.

- Me podrías decir, aunque sea, ¿porque parece que estas tu más nerviosa que yo, cuando soy yo la que va a cantar y dar las gracias?

- Natalia estoy nerviosa porque hoy van a reconocer el trabajo a dos personas que quiero mucho y ya está, no te rayes, sabes que yo soy muy simple.

- Bueno, pues relájate porque lo menos necesito es a ti dado saltitos como un duende que se ha pasado tomando azúcar.

Esa conversación me había hecho recordar que Alba también estaría allí, no se como había accedido a ir, odiaba esos eventos, supongo que tampoco le quedo más remedio. Tenía ganas de verla y darle la enhorabuena era un reconocimiento importante a su trabajo.

- Hemos llegado pasa tú y ahora voy yo.

Me indicó María.

Pose con una sonrisa y pase de largo, María me alcanzo enseguida.

- Dios, que piernas más largas me ha costado pillarte. Venga vamos a la mesa.

Dejamos nuestras cosas y la mesa y divise al resto de las chicas. Me quede un poco mirando, estaban Ana, Sabela y Alba estaban de pie riendo de cualquier tontería, dios...que sonrisa. Encima iba preciosa, llevaba un vestido negro que marcaba cada parte, descubierto justo hasta el culo y menudo culo.

Me acerque avergonzada por mis pensamientos, note a Alba especialmente nerviosa, así que intente simplemente ser agradable.

Al volver a mi mesa me sentí como una estúpida, como amigas...seré idiota. Había añadido eso al final porque lo que quería decir era que estaba preciosa y que ojalá estuviéramos allí como pareja demostrando a todo el mundo que tanto juntas, como separado, podemos hacer cosas grandes. Pero allí estaba yo, con una María más nerviosa que una cría pequeña en una tienda de golosinas y llamando amiga a Alba.

Ojalá pasé esta noche lo más rápido posible.

- María ¿estaría muy mal si tras cantar y recibir el reconocimiento ese me voy?

- Estaría de puta pena, primero porque me dejarías a mi más sola que la una y segundo porque como mínimo deberíamos de esperar al reconocimiento a la galería ¿no?

- Tras eso te juro que me marchó, porque encima me han puesto a un puesto a un tío que creo que es tonto al lado, y estoy esperando que hable para confirmarlo.

María se limitó a sonreír nerviosa.

Para colmo, a mi lado, se sentó el típico actor guapo de moda. El muy insensato y baboso pensó que era buena idea intentar ligar conmigo.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora