Parte XXXIII

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 Narra Natalia:

- ¿Y ahora? ¿Es el momento ahora?

Decidí que lo mejor era ser directa, ya lo había perdido todo con ella, por lo menos podría saber si ella aún sentía algo o si yo solo era un recuerdo agridulce en su vida.

- Nat, yo...ahora mismo no puedo responderte a esa pregunta. Mi vida es muy complicada, la tuya también. Esta Natalia y Alejandra y no se... No puedo contestarte.

- Lo entiendo.

Baje la mirada y Alba sujeto mi barbilla.

- Que no pueda darte una respuesta ahora no significa que no sienta nada.

- Alba, yo...me conformaría solo con una amistad, has sido la persona más importante de mi vida, pero quiero ser sincera, mi corazón no siente por ti solo una amistad. No he dejado de quererte casi desde que te conocí. Ni las personas ni el tiempo han alterado un ápice lo que siento por ti. Y estar aquí, contigo, me hace sentirme más viva de lo que me he sentido en toda mi vida. No te lo tomes como una exigencia. Pero no quiero engañarte, yo siempre voy a querer algo más contigo.

- Joder...

Alba se levanto del banquillo.

- No puedes, no puedes...No puedes aparecer de repente y poner todo mi mundo patas arriba. Me prometí a mi misma que no dejaría que nadie volvería a hacerlo. Sabes, podríamos haber probado a ser amigas y quizás con el tiempo no se...de verdad no eso. Esto me esta viniendo grande y lo que menos necesitaba ahora es que tu hicieras este alarde de sentimientos. No estoy lista y no sé si lo voy a estar.

Sin duda, mi declaración había provocado en Alba una avalancha de sentimientos, pero no lo entendía, estaba enfadada.

- No lo entiendo, te digo todo esto y no sé, noto que estas enfadada.

- Coño claro que estoy enfadada, tu siempre has sido así, impulsiva, sé que has soltado todo eso sin pensar ni por un segundo como podría sentirme yo. Necesitabas soltarlo y los has hecho. Sigues siendo una inmadura y una vehemente y ahora me has hecho parte de todo esto.

Estaba alucinando había pasado de sujetar mi mano dulcemente a entrar en un bucle de cólera.

- Quizás la inmadura no sea yo, al menos yo se lo que siento y a quien quiero.

Mierda, supe que no debí decir eso en cuanto terminé la frase. Siempre igual, en algo tenía razón Alba, era una inconsciente y una impulsiva.

- Que no Natalia, que no te lo voy a permitir. Ni si quiera me has dado opción, ¿no has pensado que quizás yo no quería saberlo todo? Que quizás el hecho de que durante años hayas tenido un cuadro y un ukelele y a saber cuantas cosas me podía hacer daño.

- Claro que he tenido esas cosas y más. Porque no he dejado de pensar en ti.

- De verdad, deja esos arranques, si hubieras pensando en mi no te hubieras ido, si hubieras pensando en mi me habrías llamado, habrías intentado estar presente en mi vida. Joder Natalia he sido madre y tú no estabas...

Todo su resentimiento exploto en mi como una bomba, tenía razón, yo era la que había decido apartarla de mi vida. Pero me había abierto totalmente a ella, le había confesado cosas que incluso me negaba a confesarme a mi misma y el resultado había sido nefasto.

- Mira, lo mejor será que nos vayamos.

- Lo siento de verdad Alba.

- Yo también lo siento.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora