Parte XXXVII

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Narra Alba:

No me esperaba ese recibimiento y menos aún que Alejandra estuviera allí. Pero era cierto que estos días habíamos hablado poco, y supongo que tendría ganas de verme.

Cuando me beso, así sin venir a cuento, me dejo bastante sorprendida, sobre todo porque delante de la niña habíamos limitado bastante las muestras de afecto. No quería que nadie se confundiera.

Me estaban preguntando que tal habían ido los días por Madrid cuando se empezó a escuchar un numeroso grupo dando voces. Cuando miré hacia donde estaban vi a Natalia totalmente rodeada por fans pidiéndole fotos y firmas.

- Ostras, ¿venias en el mismo vuelo con Natalia?

Dijo Sabela.

- Si, nos hemos cruzado ahora al salir.

- ¿No sabíais que ibais en el mismo avión?

Me pregunto Alejandra.

- Pues no, supongo que ella iba en primera clase, ya sabes a las artistas no les gusta juntarse con el resto de gente.

No se porque había dicho eso, Natalia no era así, pero las preguntas me estaban poniendo muy nerviosa.

-Anda vamos, que he reservado para comer.

Dijo Sabela tirando de mi maleta.

En el camino me preguntaron algunas cosas sobre el viaje, no quería engañarlas, pero tampoco podía decir toda la verdad. Tenía que aclarar mis ideas y por supuesto, tenía que hablar con Alejandra sobre todo lo que había pasado. Aunque no teníamos una relación estable, no me parece justo que aceptara estar quedando con ella y no supiera lo que había pasado.

Mi pequeña iba contándome con detalle todo lo que había sido ese fin de semana, incluyendo que, entre ella y Sabela obligaron a María a ver cuatro películas Disney. Era muy estricta con la educación que quería para Natalia, las películas Disney antiguas estaban vetadas, no quería que creciera pensando que algún día vendría un príncipe azul a salvarla, o que amor debía ser tóxico. Agradecía que mis amigas ayudaran en este propósito

Sonó mi móvil y me distraje un poco mirando de quien era el mensaje.

- Quiero que sepas que yo no he tenido nada que ver con esto y si fuera por mí no iría, pero en 10 minutos me voy a presentar con María en el restaurante donde vas a comer con la demás.

Era un detalle que me avisara, aun así, iba a ser frecuente que nos encontrásemos, lo mejor era darle naturalidad al momento.

Nos acomodamos en la mesa, habíamos pedido una trona para que mi pequeña estuviera más a gusto. Justo cuando la coloque vi como soltaba una carcajada y señalaba con el dedo hacía la puerta.

Natalia venía junto a María poniéndole caras desde la puerta. Fue acercarse a nosotras y la pequeña alzo sus brazos para que Natalia la cogiera.

- Hola enana.

- Hola gigante.

- ¿Qué haces por aquí rodeada de tanta gente guapa?

Vi como desviaba un segundo la mirada hacía mí, lo de darle naturalidad a las cosas no iba con ella.

- Vamos a comer, mi mama dice que hoy verdura no, pero yo no lo me creo. Ahora que has llegado tú, no dejes que me engañe.

- No dejare que nadie te engañe nunca. Eso sí, si te quieres poner grande y que deje de llamarte enana, también hay que comer mucha verdura.

Que nunca gane el miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora