Capítulo 40

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Sero y Denki después de entregar sus regalos soltaron la risa no más se separaron de los chicos.

— Espero que les guste — dijo riendo sosteniendo su estómago.

— Denki — llamo Sero mientras sostenía al rubio de la cintura — ¿Bailamos? — sonrió.

— Claro, debemos divertirnos — se sonrojo por el agarre.

Caminaron al centro de la pista y se pusieron a bailar cada una de las canciones que el encargado de la música ponía, cuando se dieron cuenta de que la fiesta estaba por acabar decidieron irse a su casa.

Sero decidió acompañar a Denki, ambos iban a paso lento mientras se abrazaban en la fría noche con la luna siendo su única compañera.

Cuando estuvieron frente a la casa del rubio Sero tomo sus manos y dejo un cálido beso en ellas sonrojando a Kaminari, luego de esa hazaña el pelinegro soltó ambas manos y colocó una en el cuello del rubio atrayéndolo hacía él para empezar un beso.

Sentimientos se transmitían con ese ósculo demostrando lo mucho que se querían, el beso empezó a subir de tono, Denki tenía ambas manos en los hombros del pelinegro afianzando el agarre, Sero acomodo una de sus manos en la cintura del rubio mientras la otra descansaba en la cabeza impidiendo que se separara.

— Kaminari Denki, ¿Qué crees que estas haciendo jovencito? — dijo una fuerte voz a la espalda del rubio.

Se separaron rápido viendo como la mujer los veía con desaprobación, ambos sonrojados y nerviosos ninguno hablaba.

— Mami, puedo explicarlo — hablo Denki asustado y nervioso.

— Claro que lo harás, pero mañana ya es muy tarde — dijo viendo a ambos jovenes — mañana a las 4 p.m. no faltes — dicho eso entro a la casa.

Cuando la mujer desapareció los chicos respiraron tranquilos tratando de relajarse, Sero sonrió nervioso al imaginar lo que su suegra quería decirle, pero era un hombre y como tal no debía huir.

— Tu mamá asusta... — susurro el pelinegro.

— Un poco pero es muy linda vas a ver que todo saldrá muy bien confía en mi — dijo feliz  el rubio.

— Bueno será mejor que me retire, es muy tarde y mis padres deben estar preocupados — suspiro el pelinegro dejando un beso en la frente y labios de Kaminari — nos vemos mañana, espero no morir — ambos rieron por ese comentario.

— Hasta mañana y tranquilo yo te defiendo — sonrió caminando hacía la puerta viendo como Sero se alejaba poco a poco.

Cuando el pelinegro despareció de su vista entro a su casa con temor, teniendo cuidado de no alertar a su madre pero como sabemos estas benditas señoras tienen radar integrado.

— Ahora si vas a ir a dormir — dijo la Sra. Kaminari.

— ¡Aaaaah! — grito por la sorpresa no se esperaba que su mami lo esperara.

— No grites vas a despertar a tu padre y el si se molestara — sonrió la mujer — entonces... ¿Me dirás todo o yo pregunto? — soltó una risita.

— Etto — jugó con sus manos.

— Habla — dijo firme la mujer.

— Bueno... el es mi... novio — desvío su rostro sonrojado — tenemos poco andando es por eso que no te había dicho nada — sonrió nervioso.

— Con él fuiste al viaje — más que preguntar estaba afirmando.

— Si, en ese viaje empezamos a salir, hoy fue la boda de unos amigos, estábamos bailando y se nos hizo tarde, veníamos caminando lentamente platicando de lo que nos había pasado — decía viendo a su madre — y pues lo otro ya lo viste — cubrió su rostro con ambas manos avergonzado.

Un Amor ÚnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora