Alex: ¿Soy una mala mami?

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Advertencia: al escribir este capítulo, el usser se dejó influenciar por un contacto de su tiempo que era de la rama ddlg, por lo que él capitulo tiene mucho tinte insensible de castigos y esas cosas, solo quiero recordar que está parte no representa bien como es una relación de un regresor y su cuidador.

La reacción de Mili ante la advertencia fue inmediata, dio un salto de la cama y miró asustada a Alex.

—ño, o queo ine...    ine, acheo

Pidió la pequeña aterrada y casi llorando.

—bien, entonces, sal de la cama y recoge tus juguetes o no iremos

— ...

—Mili te daré hasta las tres, si no sales y recoges tus cosas, nada de paseo.

—(Mili sólo la miró con una carita de pena mientras negaba con la cabeza)

—1...

Nada

—2...

Nada

—3...       echo, ya no irás a ningún lado, ahora recoge tus juguetes o te quitó al señor Hogi

—ño!

La pequeña abrazo asustada al señor conejo Hogi y algo reacia salió de la cama recogiendo a paso lento los juguetes y metiéndoles con cara triste en su cesta, luego sólo se fue de nuevo a la cama, se acostó y empezó a llorar por aquel castigo y la segunda amenaza, abrazo al señor Hogi.

—yo elia chine...

Alex

Realmente aun no me puedo explicar que rayos me paso a Mili, de la nada paso de ser una bebé super tierna a una niña berrinchuda y malcriada porque si, ni siquiera le había echo nada para que se aportará así, incluso prefirió que la castigaran a hacer algo tan simple como guardar su juguetes, realmente no entiendo que pasa con ella, como por lo visto no tenía planeado dejarse sacar de las cobijas, la dejé ahí, aun faltaba mucho para el almuerzo, así que me puso a jugar en la consola un rato mirando a cada tanto la habitación por si me llamaba o se decidía a salir, pero en ningún momento paso.

Prepare la comida pasadas unas horas, hice un poco de arroz con pollo, sabía que le encantaba eso, así que lo hice para ver si se le mejoraba el ánimo, fui por ella a la habitación y la trate de sacar de la cama, pero de nuevo no se dejaba, sólo me gruñia y se apegaba a la cama.

—vamos bebé, tienes que comer

—noo

Su voz sonaba extrañamente más chillosa, como la de una niña malcriada, cosa que me molestó, al igual que me molestaba mucho que rechazara así su comida.

—bebé prepare tu favorito, pollito y arroz, acaso no te gusta?

Trate de estar tranquila

—no quieooo

Me molestó bastante eso, por un momento se me paso darle una nalgada, pero es algo que me niego a hacerle, sin embargo no iba a soportar esa rabieta sin sentido, así que tomé al señor Hogi y a otro de sus juguetes favoritos, el peluche de un elefante al que llamaba doctor Elit.

—si no vas a comer, me los llevaré a mi cuarto y no los verás una semana

—noooo

Mili de nuevo empezó a llorar ante mi acusación, de verdad amaba a esos dos y yo lo sabía, debía aprovechar eso para ponerle en su lugar ahora que estaba tan malcriada.

—muy bien, entonces ven a comer

—(aunque llorando negó con la cabeza)

Yo cumpli mi castigo, me lleva los muñecos a mi habitación y los escondi mientras oía el fuerte llanto de Mili pidiendolos "no, no, no, no puedo ceder, ella se está portando muy mal y merece castigo" me dije a mi misma; aprovechando lo débil que estaba por el llanto me la lleve a la mesa, no entendía porque se empeñaba en estar tan envuelta cuando ni siquiera hacia frío.

La senté a la mesa y empecé a darle la comida, pero se puso muy resistente y rebelde, tuve que obligarla y regañarla para que comiera, aun así, sólo se comió la mitad, lo que me molestó bastante, pero como ya la acaba de castigar sólo le di una mirada de advertencia, que hizo que me viera con un triste puchero, comí y fui a lavar los platos, cuando volví ya se había vuelto a meter a la cama.

—te pondrás como una vaca si te acuestas después de comer

No me dijo nada, la dejé y me puse a hablar con algunos amigos y a vaguear un poco, por suerte ese fin de semana no teníamos deberes ni nada así, quería aprovechar todo ese fin de semana para mimarla, pero no pudo hace lo si se porta así; la hora de la cena llegó rápido, como la niña seguro seguía mañosa, sólo preparé algo sencillo para ella, yo me preparé y me comí unos sándwiches de pollo y queso y a ella, le serví algo de yogur y cereal y una leche chocolatada que puse en su biberón.

Le lleve todo a la cama para que aceptara comérselo, ya que tampoco quería salir de ahí y realmente seguía teniendo deseos de mimarla, pues era mi bebé y la quería mucho, pero cuando le ofrecí la comida puso mala cara, dijo que no quería y se tapó la cara, por que?! Nisiquiera es algo pesado o algo que no le guste, porque se pone así.

—Mili vamos, sólo cena y podrás ponerte a dormir

Sólo me negó con fuerza bajo las sábanas, lo cual me molestó más.

—Mili!

Le advertí pero ella sólo se enrollo más, por lo que le dije molesta a la vez que usaba un tono muy severo.

—al rincón, quedas castigada!

Ella sólo permaneció bajo las sábana, temblaba un poco de miedo, pero no se movió, así que enfadada la cargue fuera de la cama y la senté en el rincón.

—te vas a quedar así y te quiero mirando a la pared

Ella me hizo caso aunque no dejaba de llorar, la dejé ahí supervisadola unos minuto, no demasiado pues me dolía mucho verla llorado tanto, la metí a la cama de nuevo y me fui con las cosas de la comida, si tanto protestaba, mejor que no se comiera nada, ya no la quería estar forzando a comer, era muy cansado hacerlo, por lo que sólo la dejé dormir tranquila y guarde su cena en el refrigerador, me acosté a dormir aun algo consternada por la situación.

A la mañana siguiente, me desperté al parecer temprano, ya que no se oía rastro de la pequeña por el lugar, pero al ver el reloj vi que de echo ya eran casi las 11, bastante tarde para Mili ya que no se solía levantar a esa hora, fui a ver como se encontraba la princesa malcriada, estaba envuelta en la cobija al igual que ayer, pero esta vez parecía estar algo agitada, pensé en que tal vez estaría llorando por los castigos de ayer, ya que era la primera vez que la castigaba y seguro también extrañaba mucho sus muñecos.

Me acerqué a ella para poder calmar la un poco y para ver si estaba más calmadita que ayer, pero se me helo por completo la sangre en cuanto roce su piel con una de mis manos, su piel estaba ardiendo fuertemente y se notaba en su carita apagada como le costaba respirar bien, en ese momento un barde de agua fría me calló sobre la cabeza.

Con que por eso estaba tan desobediente y fastidiada ayer, seguro estaba muerta de frío por la fiebre y se sentía débil, por eso no se quería levantar por nada del mundo de la cama, en la mañana cuando me dijo que le dolía el cuello seguro era que le estaba doliendo la garganta, por eso no quería comerse su comida y tal vez se sentía tan débil que no tenía mucha fuerza para recoger sus juguetes, tenía sentido, todo el día había estado débil y yo sólo la juzgaba de malcriada.

Al pensar en eso me sentí el ser más miserable del mundo por haberla castigado tanto cuando ella se sentía tan mal, quiero decir no lo sabía, pero vamos tampoco era algo tan difícil de deducir, había estado con mala carita todo el día, cálida apesar de tener frío y hasta me dijo que le dolía algo, pero sólo la ignore, me sentía tonta, estúpida y desconsiderada por ignorar todo eso, pero me partio más el corazón, verle con su carita enferma y palida tomando mi mano para decirme con la voz ronca y chillona, casi sin aire.

—mami...     e dule...

Luego empezó a llorar y lo que me quedaba de corazón terminó de hacerse trizas.

Mi pequeña Mili 🍼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora