CAPITULO 2: EL GOBIERNO

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Un cielo gris cubre toda una ciudad sumergida en la pobreza y la corrupción, edificios descuidados, comercios cerrados y grafiteados, es Dark City, la ciudad del crimen. Kilómetros a lo lejos esta otra ciudad que pareciese otro país, un contraste directo entre el tercer y el primer mundo, rascacielos, tiendas de marca, etc. Light City, apodado por sus vecinos como "la ciudad de los pudientes". Sin embargo, no por eso se salva de la furia del pueblo, pues lo más notorio de la ciudad últimamente, es que desde la 1:00 a las 6:00 de la tarde se escuchan los gritos de gente exigiendo sus derechos, esto debido a una ley aprobada hace poco que solo permite protestar y expresarse a esas horas, horas que aprovechan bastante bien para hacerse escuchar, En el centro de la ciudad se encuentra la Casa de Luz, un edificio de cinco pisos completamente blancos por fuera, su estructura asemeja a una montaña o un relieve con tres picos, siendo los dos de los extremos considerablemente más cortos que el de en medio. En la parte de abajo, tras pasar por un gran patio, se encuentra una reja, después, una línea de encargados de seguridad con trajes especiales para conflictos de este tipo, todos llevan escudos grandes para protegerlos de cualquier proyectil que pueda lanzar la enfurecida multitud. Unos 5 metros después se encuentra una camioneta, de esas que tienen un espacio grande en la parte de atrás que permite poner ciertos tipos de carga. por encima del área del copiloto se encuentra Richard Kay, vestido con una chaqueta café, botas vaqueras, de pelo castaño claro, barba cerrada, caucásico, con ojos cafés y medianamente alto, traía un megáfono en mano, ahora le habla a alrededor de 500 personas, las cuales todas están ahí por el mismo motivo, exigir lo que les corresponde.

-NO TOLERAREMOS MÁS ESTAS INJUSTICIAS, MERECEMOS VIVIR DIGNAMENTE, DEBEMOS HACERLES ENTENDER QUE NO RETROCEDEREMOS ¡¿QUIEN ESTÁ CONMIGO?!

Con sus palabras, Richard hace que todas las personas que están frente a él gritan afirmativamente, todo con la intención de que el gobierno los escuche, y vaya si los escuchan, el problema, obviamente, es que no les importa.

En la parte de arriba de La Casa de Luz se encuentran el presidente Víctor Blake, un hombre serio, pelo largo y castaño, ojos azules, lentes chicos y rectangulares. Al lado, su hijo Malcolm, un hombre de unos 20 años, de pelo cortó y negro, quien pareciera que más que su hijo hace la función de guardaespaldas, algo entendible, pues Víctor sabe que su hijo no lo traicionara por unas cuantas monedas como todos los demás que se encuentran en la Casa de Luz. Y frente a él, un político, que como cualquier otro, es de reputación cuestionable, el cual está hablando tranquilamente, ignorando cínicamente la gran multitud que se encuentra fuera de la residencia presidencial.

-Y bien, ¿Cuál es tu problema? –Pregunta Víctor al político.

-Veras Víctor, –contesta el político. –Estos últimos meses he estado en un... llamémoslo proyecto, estoy intentando crear una empresa, no quiero dar detalles porque aún no tengo nada concreto pero, creo que podría resultar una buena inversión, el problema es que intento utilizar mis propios fondos para costear esta empresa pero me es difícil, necesito algo de ayuda.

-Realmente no te alcanza el dinero para financiar tus propios proyectos?. –pregunta Víctor con su voz calmada pero seria al mismo tiempo, teniendo sus codos apoyados en la mesa, con sus manos juntas, un poco inclinado hacia adelante.

-Bueno... si... pero... -el hombre intenta hacer una excusa convincente. –técnicamente si me alcanza pero, bueno, en caso de que esta industria no funcione necesito un respaldo, ya sabes, para no terminar mal económicamente y eso.

-¿Así que para no terminar en la ruina quieres hacer que yo termine en la ruina? –contesta Víctor con un tono más molesto.

-NO! –contesta algo nervioso el político. –obviamente no te estoy pidiendo a ti que me prestes dinero personalmente.

Los Guardianes de CiantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora