CAPITULO 6: REPERCUSIONES

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Han pasado las horas, Richard está de nuevo en su casa, discutiendo con Amanda.

-¡Si ibas a poner esa maldita grabación ¿Por qué no lo hiciste hoy?! –grita Amanda.

-Seria arriesgarme mucho más de lo que hice, cuando protesto me toca hacerlo en frente de los guardias de la Casa de Luz, si hubiera puesto la grabación lo más probable es que me habrían acribillado y a toda la gente que estaba conmigo.

-Dios, no puede ser ¡¿en qué mierda nos pusiste?!

-Lo siento ¿sí? no quería ponerlos en peligro pero tampoco tenía opción, además, lo más seguro es que Víctor ya no intente nada.-afirma Richard seguro de sí.

-¿A qué te refieres?

-Los expuse, si Víctor intenta algo contra mí todo el mundo sabrá que fue él.

-¿Así que te aferras a la esperanza de que Víctor no nos va a hacer daño porque si no todos sabrán que fue él? No puedes ser tan imbécil. -Amanda está bastante enojada esta vez

-¿Qué más puedo hacer?

-¡¡¡Aghhh!!! –Amanda se frustra pero luego toma unos segundos para calmarse y habla de la manera más tranquila que puede. -¿Sabes porque no me he ido? ¿Por qué no he agarrado mis cosas y me he largado de aquí con los niños? Porque no puedo. –Amanda empieza a romper en llanto pero intenta seguir hablando. -Porque mientras tú estás allá fuera queriendo hacer de este "un país mejor" yo tengo trabajar muy duro para poder sacar a esta familia adelante y no puedo con todo, ni siquiera tengo para un auto y no pienso arriesgarlos tanto para poder salir de aquí caminando por el bosque...así que quédate con esto: si estoy contigo es porque no tengo opción, no porque quiera. Porque si de mí dependiera, me hubiera alejado de ti hace días.

Con ese ultimátum, Amanda sube las escaleras hacia su habitación y deja solo a Richard en la sala.

Vuelven a pasar las horas, son alrededor de las doce de la noche. Richard intenta dormir o al menos relajarse viendo la televisión estando acostado en el sofá, pero es inútil, está demasiado nervioso para conciliar el sueño, no puede evitar sentirse nervioso y preocupado, él no quería que nada de esto pasara, pero así terminaron las cosas, espera que no pase a peor. Considera que lo mejor es hacer guardia y aparentar que todos están dormidos, así que apaga las luces y el televisor, quedando completamente a oscuras, con la linterna de su celular logra ver su camino hasta una vitrina que contiene, entre porcelana y algunas otras cosas finas, un whisky, se sirve en un vaso de cristal y se sienta en una de las sillas de la mesa del comedor, cerca de la entrada de la casa. Apaga la linterna del teléfono y se pone a beber en la oscuridad mientras piensa en todas las veces que la ha cagado, que por cierto no son pocas. Esta "calma" se ve interrumpida cuando oye unos pasos, se pone más nervioso todavía. De la nada se prende la luz de la sala y Richard queda medianamente cegado, mientras sus ojos se ajustan a la luz logra deslumbrar una sombra que cada vez tiene más forma humana, cuando por fin se adapta a la luz de la sala puede verlo, frente a él esta esa persona, su hijo Ray, quien lo mira confundido, no esperaba verlo en la sala y definitivamente no esperaba verlo tomando whisky en la oscuridad. Richard le sonríe a Ray para que no note su preocupación, aunque es inútil

-Hola, hijo.

-Hola papá ¿Qué estás haciendo?

-Nada hijo, nada, solo estoy intentando relajarme ¿Tú como estas? ¿Qué haces despierto a esta hora? Mañana tienes escuela.

Ray mueve la cabeza de izquierda a derecha

-No papá, mañana es sábado, vine por un vaso con agua.

Los Guardianes de CiantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora