Capitulo 25: Desayuno

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Un Ray de 11 años se encuentra sentado en una butaca en la parte de atrás del salón, este muchacho es muy diferente al hombre que es hoy en día, empezando por el hecho de traer el pelo corto, aunque no sea por gusto, aparte de traer un uniforme escolar: zapatos negros, con un pantalón de vestir y una sudadera que ni siquiera llegan a ser completamente obscuros, simplemente son de un color grisáceo y opaco, con una corbata ajustada del mismo tono y una camisa blanca, en pocas palabras, una vestimenta sosa y aburrida. Ray ve los prismáticos de la ventana mojarse con la leve lluvia que junto al cielo gris crea una atmósfera depresiva y nostálgica, la cual entristece a Ray, algo lógico, solo ha pasado un año desde la tragedia. Sin embargo, esa depresión desaparece momentáneamente cuando, casi por impulso, ve al frente del salón, pues cerca de la primera fila ve a una compañera hablando con sus amigas, parada y apoyada en la paleta de su butaca. La muchacha, de tez blanca, tiene el pelo largo y claro, colocado en su totalidad hacia atrás, pues trae una diadema negra que se encarga de que así sea. La niña es sin duda del agrado de Ray, quien lo demuestra al verla durante tanto tiempo, casi abriendo la boca. Pese a que no hay maestro, y por lo tanto el movimiento y ruido del salón es considerable, eso no distrae a la alumna, quien descubre que Ray la está viendo, por lo que voltea hacia donde él esta, Ray, al notar que fue descubierto, se voltea rápidamente, sin embargo, al segundo, mueve ligeramente los ojos de vuelta y, para su sorpresa, la niña aún lo veía a él, pero más que molestarse, le sonríe tímidamente mientras baja la mirada, causando que parte de su pelo le cubra la cara, por lo que se arregla el pelo colocándolo detrás de su oreja para luego volver a hablar con sus amigas. Ray, al ver este pequeño gesto de agrado, sonríe, y por un corto momento, un muy corto momento, no se sintió miserable. Lamentablemente esa alegría se vio interrumpida cuando un niño gordo y con las mejillas hinchadas y rosadas, con pelo corto y puntiagudo se acerca a él junto con otros dos, uno, moreno y flaco con pelo corto y negro, y el otro visiblemente más grande que los dos anteriores y con una cara que no denota mucha inteligencia. Los tres hacen una especie de semicírculo alrededor de Ray.

-Tú eres el nuevo ¿no? -Pregunta el niño gordo.

-Emm... Sí. -Dice Ray apenado.

-¿Cómo te llamas? -Pregunta nuevamente el de mejillas hinchadas en un tono casi amigable.

-Ra... Ellias. -Oculta Ray.

-¿Que pinche nombre es ese? -Dice el niño grande.

-El nombre es más común en el centro de Cianta. -Aclara Ray.

-¿Vienes de ahí o qué? -pregunta el gordo, a lo que Ray responde con la cabeza en un gesto de "sí". -¿Y por qué estás aquí? -Pregunta casi como si estuviera interrogando al muchacho.

-Por... Asuntos familiares. -Aclara "Ellias" con tristeza.

El apenas adolescente con sobrepeso exclama "ya veo" mientras menea la cabeza y se toca la barbilla, como analizando la situación de Ray. -Bueno, Ellias, se ve que necesitas amigos. -Ray hace una expresión de duda. -Puedes pertenecer a nuestro exclusivo grupo.

-Pero tienes que pagar la admisión. -Aclara rápidamente el niño moreno con una sonrisa boba.

-Yo le regalé a Raúl un videojuego. -Dice el alto.

-yo una revista de Súper Capitán. -dice el moreno.

-¿Quién es Raúl? -pregunta Ray.

-Yo. -Revela el gordo. -¿Qué me ofreces a cambio de tener la oportunidad de estar con nosotros?

Ray no responde al momento, sino que analiza a sus tres compañeros, le resulta curioso que actúen como si fueran los típicos chicos populares de la escuela teniendo una pinta tan... Curiosa, "ñoña" como diría Alberto. -No te puedo dar nada. -Contesta Ray finalmente, algo que causa una notoria molestia en el muchacho de mejillas hinchadas.

Los Guardianes de CiantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora