Los Guardianes de Cianta

Capítulo 39: Raymond Ellias Kay

Ray pasó la siguiente media hora contando su historia. Desde las protestas de su padre hasta los asesinatos, contando a grandes rasgos su exilio en el sur de Cianta y su entrenamiento con Jaguar. A él realmente no le gustaba mucho la idea de contar su vida, pero ver cómo los demás relataban cosas tan personales de ellos le dio cierta confianza. Aunque cabe aclarar que todos se encontraban aunque sea un poco ebrios, lo cual ayudaba para entrar en confianza. En cuanto a la rockola, ésta reproducía "I'm Alright" de The Rolling Stones.

-...Entonces volví a Dark City. Y si prestaron atención a las noticias del último año, se darán cuenta que estuve ocupado.

-Je, jamás creí que Alberto podría tolerar tener un pupilo. –Comenta Jonathan.

-¿Lo conoces? –Preguntó Ray, extrañado.

-Ya no es mi turno. –Sonrió Jonathan mientras bebía de su trago.

-¿Entonces pasaste parte de tu niñez, toda tu adolescencia y tu vida de joven adulto entrenando con el objetivo de infiltrarte en la Casa de Luz para vengarte de Víctor y Malcolm Blake? –Pregunta Reed.

-Así es.

-Y luego nosotros, en una mañana, expulsamos a Víctor de la Casa de Luz y ahora nadie sabe dónde está. –Dijo Alicia con cierta pena.

-Ya veo por qué lo añadiste en el equipo, Hamilton. –Sonrió Jasón. –Habrías quedado como un hijo de puta por no reclutarlo después de que le hiciste perder el tiempo.

-No fue por eso. –Explicó Hamilton. –Todos ustedes tienen una razón para estar aquí. Era por esto que me interesaba conocer sus historias, no sólo eso, sino ver sus expresiones al relatarlas. Corrupción, pedofilia, impunidad, placer, honor, venganza o vocación. Sea cuales sean sus enemigos o sus motivaciones, ustedes están aquí por algo personal, algo que me asegura que entregaran el cien por ciento de ustedes a la causa. Tú, Ray, de entre todos, eres el que tiene el problema más personal con los Blake, quienes ahora mismo son el enemigo número uno del país, pues ellos representan todos los males que hemos tenido que sufrir. Ese fue el criterio para elegirlos a todos.

-¿Y quienes nos eligieron? –Preguntó Pace.

-Yo... no lo sé. El presidente fue quien me dio la lista; supongo que fue él.

A Jasón parecía no cuadrarle esta teoría. –¿Cómo es que el presidente nos descubrió? Quiero decir, tiene lógica que ubicara a Alicia, Ray e incluso a Reed, pero Chester, Pace y yo realmente no hicimos gran cosa por nuestra cuenta para que...

-...Creo que nos estamos desviando del tema. –Interrumpió Reed.

-¿Qué tema? –Pregunta Hamilton.

-Ese. –Dijo apuntando a Ray.

-Yo ya conté lo que tenía que decir.

-Lo sé pero aún tengo una duda. –Ray frunció el ceño. –Bueno, en mi caso no me importó lo que pasó. Pero se ve que a ti realmente te afectó la muerte de tu familia, más toda la violencia que tuviste que vivir en el sur de Cianta. Dime ¿Cómo te acostumbraste a ese ambiente?

Ray esperaba una pregunta tonta de parte de Reed, pero tras ver que hablaba con cierta seriedad, decidió contestar tras suspirar. -Creo que nunca lo hice. Tuve muchos puntos de quiebre. Uno de los peores fue cuando tenía doce años. Mi abuela había ido al mercado, Robert y Jaguar no llegarían hasta después de media hora. Así que creí que tendría tiempo para... para cortarme las venas con un cuchillo. Pero ellos llegaron antes de tiempo, me vieron y me detuvieron para que no me hiciera más daño... Más o menos.