Capítulo 49: El Robo de Banco

3 0 0
                                    


La tarde en Dark City es soleada. Aún así, sus grises edificios no parecen animarse ni siquiera con el cielo despejado. Una de las pocas cosas que reflejan los rayos del Sol en la ciudad son los ventanales de la entrada de un banco cerca del centro, de tres pisos y color blanco, con el nombre de "Diamond's House" puesto en una terraza del segundo piso, más un logo que representaba un diamante blanco con un fondo circular gris delineado de negro. Se trataba de uno de los escasos edificios "decentes" de la zona, lo cual lo convertía en un constante sitio de saqueo. Hoy se trataba de uno de esos días:

Alrededor de la cuadra se encuentra una multitud apartada por oficiales ubicados al otro lado de las cercas que acordonan el banco más sus edificios aledaños. Justo en frente de la entrada al sitio, al otro lado de la calle, está el oficial McGregor, junto con varios refuerzos, quienes usan como cobertura sus propias patrullas mientras intentan tener una visión clara de los asaltantes usando binoculares. En el recibidor solo hay tres encapuchados con pasamontañas, siendo el que está en el centro el que mira a la policía y habla con los oficiales a través de un teléfono del banco.

-... ¡Ya lo dije! -Expresó el maleante de forma agresiva. -¡Si tan solo uno de ustedes se acerca demás, voy a volarle los sesos a todos los rehenes!

-¿Cuáles? Yo no veo a ninguno. –Contestó un oficial molesto de pelo corto, quien con sus binoculares buscaba a los inocentes que habían quedado atrapados junto con los maleantes.

-No los verás, pero confía en mí: si alguno de ustedes intenta entrar ¡los mataremos a todos!

-Así que no tienes a ningún rehén contigo. Dime, pedazo de escoria ¿Qué me impide ordenarles a los francotiradores que te acribillen ahora mismo?

-¡Inténtalo y averígualo, idiota!

El intercambio de insultos entre el oficial y el ladrón prosiguió hasta que el comisionado McGregor se dirigió a su colega.

-Teniente, no tiene que seguir dialogando de forma tan belicosa con este malhechor.

-El tarado confía en que no haremos nada porque supuestamente tiene rehenes, pero yo no veo a ninguno. Para mí que intenta vernos la cara de idiotas. –Contestó el imprudente oficial.

-Bueno, está demás mencionar que el banco, como mínimo, tiene empleados. –Expresó el comisionado sujetándose el cinturón. -Y como no sabemos dónde están, es probable que ellos sean los rehenes a los que se refiere este rufián.

El teniente, ya acostumbrado a la manera de expresarse de McGregor, no parecía conforme con lo que éste le decía.

-¿Y qué sugiere que hagamos, comisionado?

-Esperar, por supuesto.

-¿Esperar qué?

Tras la pregunta, el pelirrojo hombre vio a su compañero de pelo corto con una sonrisa cómplice, camuflada en su bigote.

-Usted lo sabe perfectamente, teniente.

Mientras tanto, detrás de los oficiales, en el techo del edificio paralelo al banco, el cual era más alto que éste, un policía francotirador, ubicado en la cornisa, apuntaba a los maleantes, al menos hasta que un sonido detrás de él lo distrajo. Al darse la vuelta vio a una figura blanca con ojos negros emerger desde debajo del otro lado del techo. Era Knight, con su traje en modo diurno, el cual le daba una apariencia casi fantasmal gracias a su capa y capucha. El agente evidentemente se sorprendió al verlo avanzar hacia él. Cuando lo tuvo en frente, el caballero de Dark City comenzó a hablarle.

-¿Y bien? ¿Cuántos son? –Preguntó con los brazos cruzados, aunque en un tono de voz relajado.

-Eh... no lo tenemos del todo claro. Hay confirmación visual de tres sospechosos, pero es seguro que son más. No sabemos dónde están los rehenes.

Los Guardianes de CiantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora