Capítulo 1

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Me bebo todo el líquido rojo de mi copa y lo pongo sobre la mesa con fuerza para luego levantarme de mi silla y dirigirme hacia el lugar más alejado de los invitados. Estoy molesta por el comentario que la señora de cabellera pelirroja ha hecho a mi lado, de una manera "sutil" por así decirlo, me insultó al lado de su amiga recalcando que no tengo clase por no portar ropa y zapatillas de diseñador cuando me ha preguntado dónde compré mi vestido, ¿qué no se supone que es una fiesta de caridad? Si no me equivoco, todos aquí asistimos por un mismo propósito, y ese es apoyar al hospital de niños que Alemania abrió unos meses atrás, sin embargo, para muchos de los invitados, saber quién diseñó tu ropa es mucho más importante que recaudar fondos para el hospital.

La actitud de aquellas mujeres me deja en claro que algunos invitados aquí son bastante superficiales, esto lo he descubierto desde el momento en que tomé asiento en la mesa e intenté integrarme en la conversación que ambas mujeres estaban teniendo. Soy una chica sociable, me gusta conversar con los demás, supuse que ese no sería un inconveniente al presentarme en la fiesta, al fin y al cabo, soy una invitada más y estoy aquí por el mismo propósito que todos, la donación. Por otro lado, la idea de estar en el evento me enorgullece, desde que Heinrich y Cassidy me hablaron sobre la donación para el hospital, supe que quería contribuir.

Heinrich es el dueño de uno de los hoteles más importantes de Alemania y mi jefe, Cassidy es su hija y mi mejor amiga, así que tenía asegurada mi invitación a la fiesta y subasta como una invitada más, no es la primera vez que asisto a una fiesta como esta, pero estoy considerando que puede tratarse de la última si continúo escuchando a alguien más presumir sobre cuánto dinero han donado y lo glamurosa que es su vida.

Me apresuro a pasar los alrededores para llegar a los jardines sin intención de ocultar mi enojo, nunca he sido la clase de persona que oculta sus emociones y esta no es la excepción. Intento hacer caso omiso a todas esas chicas que mantienen conversaciones sobre el príncipe de Alemania, quien resulta ser el hombre más codiciado de la fiesta y quien, por cierto, se niega a mostrar sus narices. Se supone que es quien se encargaría del evento social junto al lado de Heinrich y todos están presentes excepto el hombre que es la cabecilla de ello, el príncipe Theodore Altenberg, seguro tiene asuntos más importantes que estar hoy aquí subastando los vinos y contando el dinero recaudado, su ausencia lo demuestra. Al parecer, el príncipe tiene otras prioridades.

De alguna forma, detesto el hecho de que las jóvenes presentes hablen del príncipe como si fuese el atractivo principal del evento, lo elogian como si conocen a la perfección su vida, si de algo estoy segura es que la mayoría de las chicas aquí presentes, piensan con las hormonas antes que con la cabeza.

Sí, el príncipe es atractivo, lo he visto un par de fotografías y cuadros en el museo nacional de Alemania y en un sinfín de entrevistas y discursos en televisión, pero sobre todo en los canales de escándalos, sí de algo tiene fama no es por ser solamente el futuro rey de Alemania, sino por ser todo un chico alegre y despreocupado de la vida, al príncipe se le considera fiestero, la clase de hombre que jamás ha madurado y mantiene su vida como si todo a su alrededor se tratase de una fiesta, tira el dinero en bares y discotecas cada fin de semana, viaja a donde quiere y seguido se le ve envuelto en un nuevo drama.

Por lo general, aquellos dramas involucran seriamente al príncipe y el alcohol, donde siempre termina perdiendo la cordura, aunque hay que destacar que aun en un alto estado de alcoholismo, mantiene la clase y sus modales, sin embargo, eso no deja a un lado el hecho de que prácticamente tenemos a un niño mimado.

Camino más allá de los jardines donde encuentro un pequeño puente que da con un río artificial, tengo que admitir que el lugar es precioso, incluso de noche, la vista es espectacular y este puente luce como el lugar indicado para despejar la mente. Camino con paso decidido, nunca he estado en un lugar tan lindo como este, así que me es inevitable no sonreír cuando coloco mi mano sobre el barandal de madera del puente, dejo que mis pies avancen mientras deslizo mi mano con delicadeza sobre este y cuando llego a unos metros de la mitad, donde la escasa luz solo pega a un costado de mi cuerpo, coloco mi otra mano y me aferro a la madera mientras me estiro hacia atrás, dejándome llevar por la repentina ráfaga de aire.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora