Theo nos ofrece una sonrisa a las dos cuando volvemos hacia ellos, Edgar hace lo mismo al vernos.
—Estoy tentado en preguntar de qué tanto hablaban allá, pero conociéndote, sé que no me dirán —se ve diciendo Edgar más hacia su esposa que a mí, ella sonríe.
—Cosas de chicas —contesta Agatha, lo que hace que Edgar se incline hacia Theo como si estuviese a punto de contarle un secreto, él también se inclina para escucharle.
—Las chicas siempre son misteriosas —termina susurrando, la mirada de Theo se encuentra con la mía y me guiña un ojo, un gesto que me hace sonrojar.
—Eso es lo que las hace más atractivas —asegura el príncipe.
Tomamos asiento en la mesa, Agatha junto a su esposo y yo junto a Theo, un mayordomo no tarda mucho en aparecer y traernos galletas y más té.
—Ustedes hombres, ¿de qué tanto hablaban? Se veían enfrascados en su conversación que nosotras pasábamos por desapercibidas —dice Agatha, Edgar y Theo comparten una mirada.
—Estaba contándole a Theo sobre la posada —contesta con una pequeña mueca en los labios, la sonrisa de Agatha desaparece, frunzo el ceño, sus miradas me dan a entender que hay algo malo sucediendo.
—¿Qué pasa con la posada? —me animo a preguntar. Al ver que ninguno de los dos responde, Theo lo hace.
—Hay ciertas complicaciones —dice dándoles una mirada a ambos, se acomoda mejor en su lugar y se alisa las arrugas invisibles de su impecable traje. Edgar deja caer un suspiro pesado.
—Agatha y yo creemos que es tiempo de dejar la posada, hemos mantenido el negocio por años, sin embargo, de un tiempo para acá, son menos los huéspedes que recibimos por lo que creemos que lo mejor es cerrarla. Quizás es tiempo de probar algo distinto, nos vendría bien cambiar de aires.
—Así es, hoy en día las personas quieren hoteles modernos, con aspectos frescos y juveniles, se van por los hoteles grandes, lo hemos pensado bien y podemos jubilarnos de ello —agrega Agatha—, tenemos suficiente dinero ahorrado como para mantenernos, además, somos viejos y tener un negocio es cansado.
—Pero ustedes aman la posada —me veo diciendo—. ¿Están seguros de cerrarla?
Los dos asienten al unísono.
—Nos hemos dedicado a la posada la mayor parte de nuestras vidas, Edgar cree que podría ser bueno tener otro negocio.
—Me gustan las florerías —aclara con una sonrisa—. Y ahora que la competencia va creciendo, me vendría mejor tener una florería que invertir en la posada, como dije, somos viejos y necesitamos descansar, hemos pasado la mayor parte de nuestro tiempo dedicados al trabajo.
—¿Y consideras que una florería será mejor? —pregunta Theo.
—Por supuesto, lo hemos pensado mucho y parece lo correcto —contesta—, tener la posada ha sido un sueño para los dos, pero con los impuestos y todo eso, apenas nos alcanza para los gastos.
—¿Venderán el lugar?
Niegan.
—Oh no, eso de ninguna manera, nos quedamos con el terreno —contesta Agatha—, nadie podrá quitarnos de nuestro viejo edificio. De tan solo pensarlo me da escalofríos, sabes que ese edificio tiene un significado especial para nosotros, es como deshacernos de un hijo, sería horrible.
Su comentario me saca una sonrisa.
—Mis padres amaban ese lugar —agrega Theo y Agatha asiente.
—¿Lo ves? —pregunta—. Es especial, no podemos desecharnos de él.
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Un príncipe peculiar
RomanceLos caminos de Leigh y Theo se cruzan debido a un malentendido, tras lo cual, Theo se ve interesado en conocer más sobre la vida de Leigh, mientras intenta descubrir qué sucederá con su propia vida después de que se convierta en el rey de Alemania...