Capítulo 51

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Estaría mintiendo si digo que la visita sorpresa de Dorothea no me ha afectado, fingir que no ha pasado no es algo que pueda hacer fácilmente porque ha pasado, ha venido a mi departamento para amenazarme.

Como si fuera poco, ir al día siguiente a trabajar y encontrarse a Nathaniel en el hotel, me pone simplemente de mal humor, cosa que no suele suceder a menudo.

—¿Te parece si ordeno las cajas del fondo? —me pregunta Friedrich haciendo una seña hacia donde estamos acomodando las cajas de vino que Heinrich ha mandado, asiento de inmediato sin despegar mi vista de los papeles que estoy revisando.

Escucho sus pasos al alejarse y de vuelta escucho que regresa, frunzo el ceño porque ha sido tan inmediato que dudo que haya dejado la caja de vinos que llevaba consigo tan rápido. Levanto la vista y confirmó que no ha sido Friedrich sino Nathaniel quien está en el pasillo, me ofrece una sonrisa un tanto torcida al verme, se la respondo de la misma manera y rezo en mis adentros para que desaparezca. No lo hace, al contrario, se anima a hablar.

—Buen día.

Saluda educadamente, por más que no me agrade, no me gusta ser grosera así que le ofrezco otra sonrisa.

—Buen día.

Respondo de la misma manera en que lo ha hecho y vuelvo —más bien intento— a enfocarme en los papeles que estoy revisando. Deseo con todas mis ganas de que se vaya y me deje sola, lamentablemente no lo hace, al contrario, se aclara la garganta para llamar más mi atención.

—Espero no ser inoportuno, pero estaba preguntándome si podrían pedirme un taxi, he quedado de reunirme con un par de colegas dentro de dos horas.

Me toma unos segundos responder con un asentimiento de cabeza, esperaba que me dijera otra cosa, un comentario que mencionase a Theo o quizás otra disculpa como la de anoche, algo que se refiriese más a nuestra poca cercanía.

—Contamos con un par de taxistas —respondo con educación—, ¿Quieres que ya vengan o puedo decirles que pasen por ti en media hora?

—Media hora me parece bien —contesta y una sonrisa ladeada se forma en él—, mi reunión eta un poco lejos del hotel, pero si me voy ahora, probablemente llegue mucho antes que todos, no me gusta ser la clase de persona que llega primero a los lugares y espera por los demás. Lo encuentro incómodo.

Termina, su comentario de una forma me hace sonreír.

—Bien, le pediré al taxista que venga por ti en una media hora.

Como se que tengo que llamar de inmediato, le hago una seña hacia el teléfono fijo y me apresuro a marcar el número del primer taxista que encuentro en la lista de servicios que el hotel maneja, Nathaniel se queda frente a mí, observándome pedir el taxi, cuelgo la llamada y vuelvo a dirigir mi atención hacia él, estoy por decirle que el taxista vendrá recogerle exactamente en media hora y que me encargaré de llamarle a su habitación, pero él se me adelanta a hablar.

—¿Te molesta si espero por el taxi aquí en la recepción? —dice esto con una seña hacia la pequeña sala que está a un par de metros de distancia, normalmente siempre hay alguien leyendo una revista allí pero hoy se encuentra vacía. Como sé que es maleducado de mi parte negarme, asiento.

—Adelante, hay revistas sobre la mesita y el control del televisor —como la enorme televisión de pantalla plasma está muy cerca de mi campo de visión, tiendo a poseer el control a mi lado, pues los clientes no suelen prestar mucha atención a lo que están pasando en la tele, así que tengo que buscar el control entre el desorden de mis papeles para poder ofrecérselo.

—Descuida, no hace falta —aclara—, está en el canal de noticias, y suelo verlas así que no hay necesidad en que me ofrezcas el control. Gracias.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora