Buscamos su auto y durante todo el transcurso al hotel, ninguno de los dos dice una palabra. Creo que en parte tiene que ver nuestra pequeña conversación porque nos ha dejado con un ambiente que lo encuentro algo abrumador, sobre todo a Theo, quien luce pensativo, sin embargo, ninguno de los dos nos molestamos en romper el silencio. Cuando llegamos al hotel, busca un pedazo libre en el estacionamiento y ambos bajamos del auto para caminar, yo me apresuro a dirigirme hacia la entrada.
—Oye —dice llamando mi atención. Detengo mi paso para enfrentarlo, tiene una mueca en los labios—. Me aseguraré de que la señora Müller tenga de vuelta sus muñecas, me pondré en contacto con alguna empresa y las haré llegar al hotel lo más pronto posible.
Dice, pues ambos fallamos en la búsqueda y regresamos con las manos vacías, conseguir esas muñecas era imposible, lo único que puedo desear es que sus contactos puedan conseguirlas porque si no lo hacía, me daba la impresión de que la señora Müller la pagará conmigo.
—Oh, eso sería muy amable de tu parte, gracias.
—No tienes que agradecerme —niega ligeramente—. Debo irme, pero dale mis saludos a Heinrich y Cassidy si los ves.
—De acuerdo.
Asiento y él hace lo mismo. Una sonrisa vuelve aparecer en sus labios.
—Gracias por el pretzel, en verdad me ha encantado.
Sonríe ampliamente.
—No tienes que agradecerme, cuando quieras un pretzel, ya sabes a quién llamar. —Le guiño un ojo y el arrepentimiento viene a mí minutos más tarde, cuando me doy cuenta de lo que he dicho. Ha sonado estúpido—. Quiero decir... —Realmente no sé qué quiero decir, pero presiento que he sonado como si estuviera instándole a repetir nuestra salida—. Soy buena comprando pretzels, cuando quieras uno podrías preguntarme, o solo ir a comprar uno.
Diablos, eso no es lo que quería decir, me he puesto nerviosa de última instancia que he soltado solo tonterías, pienso en como cambiar todo eso.
—Digo, yo te invité a un pretzel, no quiere decir que tengas que ir conmigo por otro, yo solo... —Suspiro, seguro estoy luciendo como una tonta mientras hablo. Él sonríe y hace un gesto despreocupado con la cabeza.
—Creo que entiendo lo que quieres decir. —Sonríe y eso no me tranquiliza porque no sé qué es lo que cree que yo quiero decir—. Eres buena comprando pretzels.
Estoy casi segura de que eso lo ha dicho solo porque ha notado que me he puesto nerviosa.
—La mejor —bromeo intentando ocultar mis nervios, me doy un pequeño golpecito en la barbilla como si fuera la gran cosa y él niega divertido.
—Bien, debo irme, pero ten en cuenta que me gustaría volver a ir a comer un pretzel contigo.
Dicho esto, vuelve a avanzar hacia su auto sin voltear a verme. Agradezco que no lo haga porque no me espere que en verdad dijera eso, pensé que íbamos a dejar esta conversación después de que yo me diera aquel golpecito en la barbilla, más no fue así, él tuvo que hacer ese comentario al final sobre volver a ir a comer un pretzel juntos que, por una extraña razón, causa un alboroto en mí. Diablos, Theo Altenberg tenía algo peculiar en él para causar ese tipo de reacción en mí sin siquiera conocerle realmente.
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Un príncipe peculiar
RomanceLos caminos de Leigh y Theo se cruzan debido a un malentendido, tras lo cual, Theo se ve interesado en conocer más sobre la vida de Leigh, mientras intenta descubrir qué sucederá con su propia vida después de que se convierta en el rey de Alemania...