Me maldigo una y otra vez por lo estúpida que soy al abrir mi boca frente a este hombre, quien casualmente resulta ser el príncipe de Alemania, la persona a la que yo he decidido insultar como si nada gracias a que él me ha incitado a hacerlo en primera instancia. Sí, lo culpo él principalmente por incitarme hablar, si el príncipe no hubiera roto el silencio entre ambos desde un principio, nada de esto estuviera pasando y yo no estaría en serios problemas como los estoy ahora.
Aún no razono de lo que realmente está pasando, me cuesta asimilar la situación con claridad, estoy aquí, junto al puente, al lado del príncipe, quien me observa con una sonrisa en los labios, después de que yo lo he insultado frente a sus narices, ¿acaso le causa gracia que lo haya hecho? Pues su enorme sonrisa parece demostrar que no está afectado del todo, eso o sonríe porque tiene una grandiosa idea de cómo hacerme pagar por esto. Hablar mal del príncipe puede considerarse un delito si él toma mis palabras como ofensivas y si quiere, en este mismo instante, puede llamar a seguridad y mandarme directo a la cárcel, así de exagerado puede ser esto, y por la expresión en su rostro, seguro ya me tiene en la horca y mi cabeza se la dará a los leones, pero no estoy segura de que posea leones o una horca, quizás, el calabozo es una opción segura. El punto es que yo he cavado ya mi propia tumba y me he enterrado solita en ella con todas las palabras que dije sobre él.
—Es un gusto conocerte —dice extendiendo una mano en mi dirección, el calor emana de mi cuerpo y me tenso ante su presencia, ¿ahora está saludándome?, ¡esto es una locura! —. Tengo que admitir que no todos los días tengo el placer de conocer a una chica que me insulta de la manera en que tú lo has hecho, me has dejado impresionado.
Está humillándome. Eso es lo que hace, pero no hay ninguna pizca de burla o ironía en su voz, a decir verdad, no puedo descifrar con exactitud lo que está sucediendo, estoy bastante aturdida para pensar con claridad. Él es mucho más alto que yo, alrededor de unos diez centímetros o más, si me acerco a él, mi cuerpo le llega exactamente a los hombros y eso que traigo tacones, seguro mide alrededor del metro ochenta y cinco, sus penetrantes ojos son de un azul impresionante y resaltan en su esculpido y delicado rostro. Sus labios son gruesos y muy rosados, están curvados en una fina sonrisa que me permite ver los hoyuelos que se forman a los costados de sus mejillas, luce un excelente y ajustado traje que le hace ver más elegante de lo que ya es, su cabello rubio oscuro, está también elegantemente peinado hacia atrás, dándole un toque encantador y atractivo.
Lo observo con mucha atención mientras intento descifrarle, ¿qué debo hacer?, de un segundo a otro, el miedo inunda mi cuerpo y la vergüenza es más de lo que puedo explicar, estoy avergonzada y quiero desaparecer inmediatamente, he cometido un grave error.
—Yo, uhm... —Intento pensar en una buena excusa que pueda ayudar, pero por más que intento, mi cabeza queda en blanco, ya he cometido un gran error al dejar salir todo lo que pienso sobre el príncipe, no tenía más remedio, ni siquiera retractarme va a ayudarme. Él enarca una ceja esperando a que hable, mi corazón se acelera y me muerdo el labio inferior conteniendo la respiración. Estoy a punto de cometer otro error y ese error es dejar al príncipe con una mano extendida—. Tengo que irme.
Digo sin más y me echo a correr hacia la fiesta para ocultarme entre la multitud, no me molesto en mirar hacia atrás, sí me queda un poco de dignidad, por lo menos la conservaré conmigo no mirando hacia su dirección y saliendo lo más rápido que me es posible del evento.
Tampoco me molesto en buscar a mi amiga entre las personas, me apresuro a pasar por los jardines sin prestar atención a los invitados, de vez en cuando escucho a alguno quejarse por la manera brusca en que paso a su alrededor, no pido disculpas, estoy desesperada por salir lo más rápido que me es posible. Aun cuando me encuentro fuera del local, no me siento segura, hay una gran cantidad de vigilancia, lo cual me hace sentir incómoda, e incluso cuando subo al taxi que he logrado pedir, tengo la creencia de que estoy siendo perseguida por la seguridad del evento quienes ya han recibido órdenes del príncipe para arrestarme.
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Un príncipe peculiar
RomanceLos caminos de Leigh y Theo se cruzan debido a un malentendido, tras lo cual, Theo se ve interesado en conocer más sobre la vida de Leigh, mientras intenta descubrir qué sucederá con su propia vida después de que se convierta en el rey de Alemania...