Capítulo 14

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No soy la clase de chica que acostumbra a contestar el teléfono celular a las tres de la mañana y tampoco sé que es lo que me ha hecho atender el teléfono a esa hora, quizás fue una señal divina para que fuera al hotel y ayudar a Friedrich junto con el resto de los trabajadores de noche, así que aquí estoy, interrumpiendo mi sueño de belleza para hacer obra de caridad con mis amigos.

—Estoy a punto de cometer vandalismo y quebrar todas esas estatuas que hay en homenaje a los reyes y hacerte una por venir a ayudarnos —dice Friedrich en el instante en el que me ve entrar por la puerta del edificio, le ofrezco una enorme sonrisa a pesar de que, hace unos minutos, estaba conduciendo con todo el sueño del mundo para llegar aquí.

—Asegúrate de que la estatua sea de oro —agrego y él niega—. De acuerdo, ¿qué sucede?

Friedrich suspira.

—Los termostatos no funcionan, hay una fuga de agua en el segundo piso, hemos estado llamando al celular de Heinrich, pero no contesta, manda directo a buzón. La señora de la habitación catorce se ha quejado por la gran cantidad de hielo que le han puesto en su bebida, por si me lo preguntas, esto último me parece ridículo y... —Checa la libreta en sus manos—. El nuevo distribuidor de verduras tenía que venir ayer a las cinco y como puedes ver, son las tres de la mañana y no ha llegado.

Asiento, haciendo un esfuerzo por memorizar cada una de las cosas, lo que más me sorprende, es la habilidad que tiene para que el aire no le falte con cada palabra que ha soltado en cuestión de segundos, yo en su lugar hubiera estado fatigada.

—Primero, tenemos que llamar al hombre de refrigeración, a la señora que se está quejando sobre el vaso con hielo, regálenle una botella de champán, lo más probable es que el distribuidor traiga las verduras en unas horas más y llamen a Heinrich alrededor de las ocho, no va a contestar a estas horas de la madrugada.

—No podemos solucionar las cosas a estas horas, ¿verdad? —pregunta y le doy mi mejor sonrisa.

—No Friedrich, no podemos.

Asiente decepcionado y se regresa al mostrador donde se encontraba momento atrás, cuando llegué. El sueño ha desaparecido y checo la hora en mi celular, muy pronto serán las cuatro y mi turno empieza alrededor de las siete de la mañana, siendo sincera, no pienso en volver a casa y conducir de vuelta hasta aquí porque lo más probable es que decida quedarme en casa, así que le pido a uno de los trabajadores del turno de noche que me prepare un café, para luego hacerle compañía a Friedrich, quien está haciendo un poco de inventario.

Para la hora en que el personal del turno matutino aparece, es cuando comienzo a sentir el peso sobre mis hombros y el sueño parece vencerme, así que a pesar de que no es mi trabajo, decido ayudar al personal de aseo a limpiar, con tal de mantenerme despierta.

—Buen día a todos —saluda Heinrich alrededor de las nueve de la mañana, agradezco que esta vez ha llegado temprano, ya que habitualmente tiende a presentarse aquí después de medio día o simplemente no se presenta—. ¿Cómo va todo por aquí? ¿Alguna nueva novedad?

Le ofrezco una amable sonrisa antes de levantarme de mi lugar y colgar el teléfono, pues ya me he puesto en contacto con el plomero y los distribuidores.

—Hemos tenido un par de inconvenientes horas atrás, hubo una pequeña fuga de agua y un par de quejas de los huéspedes, pero nada que no podamos solucionar —le informo—. Ya me he encargado de eso.

—De acuerdo, gracias, Leigh. Aprecio mucho el trabajo que haces aquí en mi hotel, me temo que sin ti este lugar podría venirse abajo —dice—. Los empleados y huéspedes están muy contentos contigo, siempre recibo buenos comentarios de tu parte.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora