A pesar de que no es muy tarde, Stefan se ofrece a acompañarme a casa y como el chico es demasiado insistente a pesar de que le digo más de diez veces que no es necesario, termina convenciéndome y lo dejo acompañarme.
—Bien señorita Taylor, hemos llegado oficialmente al edificio en el que habita —dice en un tono serio y divertido, que saca una sonrisa en mis labios. Stefan ha venido con su bicicleta, al parecer, él había conducido en ella desde casa.
—Gracias, señor Fischer —digo recordando que el primer día en que Theo nos presentó.
—En verdad fue un gusto conversar contigo —confiesa. Yo también había disfrutado de nuestra charla—. Y tengo que admitir que eres un desastre montando en bicicleta.
La sonrisa que tengo en los labios desaparece y finjo ofenderme.
—Ojalá Theo te despida.
Mi comentario le hace gracia.
—Eso no pasará ni en un millón de años —asegura y presiento que está en lo cierto, aun así, continúo con la broma.
—Podría persuadirlo para que lo haga.
Hace una mueca.
—Ay, poniéndola de esa forma, no dudo de que puedas hacerlo, así que es mejor que me vaya ahora antes de que te entren más ganas de querer convencerlo. —dice haciendo una seña hacia la calle—. Nos vemos luego, Leigh.
Dice a modo de despedida y luego de eso, se monta sobre su bicicleta y pedalea hasta casa. Stefan y yo hemos pasado buen tiempo conversando en el parque, y a pesar de que no he hecho demasiado ejercicio en la bicicleta como él, me siento cansada. Tomo mi cansancio como una referencia para que haga más ejercicio más seguido.
A menudo, el portero del edificio en donde vivo se encontraba leyendo el periódico y murmuraba un simple saludo detrás de este, por esta ocasión, baja el periódico para asegurarse que soy yo quien está entrando al edificio y me da una sonrisa que me resulta extraña, no es que él nunca sonría, al contrario, siempre lo hace, más bien su sonrisa luce diferente, aun así, le sonrío de vuelta.
Me dirijo hacia el elevador y oprimo el botón para que las puertas se abran, cuando lo hacen, me sorprendo al ver a Theo dentro del elevador, él sonríe al verme, mientras lo observo con asombro.
—¿Qué haces aquí? —la pregunta sale de mi boca, una risita se escapa de él y se apresura a salir del elevador.
—Justo venía de buscarte en tu departamento —contesta. Theo luce unos pantalones de vestir color marrón junto con una camisa blanca y un saco del mismo color de sus pantalones, su cabello está perfectamente peinado e imagino que probablemente viene de terminar algún deber o algo por el estilo—. ¿Estás ocupada?
Niego.
—Recién llego del parque —respondo, haciendo una seña hacia la salida—. Casualmente me encontré a Stefan en bicicleta.
Theo chasquea la lengua, divertido.
—Debí imaginar que así aprovecharía su día libre —dice dando un paso hacia mí, a pesar de que está sonriendo, hay algo diferente en su mirada.
—Al parecer le encanta el deporte —agrego.
—Es amante de dar paseos al aire libre, sobre todo en bicicleta, ama montar en bicicleta —dice con seguridad, pues lo conoce muy bien. Le doy un pequeño asentimiento.
—Yo... —realmente estoy sorprendida de verlo, no pensé encontrármelo durante estos días, por alguna razón, pensé que lo vería hasta la noche del baile—. Creí que estarías ocupado con tareas y ese tipo de cosas que haces en el palacio.
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Un príncipe peculiar
RomanceLos caminos de Leigh y Theo se cruzan debido a un malentendido, tras lo cual, Theo se ve interesado en conocer más sobre la vida de Leigh, mientras intenta descubrir qué sucederá con su propia vida después de que se convierta en el rey de Alemania...