Estoy segura de que he hecho el ridículo, pero intento decirme a mí misma que nadie a mi alrededor ha puesto atención a mi comentario y finjo que nada ha sucedido, a pesar de que tengo una que otra mirada por parte de las personas, a mi alrededor.
Cuando por fin Theo termina de hacer su recorrido, viene a nosotros con una enorme sonrisa, que no tarda mucho en convertirse en una risita absurda.
—¡Dios, Leigh Taylor! —dice pronunciando con ese encantador acento, mi nombre—. ¡Sí que eres atrevida!
Le ofrezco una tímida sonrisa, sí, he dicho lo que he dicho para animarlo, pero tener a Theo frente a mí, después de mi comentario, me provoca un poco de vergüenza al ver la sonrisa socarrona que hay en sus labios.
—Bueno, quería animarte —me tambaleo sobre mis talones, metiendo las manos a los bolsillos traseros de mi pantalón—. Lucías desanimado.
—Y vaya que lo animaste —murmura Stefan por lo bajo, haciendo que mis mejillas se tornen rojas por el rubor.
—Fue lindo de tu parte —dice y lo siguiente que sale su boca es algo que no veo venir—. No tendría ningún problema en darte un hijo.
Hay cierta pizca de broma en sus palabras, sin embargo, se sonroja segundos después por lo que ha dicho. Stefan, quien está a mi lado, hace su mayor esfuerzo para no reírse, pero una risita que luego es interrumpida sale de él. Theo se aclara la garganta como si eso hiciera desaparecer su comentario y me temo que será imposible, porque fue tan claro para mis oídos que no podré sacar esas palabras de mi cabeza.
—¿Y bien?, ¿qué te pareció el desfile? —pregunta, cambiando de tema.
Su último comentario consigue rondar un par de segundos más por mi cabeza, hago mi mayor esfuerzo por no mantener aquella insinuación demasiado en mi cabeza porque ha conseguido causar cierto efecto en mí.
—Fue agradable —me limito a decir. No hay mucho que pueda describir del desfile, ya que solo consistió en ver al rey y al príncipe saludar durante todo el desfile. Hay un pequeño silencio entre los dos y me resulta incómodo a diferencia de otras veces, Theo simplemente está parado frente a mí, mirándome a los ojos, intento pensar en algo que pueda agregar para romper el silencio entre los dos, pero no viene nada a mi cabeza.
—Alteza, su padre quiere verlo —dice Stefan volviendo a reincorporarse a nuestro lado, pues se había alejado.
—¿Ahora? —pregunta Theo, con una pequeña mueca en los labios—. Creí que dijo que podía tener el resto de la tarde libre. —Stefan niega.
—Tiene órdenes estrictas de que usted se regrese al palacio —dice Stefan en un tono serio—. No quiere distracciones.
No es necesario que Stefan especifique a lo que se refiere con distracciones, la mirada de Theo lo dice todo cuando me ve, la distracción soy yo. Él bufa en desacuerdo.
—No tengo de otra, ¿verdad? —Stefan niega y Theo vuelve a mirarme.
—Lo siento —se disculpa en mi dirección, al tiempo en que se pasa una mano por su perfecto y bien peinado cabello—. Me hubiera gustado que ambos pudiéramos dar un último paseo, quizás subir a otro juego.
A mí también, pienso. En su lugar me encojo de hombros, restándole importancia.
—Descuida, de todas maneras, es algo tarde y tengo cosas que hacer en casa. Será mejor que me vaya ahora.
—Stefan, ¿Puedes llevarla a casa?
—Por supuesto, Alteza —responde Stefan asintiendo, Theo me ofrece una última sonrisa antes de irse.
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Un príncipe peculiar
RomanceLos caminos de Leigh y Theo se cruzan debido a un malentendido, tras lo cual, Theo se ve interesado en conocer más sobre la vida de Leigh, mientras intenta descubrir qué sucederá con su propia vida después de que se convierta en el rey de Alemania...