Capítulo veintidós.

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—Esto estorba.— gruño en mi hombro, me reí y lo ayude a bajar el cierre de mi vestido.

Caminamos torpemente a la cama, una vez en esta, nos alejamos para respirar. Observé cómo se quitaba el sacó y la camisa, mordiendo mi labio asentí lo que dijo.

—Me encanta cuando haces esto.— se acercó y beso mi boca con una exigencia mayor a la mía,  lo deseaba tanto.

Deslizaba mis manos por su abdomen, luego la espalda y sus brazos.

Con fuerza bajo mi vestido, tirando este hacia abajo, besó mi vientre y mis zapatos salieron fuera.

Con miedo m deshice de su pantalón, me aferre a su espalda, arqueando la mía para que sus manos quitaran mi sujetador. Una vez fuera, repartió besos en todo mi pecho.

Lo esperado pasó, bajó mis bragas, dejando caricias suaves en mis piernas.

—¡Oh Joel!— enterré mis uñas en sus  hombros. Su erección se enterraba dentro de mí, dolía, quizás mi bebé lo sentía.

Con suaves movimientos llegamos al orgasmo.

[...]

—Me agradan los días en que no hay nadie — me sentó sobre su regazo.

—La casa se siente sola.

—Así está bien, y tenemos más tiempo de...

—No tardan en llegar, y ¿Qué dirán?, Son las tres de la tarde Joel, acabamos de despertar. — sonreí.

—Bueno, quien después lo de ayer despertará temprano.

—Cerdo.— fui a la cocina.

—Amo cuando usas mi ropa.— me rodeo con sus brazos, sus manos reposaban en mi vientre abultado.

—Será así siempre.

—Después de ...

—No queremos escuchar tus vulgaridades.— lo deje en la cocina, tapaba mis oídos para no escucharlo.

—¿Te digo algo?

—¿Más palabras sucias?

—No, te amo.— me atrajo hacia él, su erección se clavaba en mi bebé.

—También te amo joel.— tomé su cara y le di un beso rápido.

Después de terminar el semestre oficialmente, decidimos no callar más mi embarazo.

Dejé la escuela, el director se sorprendió de lo había hecho  y de lo que había pasado, pero entendió.

La escuela entera supo que esperábamos un hijo, tanto como ellos como los vecinos y conocidos de la familia de Joel, absurdo y molesto, un escándalo.

—Me ven raro.— musite tomando la mano de mi novio.

—Sólo déjalo.— me sonrió y seguimos caminando.

—Si no dejan de hacerlo, voy a golpearlas. Odio a tus vecinas.— replique y el tanto como Patricia soltaron una risa.

—Linda, así es siempre, el barrio se entera de muchas cosas y quieren saberlo.

—¿Qué esto no es obvio?—alce la voz.

—Son chismosas amor —me abrazó.

Entendía que eran chismosas pero no tanto. Querían casi pararse afuera de la casa, y escuchar todo lo que hablaba con Joel.

Me arrepentía de estar en esto. Ser una mujer embarazada a mi edad y con un ardiente chico como Joel, si sería la excusa perfecta  para estar parada todo el día en la calle esperando a que saliera  y poder preguntarme directamente si estaba esperando un bebé, cuando lo podían saber por la enorme panza que ahora pesaba más  y tenía cuatro meses.

Voten.

padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora