Capítulo treinta y siete.

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—Demasiado lindo.— dijo Richard, sostenía a Dylan.

—Está hermoso —Dijo después Christopher.

—La genética amigo. — habló Joel. Sonreí y abracé su cintura.

—Le pusieron empeño a este niño. — sonrió Erick.

A decir verdad, mi bebé era tan lindo, verlo me encantaba, y más porque no hacía nada de molestia, sólo su llanto, el mismo que fastidiaba a Joel.

—Amo que sea de día. — dijo Joel, a dejar el bebé en mi brazos, lo hacía cuidadosamente.

—Parece que no tenemos un bebé aquí.— suspiré.

—Será tranquilo.— besó mi frente.

—Tal vez, aún está pequeño como para saberlo.

—Dependerá del tiempo.

Dejé a Dylan en la cuna, había dormido bastante tiempo en mis brazos, no esperaba que en cualquier momento despertara.

—Aún no me acostumbro. — se acomodó en la almohada.

—Será cansado. — me acosté a su lado,  me atrajo hacia él, mi cabeza  reposaba en su pecho, podía escuchar sus latidos de su corazón, eran lentos y respiraba suavemente.

—Desearía poder hacer el amor contigo. — murmuró y Dylan lloró.

—Eso será luego.— reí al ver su cara, estaba frustrado.

—¿Debe llorar cuando me acerco a ti?— se quejo.

—Necesita atención, Joel. Es un bebé.— lo tomé en brazos y lo llevé hasta la cama, estaba hecho del baño.

—Ahora...¿qué harás? — dijo mirando la escena.

—Bañarlo, ¿no es obvio? — lo mire rápido.

—Hace frío, ¿estás loca?

—La bañera tiene agua caliente, no le hará mal. Será su primer baño.

—Lo asearon en el hospital. — murmuró.

—Yo quiero hacerlo. — reí y lleve a mi bebé al baño.

Joel.

—Mi bebé necesita un baño.— dijo al entrar a la bañera.

—No lo autorizó el médico. — dije atrás de ella.

—Joel, no me importa, voy a hacerlo.— besó mi cuello y se acomodó en la tina.

—Está fría el agua.— metí mis dedos.

—No seas nena, no va a pasarle nada. —sonrió.— Vamos a bañar a este lindo muñeco. —dijo con voz tierna.

—Me gusta que me digas así.

—Si claro, tú eres mi muñeco. — rió falsamente y siguió en lo suyo.
Me sorprendía ver eso, lo hacía con facilidad. Él bebé no dejaba de patear y quejarse.

—¿por qué llora así?

—Esta asustado.— sonrió.

—Me pone de nervios que lo hagas, se puede caer.

—No sé caerá, lo tengo bien sujeto.— rodó los ojos.

—¿cómo aprendiste?

—La enferma que lo aseo me dijo como. Fue fácil verlo, y ahora... Voy a enseñarte.

Dude un poco en aceptar,   tenía miedo. Pero al final, termine con la ropa húmeda. No había sido tan sencillo como lo había dicho, el llanto me alteraba.

—¿dificíl? — rió.

—Demasiado, no entiendo como lo haces tan rápido.

—Te acostumbrarás. — me dijo y terminó de arropar a Dylan.

Había sido mi primer experiencia como padre, bañarlo fue todo un reto.

Falta un capítulo más del maratón, lo subo en una hora o dos.

padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora