Capítulo treinta y nueve.

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—Al fin, se durmió.— dije tirándome a la cama. Estaba agotada. — No entiendo como es que debo estar tan contenta con esto.

—Así debe ser.— se quitó su playera frente a mi, me encantaba ese cuerpo ligeramente marcado, esos brazos, el ejercicio le hacía bien. Sujete mi labio con mis dientes.

—A alguien le hizo falta amor.— carcajeó y se acercó.

—Joel.—negué con la cabeza, recorrió mi cuerpo y estaba encima —Esta el bebé dormido, si despierta, lo cuidarás tú — balbucee, tenía más cerca esos ojos cafés, esas pestañas tan lindas.

—No podemos intimidar hasta después de un mes, amor.— sujeto mis piernas.—Es el periodo que marvi el médico — susurré.

—No me hago la idea de esperar tanto. —sonrió.

—Se irá rápido el tiempo. — lo alejé con mis pequeñas manos, pero si cuerpo estaba demasiado cerca.

—Deberías de dejar de darle tanto pecho, estos son únicamente para mi.— hablo con una voz súper sexy, odiaba esto, era la forma de seducción más perfecta en la que yo podía caer.

—No seas asqueroso. — reí, las mejillas las tenía un poco Rojas.

—Mejor, descansemos, no quiero tener que quitarme las ganas desobedeciendo. — me dió un beso cortó y se alejó rápido.

Solté aire y cerré mis ojos. Revise a Dylan, me sorprendía que no hubiera despertado.

—Creo que se parece más a ti que a mi.— me abrazo por la cintura, ambos veíamos al bebé, dormía.

—No puede parecerse a mi, es todo tu retrato. — le di una mirada rápida.

—Yo veo en él, algalgo de ti — sonrió.

—Hasta tu madre dijo que era idéntico a ti.— susurré.

Y tenía razón, Dylan se parecía a Joel, quizá los rasgos no eran tan notables con apenas unos días de nacido, pero al hacer comparaciones, de las fotos que Patricia tenía en casa, sencillamente eran idénticos. Y me alegraba, mi hijo se parecía al hombre de mi vida.

—Pronto terminaré la preparatoria — susurró.

—Y ¿ya pensaste en la Universidad?

—Tengo todo arreglado, mi beca sigue en pie.

—Unos años más, y a la empresa. No te veremos más tiempo.

—Yo prometí estar para ti, para ambos, no voy a olvidar mi responsabilidad como padre.

Lo abrace y besó mi cabeza. Amaba eso, que fuera tan cuidadoso y lindo.

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padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora