Capítulo cuarenta y uno.

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—Te portaste como un verdadero idiota con Fer.— reclamé cuando detuvo el auto.

—Lo que dije fue por su bien.— Bufo.

—¿No crees que ella sabe lo que hace?

—No. Ella no sabe nada de esto— golpeó su frente con su volante.— Cualquier imbécil se aprovecharía de ella.

—No entiendo que te molesta, ella es una adulta y piensa muy bien las cosas. Esta en lo cierto, pero tú hiciste lo mismo.

—Y por eso no quiero que le pase lo mismo.

Rodé los ojos y salimos al auto para ir al centro comercial. Puse a Dylan en la silla para bebés, dormía. Joel tomaba alguna de la cosas que hacían falta en la casa.

—¿Llevaremos algo para él? — dijo mirando a Dylan.

—Pañales amor.— sonreí y me abrazo por la cintura.

—Adoro cuando me dices de ese modo.— palmeó mi trasero y acomodo unos paquetes de pañales pequeños.

Suspiré y seguimos revisando las cosas.

[...]

—¿Puedo usarlo?— pregunto Joel al hombre que atendía.

—Para pasear.— respondió obvio.

—¿Te parece bien este, amor?— se dirigió a mi.

—No me preguntes a mi, tu quieres comprarlo.— frunció el ceño ante mis palabras.

—Me llevo esta.— dijo y el hombre fue hacer una nota.—Dylan, tienes un carro mejor que él de papá.

—Prefiere los brazos de mamá. — musite.

—Hablaremos de eso, ¿no quieres que regresen los momentos "Joel y ___"? — rió.

—Hiciste un gasto innecesario, pudimos comprar esto después.

—Quiso hacerlo desde hoy, aún falta la silla y todo lo demás.

Se veía contento con las cosas que compró para el bebé. Tenía cientos de juguetes y ropa, me preguntaba donde quedaría todo eso después de que creciera.

—Entiendes que no usará esto.— acomodé las cosas del bebé.

—Lo usará porque mami, se encargará de ponérselo.— me tomo de la cintura.

—No creo que le sienten bien.— reí.

—Los tonos son suaves, le vendrán perfectos.

—¿Desde cuando papá Joel, sabe de moda?

—Estoy rodeado de mujeres, ______.

—Bueno, entonces cuando tengamos una niña te encargarás de su vestimenta.

— Me insinuas que...¿quieres otro hijo?

—Tu lo dijiste "quiero una familia grande".

—Entonces tendré que casarme contigo y hacerlo diario.— me siguió hasta la recámara.

—Solo piensas en eso, Joel.

—Eres mi chica y me insitas a querer hacerlo. ¿Sabes? Adoro este tipo de ropa que usas, es ajustada y marca muy bien esto.— me tomó del trasero.

—Te la pasas viéndome.

—Cualquiera lo hace.— mordió su labio.

—Cerdo.

—Solo estoy jugando.— rió.

Besé su nariz y saque a Dylan de la cuna, lloraba.

—Alguien tiene el pañal sucio.— reí.

Cambié su pañal mientras Joel me veía.

—¿No te da asco?— me pregunto como bebé.

—Es sólo leche. — Rode los ojos.

—No creo que yo pueda hacerlo.

—Eres demasido delicado, jamás lo intentarías.

—Me conoces perfectamente bien.— me sentó en su regazo, Dylan comía.

—Tendrá los ojos como los tuyos.

—¿Lo crees?

—Son idénticos.

Y verdaderamente, Dylan con unas semanas de nacido, mostraba mayor parecido a Joel, los ojos eran los mismos y sus pestañas eran escasas.
Seguro con el tiempo se notaran más.

padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora