capítulo veinte.

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—Veo que te ha costado un poco.— sonrió Patricia, mientras me ayudaba a poner unas esferas en el árbol.

—Es pesado.

—Cuando estaba embarazada de Joel, tenía los mismos síntomas que tú, náuseas en la mañana, sueño entre el día y antojos raros.— ambos miramos a la puerta, se abrió y era Joel, traía consigo un plato de comida china, odiaba eso, pero mi bebé pedía miles de cosas.

—Listo. Comida china.— besó mi cabeza.

—Tal vez sea niño.— me sonrió y subió por unas cajas más.

—¿Qué?—pregunto.

—Solo es una posibilidad, amor.— me alcé de hombros y suspiré.

—El mes entrante, sabremos que será — me sentó sobre su regazo.

—¿Tú quieres saberlo?

—Por supuesto — tocó mi panza.

—Esto es eterno.— balbucee.— cada día crece más.

—Ni siquiera se nota.

—Tu ropa es perfecta para cubrirlo, no quiero que nadie más sepa de él, mucho menos Alexia, ¿Sabes lo que haría?, Burlarse de mi, y hablar tontería a todos referiendose a mi.

—Mejor olvidemos la plática de Alexia, dime...¿Ya tienes todo para mañana?—beso mi hombro.

—Todo listo Joel.

—Quiero que luzcas hermosa— me miró.

—¿Gorda?

—El vestido que elegiste, no te hace ver gorda.

—Pero estoy.

—No quiero discutir por algo absurdo, así que... Mejor terminemos de adornar esto.— vimos el árbol que estaba casi listo.

Odiaba que Joel se pusiera así por mi culpa, me quejaba de todo y era absurdo.

—Primera navidad dentro de mamá.— dijo mi novio abrazándome por la cintura.

—Fue lindo lo que dijiste.— sonreí.

—Soy lindo.— me dió un beso rápido.

—Tengo náuseas.—avise.

—¿Vamos al baño?

—No, mejor quiero algo.— sonrió.

—¿Otra cosa rara?

—Tenemos ganas de un poco de pastel.— bese su nariz y terminé junte con Fernanda de poner unos moños en el árbol.

Amaba los antojos, solo que después estos, me hacían poner de un modo  insoportable, y terminaba con la cara en el inodoro.  El médico dijo que las náuseas se irían conforme el tiempo pasará, pero tenía cuatro meses de embarazo y esos malestares seguían.

—Mi padre nos regalo una casa — dijo una vez que estuvimos solos.

—¿Cómo?

—Compro una propiedad no muy lejos de aquí y dijo que sería nuestro hogar.

—¿Le dijiste lo que hablamos?

—No, pero se da cuenta de lo que ya necesito— se subió sobre a mi.

—Entonces le da mucho amor a tu madre.— levanté su playera.

—¿No los ha escuchado?— beso mi cuello.

—Que asco joel.— reí.

—Esto no es asqueroso amor— quitó los botones mi pijama.

Me beso lentamente en los labios, deslizando sus manos por mi cintura, luego las piernas y se detenían en mi abdomen.

—No están dormidos.— Jadee.

—Solo no hagas ruido.— gruño  y fuera pantalón y sujetador.

Tomé su cuello y fuera bragas . Todo el cuarto era la atmósfera perfecta.

—Joel...— mordí su hombro, ambos manos en su espalda.

—oh ____— se movió lentamente, mientras nuestros labios compartían secretos.

Orgasmo y sueño profundo.

padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora