padres primerizos -Joel Pimentel

Capítulo veintisiete.

7 MESES.

—¡_____!—chilló Joel.

Sus gritos se escuchaban hasta la recámara de Patricia.

—Así es siempre, llama la atención cuando la garganta le duele.— rodó los ojos sus madres.

—Me doy cuenta.—Sonreí.

—Toma, y dile que no se levanté para nada.— dejo un frasco con medicina en mis manos.

Asentí y con Fernanda fuí a la recámara de Joel.

—Se queja de todo, ____.— se burló.

—Sufro mucho.—habló ronco.

—Silencio.—reí y comencé a poner un poco de pomada en su pecho, se sentía tan bien tocar esos pectorales, me miraba con una sonrisa traviesa.

—Ni enfermo se te quita lo pervertido — musitó su hermana sin dejar de teclear en su celular.

—Es mi chica, y... ¿Con quién 'mensajeas'?— la miró.

—Con nadie.

—¿Tú novio?— preguntó con un tono de voz raro.

—Un amigo — sonrió.

—Tú no puedes tener amigos y novios, te lo advierto.— dijo amenazante.

—¿Quién lo dice? ¿Tú?—lo miró.— No eres mi papá cómo para prohibirlo. Además soy más grande...

—Pero no puedes tenerlo.

—Como tú digas "papá"— salió de la habitación.

—¡Fernanda!—gritó.

—Nada Joel, ella está en edad de hacer lo que quiera con su vida.—detuve su brazo.

—No, no, no ella no. No quiero que ningún idiota le rompa el corazón.— me miró.

—Sabe lo que hace. Con quién se relaciona.— bufé.

—Lo siento.— balbuceo.

—Eres un idiota.—me acerque para darle un beso.

—No. Puedo contagiarte. — me miró con angustia.

—Ya estuve enferma en los primeros meses...

Era demasiado cuidadoso con esto.
No quería que algo me pasará y mucho menos al bebé. Me gustaba su protección, pero a veces exageraba y más con sus celos idiotas.

—Quisiera poder leer la mente.— dijo después de cerrar un libro.

—Estás loco.— reí.

—Así podría saber lo que piensas tú, cuando hacemos el amor.— besó mis nudillos.

—¿Ah?— murmuré sin querer, había ignorado su comentario, mi bebé pateaba.

—Que podría saber lo que piensas cuando tenemos sexo, ¿No me escuchaste?— pateó.

—Si, si...—toque mi vientre.

—¿Qué pasa?

—Parece que le gusta cuando hablas.— murmuré, de nuevo se movía.

—Entonces será niña.— tocó mi vientre.

—¿Eso crees?— sonreí al sentir su calor pasar por la tela de mi blusa.

—Le gusta mi voz, igual que a ti.— besó  mi nariz.

—Es linda.— pateó de nuevo.

—'Nene', ¿Te gusta la voz de papá?— le habló a mi bebé.

—Eso significa que si.—reí.

—¿Quieres que te diga lo de Aranza?— susurro.

—¿Qué pasó con ella?

—Una sobredosis la mató.

—Lo sabía, sabía que algún día sus adicciones la llevarían a esto.— dije triste.

—Amor, no quiero que...

—Estoy bien Joel, estamos bien.— bese su frente.