Capítulo veintinueve.

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—Lindo color.—sonrió y me abrazó por la cintura.

—Será perfecto — dije contenta.

—Me hubiera gustado mejor escoger un tono azul o rosa.— hizo una mueca.

—Dicen que este color es neutro. Le queda a ambos sexos.

Sonrió y vacío pintura amarilla sobre la charola, teníamos que arreglar la recámara del bebé, era lo único que faltaba en la casa donde ahora vivíamos, la casa que el papá de Joel nos regalo. Un obsequio bastante caro pero dijo que lo hacía de buen modo.

—No hemos pensado en un nombre.— dijo detrás de mi, sus manos reposaban en mi barriga de ocho meses, su voz calaba en mi cuello.

—Dejaré que lo escojas uno.

—Bien, si es niña que se llame como tú, ___.

—Suena horrible mi nombre.

—Es precioso. A mí me encanta decirlo.

—No, mejor piensa en uno más lindo...

—Y si es niño, lo eliges tú. —me dió una nalgada con pintura, su mano quedó marcada en todo mi pantalón rosa.

—Oye...— apreté los labios.

—Moría por hacerlo, tenía tiempo que no tocaba esto.— me tomo del trasero, ambas manos sujetando mis glúteos.

—Falta poco.— bese su nariz amarilla.

—De nuevo esas insinuaciones, linda no lo hagas, no responderé por lo que pase.— rió.

—Si que eres un asqueroso.

—Nada de eso, tú me provocas.— mordió su labio.

—Olvidalo.— continúe pintando la pared.

Había quedado perfecta, la habitación de mi bebé estaba lista para recibirlo.
Estaba a dos semanas de cumplir nueve meses, me daba miedo pero al mismo tiempo alegría, tendría en mis brazos a mi hijo, lo quería conocer.

[...]

—Exacto, en unos días podrás dar a luz.— explicó el médico.

—Es muy pronto, ¿No lo cree?— dije con voz temerosa.

—Tienes 34 semanas de embarazo, no es poco tiempo, tu bebé está listo para llegar al mundo en los próximos días.

—¿Parto natural?

—Si no hay complicaciones, si. No te asustes, es rápido.

Me aterraba la idea de parir, había escuchado que era el dolor más grande pero que al final tenía una gran recompensa.

[...]

—Terminada—sonreí.

—Me sorprendes que lo hubieras tan rápido.— me abrazó.

—Es ropa muy pequeña, más fácil de empacar.

—¿Y qué te dijo el doctor?

—Ya casi.— pateó mi bebé.

—Me doy cuenta — soltó una risa.

—Este bebé quiere conocerte.— hablé con ternura.

—¿Por qué?

—Será porque cada que te acercas se mueve, le gusta cuando hablas.— sonrió.

—Entonces mi hipótesis se esta acercando a la realidad, tendremos una niña. Tan idéntica a su bella madre.— me tomo de la barbilla y me dió un tierno beso.

padres primerizos -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora