Capitulo 6

141 14 2
                                    

Termine mi reunión con el detective Figueroa cuatro horas más tarde, salí de ahí con la seguridad de tener toda la información que necesitaba para resolver el problema de mi cuñado...
Subí a la camioneta y me puse en camino a mi próximo destino, cuando llegue compre un arreglo de flores e ingrese en el cementerio, sintiendo una pizca de culpa. Hacia demasiados años que no venía, ni una visita había echo desde que le enterramos...
Camine con calma por el camino de tierra hasta detenerme frente a unas viejas lápidas de mármol, los dos yasian juntos en la eternidad...
Tal y como había sido voluntad de mi padre. Eso solo había causado más molestia en la madre de mi hermana, pero era la última voluntad de mi padre, que su último descanso fuera junto a la mujer que más había amado en vida... Mi madre.
Limpie la nieve con una de mis manos, ya de rodilla ante ellos y acomode las flores que traía en el florero justo en medio de ambas lápidas.  Me mantuve en silencio, pensando en todo lo que había sido mi vida desde que ellos se fueron, primero mi madre, y luego años después mi padre...
Sumido en los recuerdos permanecí por varios minutos, hasta que una silueta moviendose dos filas más adelante me sacó de él pasado obligandome a volver al precente.
Tenía que ser una especie de señal, no podía ser algo más, porque cruzarme con esa chica tres veces en menos de 24 horas ya era algo imposible de ignorar.
La observe a la distancia, notando como arreglaba con sumo cuidado una lápida, limpiaba con un pañuelo blanco la nieve, acomodaba algunas rosas rojas y se mantenía ahí. De rodilla frente a esa fría tumba. Note el momento en que su cuerpo comenzó a temblar a causa de el frío que estaba haciendo, aunque el abrigo que tenía puesto cuando la vi en la comisaría seguía sobre su cuerpo. Se había quitado la boina y los copos de nieve que caían empezaban a cubrir su cabello negro.
No pude resistirme mucho, algo que no quería razonar en ese momento me llevó a levantarme y acercarme de nuevo a ella... Cuando estuve casi a dos pasos a sus espaldas aún permanecí unos minutos en silencio, porque lo que estaba escuchando me había echo sentir de pronto no tan solo como me sentía.

" Sigo luchando abuelita... Te juro que sigo luchando por no rendirme. Pero es tan difícil hacerlo sola, me haces mucha falta, extraño tus consejos, tus palabras dulces... Te extraño abuela...
Se que querías que enfrentara a mis padres, que peliara por lo que me dejaste, pero no puedo ni quiero hacerlo, no los quiero cerca. Si tu no estas conmigo yo no quiero volver a verles. Quisiera que estuvieras conmigo, que hubieras visto que pese a todo logré recibirme... "

Su llanto logró que guardara silencio y yo me sentí mal por saber que guardaba tanta tristeza.

- Estoy seguro que lo sabe...

Dije tendiendole un pañuelo.
Su rostro me miro confundido, limpiando las lágrimas de su rostro mientras ya intentaba levantarse del suelo.

- Señor Diaz!! Que... Que hace usted aquí?

Preguntó dudosa.

- Lo lamento señorita Lorenz, no quería inportunarle. Pero la vi aquí... Llorando y... No resistí el acercarme a ver si podía de alguna forma confortarle...
- Yo... Disculpe, no había notado que me vieran llegar...
- No le vi llegar, ya estaba aquí. Tenía que cumplir y visitar a mis padres...

Explique señalando las tumbas que acababa de visitar.

- Supongo que todos tenemos alguien a quien llorar.

Dijo pensativa. Asenti de acuerdo y permanecimos en silencio algunos minutos más.

- Señorita Lorenz, si no le parece un completo atrevimiento de mi parte, claro esta... Quizás me permita invitarle un café...

Sugerí algo sorprendido conmigo mismo. No entendía porque me causaba tanta intriga de esa chica, pero había algo en ella que me despertaba mucha curiosidad...

- Realmente se lo agradezco señor Diaz, pero no creo que quiera compartir un café con alguien que no conoce y...
- Un café es una buena manera de conocerse y creo fehacientemente que cuando estamos atravesando un mal momento es mejor no hacerlo solos...
- Supongo que tiene usted razón...

Dijo pensativa, suspiro  viéndo directo a mis ojos y finalmente volvió a hablar.

- Supongo que un café no estaría tan mal... Verdad?

No pude evitar sonreírle, de verdad me daba mucha curiosidad. Tenía una especie de ingenuidad que cautivaba, pero no la conocía realmente, no podría asegurar lo que estaba propiciando.

- Estoy seguro que no señorita...

Dije ya indicándole caminar en dirección a la salida del cementerio.

- Tal vez usted conozca un buen lugar por aquí cerca, realmente hace muchos años que no venía al país y ya ni sé donde podríamos tomar un café aceptable...

Sujeri llegando a la camioneta y abriendo la puerta del acompañante para ella.  Pareció sopesar mis palabras y asintió mientras aceptaba mi mano para subir. La camioneta era claro un coche demasiado alto para la estatura de la chica, lo que captó mi curiosidad fue no verla en tacones. Aunque era agradable no ver a una mujer tan estilizada en la ciudad de la moda. 

- Conozco un buen sitio a unas calles más adelante.

Dijo con timidez, cerré su puerta y sonreí, no sabía que era lo me estaba pasando, pero me sentía bien al hablar con ella. Rodee el vehículo y subí, dos segundos después emprendí la marcha en camino a la cafetería.
Recorrimos unos minutos antes de llegar. Cuando baje y observe el lugar, de verdad parecía muy agradable. Me gustó de inmediato que ella lo eligiera...
Al entrar caminamos unos cuantos pasos cuando una voz a nuestras espaldas provocó que Daniela girara con rapidez y chocara de lleno contra mi pecho, el instinto me llevó a que mis manos la sujetaran por la cintura, sus ojos se abrieron como platos, dejándome ver la mezcla ámbar que escondían, sentí todo mi cuerpo vibrar al sentir en mi tacto el temblor de todo su cuerpo. Todos mis instintos protectores se alertaron cuando de nuevo esa voz le causó cerrar los ojos con fuerza y respirar agitadamente. 

- Daniela!! Te estoy hablando!!

Dijo el sujeto que avanzaba, yo ya había girado también en la dirección de la voz masculina, mi atención se mantuvo fija en la postura del tipo. No me gustaba, no me gustaba en lo más mínimo y un cosquilleo se adueñó de mi nuca. Un mal presentimiento.

- ( tipo) Podrías tu idiota, sacar las manos de mi mujer!!?

Espetó parándose delante de mi con aire amenazante, Daniela estaba pálida, temblando y claramente incomoda. No le creía una palabra, era evidente que ella no quería nada con él porque si fuera su pareja no tendría esa expresión de miedo ante el. Enarque una ceja en forma altanera y sonreí triunfal al hablar.

- Dudo mucho que una chica como ella tenga algo con un patán como tu.
- ( Daniela) Elías , ya te pedí que no te acerques más... Yo... Yo hable hoy con la policía y me...
- ( Tipo) Hiciste que!!??? Eres una mal...

El idiota no termino la frase, porque mi puño se encargo de callarlo. No permitiría que insultar a a una dama delante de mi, y ahora sabiendo que el era la causa de que Daniela fuera a la comisaría en la mañana no lo dude. Ese si era un completo patán.

En las llamas de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora